SEIS

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Abrí los ojos poco a poco, cegada por la luz que entraba por la ventana abierta de par en par. Resoplé y me arrepentí al segundo de hacerlo. El más mínimo movimiento hacía que mi cabeza pareciera a punto de estallar. Me cubrí la cara con las manos y giré mi cuerpo, en la dirección opuesta de la ventana. Lo que no esperaba, era encontrarme una espalda desnuda y una cabellera corta rizada sobre mi almohada. En ese mismo instante se me paralizó el corazón. ¿Qué mierda había pasado la noche anterior?

Miré bajo el edredón para comprobar que yo tan solo llevaba puesta la ropa interior.

Respiré hondo tres veces antes de comprobar quien estaba tumbado a mi lado. Lo último que recordaba de la noche anterior era haber aceptado bajar a por el cigarro a casa de Styles, pero ni siquiera sabía como había salido de mi casa y había llegado a su apartamento. Además, la cama en la que estábamos era la mía y mi cuarto y mi casa. Ni si quiera sabía si el que estaba tumbado junto a mi era Harry u otra persona, pero no me atrevía a comprobarlo. Me senté en la cama y apoyé mi cabeza entre mis manos, intentando calmarme.

La resaca que tenía era horrible, pero mucho peor era estar en la cama con un tipo y no recordar ni quien era. Temblando por descubrir su identidad, retiré poco a poco el edredón que le cubría parte de la cara y me asomé, para poder descubrir quien era.

Abrí mucho los ojos cuando reconocí esas facciones. No era ningún desconocido y por suerte, tampoco era Styles, pero lo que nunca hubiese imaginado era que el que estaba tumbado y semidesnudo junto a mi, fuera…

Brad.

-¡Bradley Simpson! ¡Despierta!- le grité, zarandeándole con violencia.

Pero parecía que mi amigo era inmune a mis bruscos movimientos y a mis gritos. Bufé y le destapé, volviendo a zarandearle. Esta vez conseguí que se quejara en sueños, pero sin llegar a despertarse. Estaba a punto de perder la paciencia, así que probé una última cosa antes de ir a buscar un cubo de agua. Hice que su cuerpo se quedara bocarriba y me senté en su estómago. Pegué un bote, y luego otro. De su boca salió un quejido de dolor, pero seguía sin abrir los ojos.

Acerqué mi boca a su oído y le soplé, segundos antes de morder con fuerza el lóbulo de su oreja. Eso fue todo lo que hizo falta para que abriera los ojos de repente, gritando de dolor.

-¡Alexia! Eres una bruta, ¿qué haces encima de mi?

Me dejé caer hacia el lado, quedando tumbada a junto a él.

-Tengo un dolor de cabeza horrible- se quejó mi amigo.

-¿Por qué estamos medio desnudos en mi cama?

La pregunta pilló por sorpresa a Brad. Miró su cuerpo, solo cubierto con unos boxers de Calvin Klein y luego me miró a mi, que llevaba puesto un conjunto interior de encaje. Se sonrojó al momento, lo que me pareció adorable. Él sacudió la cabeza y se revolvió el pelo con las manos.

-No pasó nada- aseguró, nervioso.

Me senté con las piernas dobladas sobre la cama y le miré fijamente. La verdad era que tenía un cuerpo de infarto, no podía negarlo. Además, el aire salvaje que tenía al estar recién levantado le daba un toque de sensualidad que nunca me habría imaginado encontrar en él.  Sacudí la cabeza y me centré en su nerviosismo.

-¿Seguro?

Brad abrió la boca para responder pero la cerró al segundo. No, en absoluto parecía estar seguro de lo que decía. Cerré los ojos e intenté tranquilizarme. Al fin y al cabo, Brad y yo éramos amigos, un simple polvo que ni si quiera recordábamos no tenía porqué suponer un problema, ¿no?

Suspiré.

-No tienes ni idea de lo que pasó, ¿verdad?

-Se que no hicimos nada… en la cama.

Art for three (h.s, b.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora