El jardín de la universidad estaba vacío y oscuro. Todos los estudiantes estaban de fiesta, disfrutando de la maravillosa noche de Halloween de la que hablarían durante el resto del semestre.
Me quité los tacones para poder andar bien por el césped y me senté detrás de un enorme árbol.
Necesitaba estar sola. Había cogido una botella de whisky durante mi huida y ahora lo único que necesitaba era bebérmela al trago y olvidar todo.
Había salido corriendo cuando estaba a punto de besar a mi mejor amigo. Me había asustado, y mucho. No quería perder a Brad, y definitivamente un beso así lo habría estropeado todo. No hubiese sido la primera vez, eso ya lo sabía, pero ninguno recordábamos nuestro otro beso, estábamos demasiado borrachos y era una excusa perfecta para evitar que las cosas se pusieran raras. Ahora no había ninguna excusa, en absoluto.
Cerré los ojos y di otro trago a la botella. No me podía estar pasando todo eso. Primero besaba a mi profesor y luego huía de mi mejor amigo.
Muy bien, Alexia, eres un genio.
Podía esconderme el resto del fin de semana, pero sin duda alguna, el lunes debería enfrentarme a todo. ¿Que haría entonces?
Empecé a sentirme un poco mareada, seguramente por el efecto del alcohol, pero no importaba. Solo necesitaba dejar de pensar en lo que había ocurrido hacía apenas media hora. Sacudí la cabeza y fijé mi mirada en el manto de estrellas que llenaban el cielo esa noche. La verdad es que era un paisaje precioso, sobre todo si estabas borracho, el cual, definitivamente, era mi caso. Miré la botella, casi vacía, y la dejé caer al suelo, derramando el poco contenido que le quedaba. Gemí y me abracé las piernas.
Una luz al fondo de la calle me hizo levantar la cabeza. Iba acompañada de un ruido, seguramente de motor, y se acercaba rápido. A los pocos segundos, consiguió cegarme, haciendo que cerrara mis ojos al tiempo que el sonido cesaba y la luz se apagaba. Abrí poco a poco los ojos, para ver que acababa de ocurrir. Era una moto y alguien bajó de ella. No necesité ver su cara, pero aquellos rizos que se movían con la suave brisa, delataron a la persona que me se había atrevido a molestarme.
-Harry- musité, resoplando.
-Alexia, ¿que haces aquí?- me susurró, sentándose a mi lado.
Me encogí de hombros y señalé la botella vacía.
-¿Estás borracha?- aventuró.
Hice un gesto con mis pulgares, sin mirarle a la cara.
-La he cagado, Harry- confesé, al borde de las lagrimas- y ahora voy a perder a mi mejor amigo.
Harry se había girado para mirarme y su mano rozaba la mía, con suavidad y sin intención.
-Yo... yo...-balbuceé, mientras me cubría la cara con mis manos.
Los brazos de mi profesor me rodearon de repente, obligándome a apoyar mi cabeza en su pecho. Olía tan bien...
No lloré, no era eso lo que necesitaba. Levanté la cabeza y me encontré con sus ojos preocupados y sus labios a milímetros de los míos. No lo pensé dos veces y me dejé llevar por eso que mi cuerpo me pedía a gritos.
Besarle, eso era lo que necesitaba.
Enredé mis manos en su pelo, con deseo. Sus manos bajaron hasta mis caderas, colocándome a horcajadas sobre su regazo. Pegué mi cuerpo al suyo, queriendo sentirle al máximo.
Harry se separó de repente, con una sonrisa adornando su rostro.
-Vamos a mi casa- me dijo.
Asentí con la cabeza, agarrando su mano y subiendo a la parte trasera de su moto. Me abracé con fuerza a su cintura y dejé que me llevara a donde él quisiera.
Esa noche, había decidido rendirme a los encantos de Harry Styles.
Me desperté un poco desorientada y con dolor de cabeza. Abrí los ojos poco a poco, pestañeando repetidas veces para acostumbrarme a la luz de aquella habitación que, definitivamente, no era la mía.
Todo lo ocurrido la noche anterior bombardeó mi cabeza de repente. No había ni un solo momento borroso. Maldije para mis adentros y miré a mi alrededor.
El dormitorio de Harry era justo como lo imaginaba, una mezcla de bohemio y moderno, con muebles minimalistas y paredes blancas. Tenía un gran ventanal en una de las paredes, por donde entraba con fiereza la despiadada luz del sol.
¿Como había dejado que pasara aquello?
Me incorporé, apoyando mi espalda contra el cabecero de la cama, la cual olía como Harry. Cerré los ojos y suspiré.
Empecé a preguntarme donde se había metido él, cuando la puerta se abrió de repente y apareció con tan solo unos ligeros pantalones de pijama y sus rizos revueltos. En sus manos llevaba dos cafés y una caja de aspirinas.
Muy considerado por su parte.
-Buenos días- me dijo, sentándose en la cama y tendiéndome una de las tazas.
-Buenos días- respondí, con una sonrisa casi forzada.
Agarré el café y observé el humo que salía de él.
-Toma, seguro que la necesitarás.
Cogí una de las aspirinas y me la metí en la boca. Luego, di un trago al café y volví a mirarle a los ojos.
Eso estaba mal. Peor que mal.
-Yo...- comencé a decir, sin saber muy bien como reaccionar.
-Alexia, no quiero que vuelvas a salir corriendo, quiero que escuches lo que tengo que decirte.
Me mordí el labio inferior y asentí levemente con la cabeza.
-Se que esto está mal, y tu también lo sabes, pero me da igual. Tu no eres como el resto, y me gusta estar contigo. En todos los aspectos.
Me sonrojé, entendiendo lo que me estaba diciendo.
-Y no quiero parecer prepotente, pero creo que tu piensas igual, ¿o no?
-Yo... pero eres mi profesor, ¿que pasa si alguien se entera de esto?
Harry sonrió y acarició mi mejilla.
-Supongo que eso le da emoción, ¿no?
No pude evitar una risa. Harry tenía razón, me encantaba estar con él. Además, ya había hecho todo lo que no debía, ¿que más podía pasar?
-Está bien- me rendí- supongo que no tiene por qué pasar nada, ¿no?
Se le iluminó la cara con mis palabras, y esbozó una sonrisa que consiguió contagiarme su felicidad.
-Pero- dije- si tiene que volver a pasar algo...
-Que espero que si- me cortó.
Puse los ojos en blanco.
-Si tiene que volver a pasar, debe ser fuera de la universidad. Si nos pillan, estamos los dos fuera.
-Si, si, es lo más sensato.
-Bien- sentencié, volviendo a beber mi café.
Noté como poco a poco se acercaba a mi, sonriendo de forma traviesa. Sabía sus intenciones, y no pude evitar que algo se removiera en mi interior.
-Entonces...- me susurró al oído- nosotros...
Sabía lo que quería decir. Levanté la cabeza y me topé con sus ojos, demasiado cerca. Sonreí.
-Entonces somos amigos... con... ¿derechos?
Eso pareció agradarle.
-¿Nada serio?
-Nada serio- afirmé.
Acto seguido, atacó mi boca y empezó a besarme con deseo.
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Art for three (h.s, b.s)
Teen Fiction"Ella era la más bella obra de arte que había visto en mi vida, y como toda obra de arte, debía ser admirada, no solo por mi, sino por el mundo entero."