stillwater ━━━ jonahmarais!

Capítulo 2.

Las personas ya se habían ido a las clases que les tocaban, el pasillo había sido despejado y yo estaba molesta.

¿Por qué?

Se me hacía extraño recibir una carta para ir al club de Música, cuando yo jamás había cantado o dado señales de que era de mis habilidades, porque no lo era. Y estaba molesta porque habían muchas cosas en las que era buena y decidieron meterme en uno donde no soy buena.

Y para empeorar el asunto, Jonah Marais, Daniel Seavey y Corbyn Besson estaban en ese club. Claro que sabía sus nombres, ¿quién no lo haría? Aunque yo no quisiera admitirlo, eran guapos. Eso les daba puntos con las chicas, pero parecía que no lo soo las chicas estaban dispuestas a seguir sus órdenes y a mi me parecía ridículo.

Cuando le das cierto poder a las personas incorrectas, creen tener el control incluso de las personas y eso era lo que me molestaba de ellos, creían tener el control de todo.

Y era lo que no me parecía al estar en el club de Música, puedo aprender a tocar un instrumento, ese no es el problema, pero al menos hubiera estado en un club en el que ya fuera buena.

—Director Ventry. —pronuncié cuando entré por segunda vez a su oficina.

El director Luke Ventry, era como aquellos chicos de los que te hablé antes, claro, él no era un idiota pero sí que era popular entre las chicas del Instituto. El director parecía nunca envejecer, era un hombre apuesto y se veía que tenía experiencia.
Puedo imaginarme a las chicas de Stillwater ponerse nerviosas al estar frente a él y solas, yo no pertenecía a ese grupito, a mi me daba igual.

¡Oh! Voy a envolver a Zach en ese fragmento que dice "puedo imaginarme a las chicas de Stillwater ponerse nerviosas al estar frente a él"

El director levantó la vista y me recibió con una cálida sonrisa, extendió su mano señalando la silla antigua de cuero frente a él.

Todo en su oficina era así, seguía con la tradición de la madera, algunos asientos eran de cuero y combinaba con el color de la madera, tenía algunas pinturas colgadas al rededor y una ventana atrás de él que daba vista a los prados.

—¿En qué te puedo servir? —preguntó.

—Seré directa porque se supone que tengo clase, hubo un error en el club al que me asignaron. —el hombre me miró sin expresión.

—¿Cuál es tu nombre? —el director buscó algo en sus papeles luego de darle mi nombre.

Sacó una extensa carpeta con muchísimas hojas en ella.

—Parece que usted destaca mucho, veamos a qué club la asignamos —hojeó hasta dar con el blanco. — Aquí dice club de Música, y no hay ningún error.

—Ese es el error, yo no canto, no toco instrumentos y no compongo música. —dije un poco desesperada. — Quién me haya metido ahí no sabía lo que estaba haciendo.