Capítulo 13.

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—Vamos, Wes —el moreno alargó la e al pronunciar mi nombre.

Seguí caminando hacia el club sin mirarlo. Estaba molesta por lo que había pasado con él la vez pasada. Y creo que estoy en todo mi derecho de estarlo por haberme dejado así en su habitación.

Jonah venía caminando justo detrás de mí desde que había salido de mi habitación en el Instituto, era un poco tedioso pero lo empezaba a ver divertido.

—Sabes que no te puedes enojar conmigo, nena —dijo en un tono algo arrogante, alcé las cejas con ironía.

Vaya que sí estaba molesta, pero al mismo tiempo no dejaba de pensar en que la sudadera rosada que traía puesta lo hacía ver bastante tierno.

—Soy tu mentor, en algún momento tendrás que volver a hablarme.

Llegamos hasta la entrada del club, suponía que los demás ya estaban aquí. Por la tarde igualmente habíamos venido al club normal, Luke estaba en el proyecto de los chicos para hacerlos una banda y por ahora nuestro trabajo era hacer música y conmigo arreglando lo que los de instrumental componían, Luke creía que iban a ser muy exitosos. Pasaban de las once de la noche y sólo los que estamos en Septem estábamos aquí.

—Ya entiendo —volvió a hablar Jonah, poniéndose frente a mi impidiéndome el paso. — Estás molesta porque deseabas que te tocara aún más, deseabas que estuviera dentro de ti ¿no es así?

Me atreví a mirarlo al escuchar el descaro en sus palabras, podría haber sido menos directo,estaba segura de que lo único rojo en mi no era mi cabello, ahora también lo eran mis mejillas.

Yo también sufría el complejo Herron, como Zachy y yo lo llamábamos. Si nos sonrojabamos era más que evidente. Jonah al notar esto sonrió, por un momento odié esa sonrisa, porque él sabía que lo que había dicho era verdad.

Lo ignoré al igual que el hecho de que Zach y Jack habían escuchado eso último, caminé hasta llegar a Daniel, me senté a su lado y miré a Jonah con cara de burla, claro que había notado que le molestaba que estuviera cerca del tierno y olvidadizo Daniel.

—Hola, Danny —lo saludé.

El teñido número dos alzó la mirada de su celular, me sonrió sin mostrar los dientes cosa que hacía que pareciera aún más tierno.

—Hola Wes.

Creí haber sido la única en escucharlo, pero efectivamente todos dentro del gran salón mirábamos al ojiazul expectantes. Lo miré con los ojos bien abiertos, lo tomé sacudiendolo por los hombros obligándolo a mirarme.

—¿Tú acabas de llamarme Wes? —pregunté sorprendida. Daniel soltó una risilla antes de responder.

—Pues así te llamas, ¿no?

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