Capítulo 1.

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La mañana comenzó como cualquier otra, los estudiantes de Stillwater se preparaban para asistir a clases. Era un nuevo año escolar, lo que significaba que habían cientos de alumnos nuevos, Stillwater siempre ha sido de los mejores Institutos desde su creación. Pero quienes estábamos  más nerviosos y entusiasmados éramos los de segundo año.

Los requisitos para entrar a Stillwater son muy claros, tener habilidades, no importa si son artísticas, científicas o psicológicas, en algo se debe destacar y en Stillwater querían líderes. Cuando cursabas a segundo año, un club que se haya fijado en ti te reclutaría, si eras bueno para la pintura seguro que el club de arte te mandaría una carta, de esta manera explotarían tu habilidad ayudándote a conseguir el éxito en esa área.

Según mi mejor amigo Zach, yo destacaba en varias áreas, como historia del arte, siempre fui amante del arte y de todas las técnicas que se crearon. También he destacado en matemáticas pero en mis planes no estaba enfocarme en eso, de hecho ni siquiera sabía qué club podría reclutarme, mientras no sea matemáticas.

—¿Lista para patear traseros? — Zach llegó hasta mi.

—Si te lo digo no me lo creerías. —caminamos juntos hacia la dirección a recoger los nuevos horarios y la carta del club.

—¿Estás nerviosa? —preguntó rodeando mis hombros con su brazo, yo sólo guarde silencio. —Tranquila cerecita, ellos saben a dónde perteneces, y en donde quiera que te pongan serás la mejor.

Para él era fácil decirlo, todo el mundo sabía a qué club se iría, desde que llegamos al Instituto Zach dejó muy claro sus habilidades para la música y vaya que tenía potencial. Por el contrario, pensarían que poseer bastantes habilidades sería un punto a mi favor, pero no era así. Gracias a eso no sabía en dónde podía encajar.

¿El club de cocina? Tentador, pero no era mi pasión.

¿El club de literatura? Amaba leer y escribir, había ganado varios reconocimientos por ello el año pasado, pero no era a lo que me dedicaría.

¿Historia del arte? Me gustaba, pero sinceramente la teoría no era lo mío.

Y habían cientos de clubes más, a los cuales podría pertenecer o no, y esto era una maldición porque si destacaba en varias cosas ¿cómo iba a saber yo a dónde realmente pertenecería?

Empezaba a sentirme como una divergente. Ojalá no terminen expulsandome de Stillwater.

La mano de Zach se posó en mi espalda invitándome a ser parte de la larga fila que se había formado afuera de la dirección, todos los alumnos de segundo años estaban ahí, esperando por sus horarios y por lo más anhelado que era abrir la carta de su club.

¿Saben lo que sintió Harry Potter al ver su carta de Hogwarts y no saber que diablos estaba pasando?

Así me iba a sentir yo, porque los alumnos avanzaban, lo que significaba que pronto descubriría mi destino. No iba a negar que me sentía nerviosa, había entrado a Stillwater porque todo el mundo sabía que los empresarios exitosos, políticos importantes, cantantes de la talla de Taylor Swift o el papasito de Shawn Mendes, habían salido de aquí, difícil de creer pero sí.

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