Capítulo 2x+000.2: Horizonte Máscero II

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**Año -x0?, ινδασσ.**
La alada Aitheria nos portó a Thalássia y a mí como si fuese un servicio de paquetería de bajo coste; ella fue lo suficientemente ágil para abandonar los dominios de la Atlántida sin hacerse necesario violar su "espacio aéreo". A cierta distancia al norte, ella descendió y reanudamos la marcha con el coche de San Fernando; estábamos en lo que parecía ser un bosque tropical.

Me costó reubicarme, pero al observar atentamente el paisaje pude darme cuenta que mi disposición era en un lateral interior de las altas montañas, las cuales me permitirían viajar donde el Santuario de Anfítrite (en un futuro, la Finca de Birkenau; más tarde se convertiría en Corazón). La vegetación no había cambiado apenas nada en relación al presente-futuro, quizás, la única disimilitud fue el mismo clima; era anormal que con esta lluvia fría e inagotable no hubiese un cambio en la flora, ¿y si aquellas nubes negras portadoras de aguas no fuesen naturales? No sabía hasta qué punto los hechizos de este mundo doblegaban las leyes físicas y naturales, pero por lo que ya comprobé con magia de fuego analógica (la pequeña llama hizo de chispa para quemar todos los gases acumulados en el pozo ciego bajo la mansión de Birkenau), sí tenían influencia estas "dos fuerzas universales" entre sí (magia y leyes naturales).

Mis ojos especiales gashem me advirtieron que el agua en sí no contenía maná, por lo tanto, no tendría que ser un fenómeno mágico, pero... ¿Qué pasaría con las mismas nubes? Miré hacia arriba con la esperanza de observar una pista en forma brillante; tampoco, entonces, ¿por qué cuando llegué a este tiempo-espacio acabé deslumbrada? Sentí la angustia de conocer la respuesta inquietante a la sencilla pregunta. Si mi hipótesis era correcta, esa falsa deidad y padre de Aitheria había estado lavando el cerebro a toda habitante de la Atlántida con el objetivo de asegurarse su lugar como monarca absoluto, sin que nadie, incluso sin ser consciente de ello, fuese capaz de cuestionar su dominio; aquel alado autoproclamado como Dios también había estado ocupado aislando las minorías problemáticas en santuarios bajo sugestiones y ceremonias que "iluminaban" cada día más a las probables rebeldes.

Por lo que ya comprobé donde Anfítrite, Heman había estado utilizando una combinación de sustancias psicotrópicas (el trigo argenta) y una magia analógica compleja capaz de teletransporte a cualquiera de un punto a otro; el punto de origen era cada santuario, por otro lado, el destino parecía ser su templo, santuario u hogar, que por lo explicado por Aitheria, era el Empíreo, el lugar más alto y con mayor prestigio de todo Zión, pero también era el área más pequeña de la sacrociudad (la zona más grande sería la base o Paraíso I). Por lo tanto, si unía las piezas de este rompecabezas, podría ser capaz de dar con la respuesta a mi sencilla pregunta antes planteada. Había algo más que me preocupaba, yo estaba en parte también sugestionada (o eso creía), después de todo, mi elemento afín más predominante no era solamente la luz que ya disponía, sino el agua de forma especial como efecto secundario de mi "Unión" (¿parcial?) con Bianca cuyo ojo azulino demostraba.

Debía de asumir que cualquiera que era afín a otro de los elementos que no fuese luz estaba bajo el influjo "mental-mágico" del tirano Dios, por lo tanto, probablemente, la única persona de todo este lugar que realmente era ella misma era la misma Aitheria, no obstante, ella también hizo la "Unión" con la ondina Thalássia, por lo que su situación sería una similar a la mía propia (Aitheria no mostraba ningún globo ocular índigo, así que era cuestionable qué habría tomado y qué no de Thalássia, ¿sería más confiable que yo misma?). Por otra parte, quizás y ojala, tenía la esperanza de que las últimas sacerdotisas de cada santuario de minorías aún estuviese, aunque sea en parte, en sus cabales.

El viaje fue a pie a través de esta jungla extraña de agua fría con una única lucerna que la pequeña oceánide llevaba consigo; Thalássia iba de la mano con Aitheria, la cual pareja yo observaba a lo lejos desde atrás pensando en que su relación era algo que no debía de romperse. Las dos, cada una de ellas me recordaban a personas queridas de mí pasado como humana llamada Beatriz.
-¿Por qué no hay ninguna bestia? ¿La selva está muerta? Solo he visto insectos brillantes atraídos por los pocos focos de luz. -Pregunté a la pareja que caminaba delante mía cuando vi que no había ningún monstruo o demonio que se merendaría a unas niñas como el lobo a Caperucita. Más siniestro era el silencio en un hábitat, supuestamente, lleno de animales y otros bichos-.
-... -Aitheria y Thalássia se giraron bruscamente cuando oyeron mi cuestión. La primera me miró de forma muy retorcida, como si estuviese viendo a una idiota e ignorante de la vida-.
-Ai, tranquila, aunque sea la Ondina Mayor de Anfítrite, ella sigue siendo una extranjera de tierras lejanas... Pero que no te engañe su torpeza, a veces, parece ver el futuro por cómo es capaz de arreglar las cosas. -Thalássia acertó sin saberlo de forma literal cuando corrigió a la niña alada, ya que para cualesquiera de aquí, yo venía de un futuro muy lejano a este presente-.
-La verdad, plebeya, ahora que me doy cuenta... Podrías encajar en Zión si no fuese por tu cabello, ojo azul y sin alas... Pero a la vez, tampoco pareces del todo una oceánide, pues no tienes escamas. Es una broma, ¿verdad? ¡Tú no eres una mestiza! ¡Eso sería romper la sacra ley de no corromper la sangre! Bueno, da igual, una plebeya es una plebeya, aunque vaya de tisú, plebeya nació, era y será. Tómalo como un regalo como respuesta de una ser superior a ti; eso es gracias a la barrera que emana Zión, la cual convierte en polvo cualquier bestia. -Esta vieja niñata me reveló un montón de información de forma inconsciente. Era importante discernir que toda la superficie que cubrían los nubarrones negros estaba afectada por algún tipo de magia, la cual desde la propia Zión provocaba una reacción nefasta en los cuerpos de los seres vivos considerados monstruos o bestias, por otra, el detalle de la ley sobre la mezcla de sangre, norma que quien lo dijo y su compañera transgredieron sin compasión-.
-Aitheria, ¿te recuerdo que soy representante de Anfítrite? ¿Hace falta señalar lo preñada que estás? -Mi respuesta ante el asedio verbal de la maleducada alada fueron dos preguntas retóricas que la dejaron en silencio. No me gustaba responder con palabras, pues estas, como decía Shakespeare, "palabras, palabras, palabras, solo son palabras". Yo prefería la silenciosa acción, pero hacía falta corregir a esa angelita antes de que pasasen unos siglos más y acabase siendo peor que su padre-.

Reencarnada en una Miserable Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora