Capítulo 2x000.1:1-2. Fantocheril II

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Ofrecerle un inofensivo juego a una niña en pleno contexto bélico era una forma de huir de la realidad; cuando era humana, es cierto lo sola que me sentía por mucho o poco que me involucraba con las demás personas... Cualquier cosa me servía para abandonar ese solitario mundo, hasta que, vaya, realmente lo abandoné.

-Sí señor, he jugado alguna vez. ¿Hay que conquistar el máximo territorio posible? Uh, ¿pero qué modo? -También llamado Risk, el juego de mesa presentaba un tablero, que vaya, era un mapa mundi; usaba cinco dados, hasta cincuenta y seis naipes y fichas con forma de cubos (representaban ejércitos, de menor a mayor potencia de fuego mentiroso, infantería, caballería y artillería) a elegir entre seis colores diferentes, que dependiendo de la modalidad de juego, tenías unos objetivos u otros. Le pregunté al hombre qué modo jugar. Lo normal era el modo dominación global-.

-No tenemos mucho tiempo, así que jugaremos a misión secreta pese a que nos faltaría un tercer jugador. Este imaginario rival será como terroristas aislados y débiles que no se moverán de su posición. -En otras palabras a las dadas por el militar, no tardarían en evacuar este improvisado cuartel militar. El modo misión secreta, quizás, era el más rápido; se usaban doce naipes especiales que te indicaban qué continentes debías de tomar y existía la posibilidad de eliminar ejércitos completos con unos naipes especiales de colores, los cuales eran seis, pero esta vez solamente jugaríamos con tres, una por cada facción coloreada-.

La clave era molestar a los demás jugadores tomando sus territorios, o bien, yendo de farol, conquistando territorios que no eran tus reales objetivos, es decir, despistar para en tener ocasión, lograr una victoria limpia y fácil.

El juego de mesa del militar arrinconado parecía ser una primera edición fechada en 1958 (siempre me ha gustado hacer trabajos de ciencia histórica diferentes a los habituales) de la Parker Brothers; me sorprendía que en lugar de una vitrina o en algún museo privado (tristemente, a los públicos pocas veces les ha interesado lo contemporáneo, aún menos la microhistoria de objetos cotidianos o superfluos como este salvo fuese propiedad de una personalidad histórica), como los de juguetes, se usase... Puede que fuese algo heredado o una antigualla comprada en una tienda de antigüedades.

-Niña, ¿te importaría hacer de General? -En otro juego de mesa sería quién manejaría el dinero o el resto de naipes-evento, algo que no era diferente en este. Suponía que el alto cargo militar no quería trasladar su responsabilidad a un mero juego de mesa-.

Si bien recordaba, primero retiraba las misiones secretas de colores no escogidos por los actuales jugadores (verde era mi rival, yo escogí gris, mientras que negro era usado por los terroristas de palo), para más tarde, seleccionar aleatoriamente tres naipes; uno se dejaba como seguro debajo del tablero (el objetivo de la facción terrorista), mientras los restantes eran para cada jugador.

Después de entregar una al general real, volteé la mía. Ah... ¡Qué problemático! ¿Conquistar África y Sudamérica? Estaban demasiado lejos a pesar de no tener muchos territorios... ¡Esperen un segundo! Este naipe de misión sobre tomar una pareja de continentes no existía en el juego que yo suponía conocer.

La situación geográfica de los continentes en el tablero solo aumentaba la dificultad, un objetivo cercano y se acabó para mí. Esto daría para un largo juego si el militar de voz rota era bueno en esto tal cual demostraba su estantería de manuales sobre guerra.

Empezamos a jugar al simplificado y modificado juego de guerra, lo que me hizo distraerme del conflicto real y perder la noción del tiempo. Mientras transcurría el juego, yo aproveché para reflexionar, así como poner en orden mis ideas y colocarme en situación según lo que había visto y oído hasta el momento.

Reencarnada en una Miserable Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora