D I E Z

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"Un vistazo a la mente de Kim Taehyung"

Jungkook se había quedado dormido poco después de decirle que todo estaba "bien" alrededor de tres veces. Su respiración era tranquila y su expresión serena muy diferente a las que normalmente mostraba llenas de pensamientos y ceños fruncidos que lo hacían reír.

Y aunque él le dijo que nada era su culpa, seguía sintiendo que lo era. Era culpa de sus estúpidas decisiones y su forma de vivir. Era su culpa que ahora la mejilla del castañito a su lado tuviera esa marca rojiza, era su culpa que pequeños quejidos salieran de sus labios cada vez que, entre sueños, se movía. Quería morirse.

Quería alejarse, salir corriendo e irse lejos donde Jungkook no pudiera encontrarlo, donde él no pudiera estorbarle en su vida, donde no tuviera que preocuparse por él y decirle que todo estaba bien, por más que le gustase en el momento escucharlo. Pero, el moriría de todas formas. Moriría si tuviese que irse lejos, moriría si Jungkook no lo encontrara cada día, si él no estuviera en su vida, incluso moriría si no le decía que todo estaba bien. Moriría sin Jeon Jungkook, y no sería diferente a ahora, porque el moría cada día que lo veía, todo el tiempo el menor encontraba una forma de matarlo lentamente.

Tan bonito, que nunca sabrías si estas muriendo o apenas empezando a vivir.

Lo mataba con cada sonrisa, cada acto de confianza, cada vez que lo retaba y contradecía, lo sorprendía. Y si así iba a morir, viviendo por Jungkook, sería la muerte más hermosa que él podría desear, si muere por él.

Entonces no podría hacer nada, no podía alejarse, no podía tampoco soportar que por su culpa algo le pasara a Jungkook. ¿Entonces qué? ¿Qué hacía?

Detalló las facciones del otro, que se encontraba profundamente dormido aun abrazado a él, con la mirada, las repasó como había hecho ya muchas veces, incluso antes de que se escondiera entre aquellas máquinas expendedoras, topándose con un castaño de brillantes ojos.

Y es que Jungkook le había parecido bonito desde la primera vez que había cruzado por la puerta de aquel salón, y le parecía cada vez más bonito a medida que lo conocía. Le gustaba.

Y él tenía tantas inseguridades, no le parecía ser suficiente para nadie, se consideraba aburrido, cuando su sola presencia era una las mejores cosas que había visto en su vida. No entendía como no darse cuenta de todo aquello.

Pero Jungkook también le partía el corazón, como hace apenas unas horas. Se transformaba en su mayor debilidad. Y tenía miedo, de que su pasado regresara ahora que él estaba bien, y en especial ahora que había conocido a Jungkook.

Suspiró, sin atreverse a moverse, por temor a despertar al menor.

¿Cuándo había empezado?

Hace como tres años, calculaba, estando en su anterior ciudad. Cuando vivía con sus padres.

A él no le importaba nada ni nadie, y se juntaba con otros como él. Personas como Chulseung y Dongsun. Ambos unos rebeldes sin causa, busca problemas. Dongsun demasiado fácil de leer, manipulable y demasiado leal a Chulseung, quien por el contrario era engañoso, frío, calculador y sobre todo tóxico. Siempre manipulando a todos como si fueran hilos a su alrededor.

Por ese entonces, disfrutaba de predecir situaciones, de ver el caos en las vidas de sus compañeros y como a pesar de que las circunstancias les gritaban que el resultado sería desastroso, veía como las personas a su alrededor intentaban una y otra vez lo mismo. Le parecía idiota que no se rindieran.

Está seguro de que si encontrara a su yo del pasado por la calle lo golpearía, hasta hacerlo entrar en razón. Aunque no sería muy diferente de lo que lo hizo entrar en razón.

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