En el Paraíso I

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Castiel calló, como si así diera por finalizado un relato que, más que respuestas, le generaba más preguntas a Dean. ¿Cómo se había sentido el oji azul en aquel momento? ¿Y ahora? ¿Y su madre? Pero era palpable que no diría nada más. Bastante había abierto su corazón. Y, gracias a ello, Dean podía vislumbrar al fin porqué Castiel odiaba tanto a los policías. Tenía que hacerle saber que lo valoraba.

-No voy a decirte esas mierdas de que te entiendo, porque ambos sabemos que es mentira.-comentó luego de unos minutos de silencio, mientras Castiel bebía.-Aunque sí puedo decirte que te acompaño en el sentimiento de perder a alguien muy preciado a una edad donde....bueno, simplemente no debería ocurrir antes de los, qué, ¿cuarenta años?-y rió sin ganas, recordando su propio dolor. Miró su vaso, sin beber, concentrado en sus propias palabras.-El desamparo, el dolor, la confusión...el crecer antes de tiempo. Nadie debería poder arrebatarte a un padre.

Castiel lo miró, intrigado ahora él. ¿Qué le había ocurrido a Dean? ¿Por qué parecía como si a él también le hubiese ocurrido algo similar, cuando era tan improbable? Además, el rubio era policía. Entonces, ¿qué había pasado? Y, sobre todo, ¿por qué se habían conocido en esas circunstancias de mierda, en las cuales no podía preguntarle abiertamente porque era el principal (y único) sospechoso del caso que estaba investigando? ¿Por qué el Destino era tan cruel?

-¿Estás bien?-preguntó Dean, con preocupación, pues su compañero de cerveza estaba frunciendo el ceño con molestia.

-Sí.-respondió enseguida, y aclaró-No es nada.

-Puedes decírmelo, ¿lo sabes?

Dean lo miraba con una expresión similar a la de un cachorro recién rescatado, como si quisiera reafirmar (otra vez) que podía confiar en él. Castiel suspiró, pues no sabía si era efecto de la cerveza, o de los intentos intensivos del Winchester, pero estaba comenzando a ceder un poco ante esa honesta preocupación que le demostraba.

-Solo pensaba que me gustaría saber más de tu pasado, pero sé que es imposible.

El rubio pestañeó un par de veces, claramente sorprendido. Había supuesto que Castiel estaba aún triste o nostálgico por las escenas que había recordado recientemente. Sin embargo, el modelo volvía a sorprenderlo: estaba pensando nada más y nada menos que en él. En ellos. En su relación. En charlas, confesiones, conjuntas. Dean se sonrojó sin poder evitarlo, pues estaba abrumado por la honestidad de Castiel. A fin de cuentas, nadie se había interesado realmente en él de esa manera. Sí, tenía millones de personas que buscaban una buena noche con él; incluso, había roto algunos corazones de gente que no comprendía que él no podía salir con nadie, pues era un peligro. Sin embargo, siempre había sido todo mucho más superficial. Porque se notaba que Castiel no preguntaba por curioso, o para simular un interés que le diese lo que quería. Castiel parecía realmente interesado en su historia, como si quisiera comprender su pasado.

-Ahora no.-respondió como pudo, luego de un trago de cerveza para refrescarse la garganta y las ideas-Pero cuando todo esto termine...

-Cuando termine, será más imposible aún.-lo interrumpió Castiel, sombrío, como cada vez que hablaban del caso de Anna.

Dean bufó con molestia. Le dolía recordar (aunque en verdad jamás lo olvidaba) que él y Castiel tenían un abismo entre ellos imposible de saldar. Pero le dolía más aún la actitud derrotista del otro, como si no hubiese posibilidad de cerrar la grieta y por fin estar más cerca. Como si no quisiera hacerlo. O como si no pudiera.

Como si estuviese demasiado implicado en el asesinato de Anna Milton.

-Te propongo algo-dijo con firmeza, luego de un largo suspiro. No miró a Castiel mientras hablaba, no se atrevía-¿Podemos pensar que al menos esta noche somos solo Dean y Castiel? Olvidarnos un poco, poquito del lío en el que estamos metidos.

El asesinato de Anna Milton [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora