Accidente

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-¿Te molesta si me siento aquí?

La voz femenina lo sacó de sus pensamientos. Y vaya que lo agradeció, porque sentía que si seguía pensando en Castiel, como había estado haciendo desde su extraña conversación con Gadreel (bueno, en realidad pensaba en Castiel prácticamente desde que lo había conocido) su cerebro iba a estallar. Así que miró con una sonrisa a la mujer que le señalaba el asiento en la barra junto a él.

-Para nada.-respondió con sinceridad.

Una sonrisa felina se dibujó en el rostro de la muchacha, y se sentó sin dejar de clavar su mirada en los verdes orbes de Dean, claramente con intención de iniciar una conversación. Y no es como si el rubio fuese a negarse, a fin de cuentas Castiel lo había dejado solo al tener que trabajar, así que no tenía nada que hacer mientras seguía bebiendo su cerveza.

-¿Me dirás que haces aquí sentado, solo?-preguntó la mujer con gracia.

-¿Me dirás que es la primera vez que ves a un hombre sentado solo en una barra de un bar?-respondió ingeniosamente Dean.

-Un hombre guapo, que no parece estar borracho ni intentando ligar, sí, es la primera vez que lo veo.-comentó con una sonrisa divertida.

-Pues entonces tienes que salir más, bonita.

Rieron distendidamente. Dean notó en la muchacha esa mirada que no le era desconocida. Ese anhelo, esa vibración de conquista se adivinaba fácilmente. Era muy bonita, y había algo en ella que la hacía francamente interesante.

-Cassie.-se presentó dándole la mano.

Dean quiso reírse. No podía ser que la mujer que le parecía interesante se llamase casi igual que Castiel. Incluso recordaba que Gabriel lo llamaba Cassie. ¿Podía ser tan hijo de puta el Destino?

-Dean.-respondió tomando la mano.

-¿Y qué te trae por aquí, Dean?-preguntó simpáticamente.

-¿Ya empezamos con eso?-retrucó.

-Si prefieres, puedo preguntarte qué trabajo tienes, que familiares tienes, y en qué motel te hospedas.

Ambos rieron.


-Dos cervezas.

No tenía que mirar hacia la barra, no tenía que mirar hacia la barra, no tenía que mirar hacia la barra.....

-Eh, chico lindo.

Recién entonces oyó que le estaban hablando, y que estaba hacia algunos segundos parado enfrente de la mesa donde lo habían llamado.

-Lo siento, ¿podrías repetírmelo?

-Dos cervezas, bien frías.

-Enseguida.

Castiel volteó intentando pensar en el pedido y no en la escena que desarrollaba en la barra. Mala suerte la suya, tenía que dirigirse allí. Caminó a paso decidido y firme, pues mejor que fuese rápido. Llegó, tomó las cervezas sin mirar a nada ni nadie más, y comenzó a alejarse, aunque no pudo evitar oír dos risas, una de mujer y otra de hombre.

No cualquier hombre.

Debía concentrarse en trabajar. A fin de cuentas, Gabriel le pagaba para eso. No para estar volteando como un idiota a ver cómo el imbécil de Dean reía con una mujer. Está bien, él prácticamente lo había abandonado por ponerse a trabajar y ayudar a su hermano. ¡Pero tampoco era cuestión de que se pusiese a coquetear en sus narices con aquella chica! ¿Es que no podía estar solo un rato? Estúpido Winchester.

El asesinato de Anna Milton [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora