El sonido de un disparo

257 45 41
                                    


Para que vean que no soy tan cruel, y para remediar un poco las esperas entre capítulos, traigo un cap. largo y revelador <3 Disfruten, y ¡lean la nota al final, por favor! Es para evitar herir sensibilidades respecto a la historia de Castiel. 



-¿Esperas a alguien?-preguntó Gabriel con burla, ante las reiteradas (y mal disimuladas) miradas que Castiel echaba a la puerta de tanto en tanto.

El aludido enrojeció, y bebió un largo trago de su cerveza. Ante la insistente mirada de Gabriel, y su expresión de burla, se hizo el desentendido.

-Oh, ¿me hablabas a mí?-preguntó con fingida confusión.

Su hermano rió con diversión sin dejar de preparar los tragos.

-Eres increíble, Cassie.-respondió sin dejar de sonreír.

Castiel no contestó, avergonzado de su propia actitud. Mientras el otro chico entregaba los tragos pedidos, y reía con sus clientes, él no podía evitar recordar el oscuro encuentro que él y Dean habían tenido en ese sucio callejón. Y todo culpa del imbécil de Crowley. Y culpa suya, por no haberlo golpeado o haberse ido corriendo antes de que llegase el agente. Es que, ¿cómo mierda iba a saber que casualmente el mismísimo Dean Winchester estaba por la zona? Y el estúpido agente no dejaba de serlo en ningún momento del día o de la noche, siempre atento a conflictos a solucionar y gente a la cual ayudar. Castiel bebió otro trago de su cerveza, buscando que el alcohol calmase un poco su agitada mente, que parecía debatirse entre la resignación de haber perdido cualquier posibilidad de conversación normal con Dean y la alegría de saber que esos encuentros que le revoloteaban las hormonas no ocurrirían más. Pero, ¿por qué tenía que haber sido de esa manera? Luego de tanto proceso personal, de decidir por fin abrirse un poco con ese idiota tan amable, y todo se iba al mismísimo infierno de un momento a otro sin que pudiese elegirlo o detenerlo.

-Si no te conociera, diría que eres uno de esos hombres que vienen a ahogar penas en alcohol, y que en menos de dos horas estarás tirado en la barra contándome tu vida. Bueno, otra vez.

Castiel lo miró con el ceño fruncido.

-Vine aquí solo porque tú me sacaste de casa a las rastras, no sé si recuerdas.

-Hey, ya me habías dicho que hoy vendrías. No sé qué te agarró de pronto que quisiste quedarte en tu mugroso departamento.

-Será un departamento pero es mucho más limpio que tu casa. Además, seguro me trajiste solo para ponerme detrás de esa barra en un rato.

Gabriel iba a responderle pero su teléfono sonó.

-¿Cómo que no vienes? Creí que estaríamos los tres hoy, como los mosqueteros y esas mierdas. Seguro te vas de fiesta con alguien más, ¿no?-Castiel río.-No te rías Cassie, que nos han abandonado.-y volviendo al auricular, continuó-Tú, idiota. Bueno, de cualquier manera sabes dónde encontrarnos, si es que no te restrinjo la entrada.

Cortó la comunicación y bufó con fastidio. Castiel, sentado, rió un poco. Aún recordaba aquel Gabriel decepcionado de la gente que había conocido, y no podía evitar alegrarse cuando veía que había recuperado su instinto social y amigable, a pesar de todo.

-¿Te plantaron?-preguntó con burla.

-Nos plantaron.-corrigió Gabriel.-Era una juntada de tres. Además, a ti te plantaron doble, por lo que veo.-retrucó.

El oji azul bufó con indignación, sintiéndose vulnerable ante las burlas de su hermano. Tomó otro trago de su cerveza para disimular lo idiota que se sentía esperando una visita que, sabía, no iba a ocurrir.

El asesinato de Anna Milton [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora