Las Visitas

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Dean abrió los ojos con algo de cansancio justo cuando Sam salía del baño, recién bañado. Se frotó el rostro en un intento de despabilarse, mientras se sentaba en la cama.

-¿Qué hora es?-preguntó con un bostezo.

-Temprano, pero tenemos mucho que hacer.-respondió Sam.-Ya compré el desayuno.

El rubio reprimió su sonrisa. Sí, la vida de los Winchester no era fácil. Era agotadora en todos los sentidos. Pero al menos se tenían el uno al otro, y eso era suficiente. A veces. Por ahora, al menos, lo era. Se levantó y se sentó en la mesa, mientras su hermano hacía lo mismo tras haberse vestido.

-Ahora sí puedes contarme el resto de la charla con Gabriel.-comentó distraídamente Dean mientras tomaba su café.

Sam entrecerró los ojos, mirándolo con cierto reproche. La noche anterior Dean había llegado de un humor francamente intratable: no le había dicho ni una palabra de lo que había hecho, y literalmente se había tirado a la cama. Sam ya conocía esa actitud en su hermano aunque raramente lo veía tan, pero tan hastiado.

-¿Me dirás que hiciste ayer luego de que me cortaras el teléfono?-atacó sin dejar de mirarlo.

Dean suspiró con cansancio.

-Es muy temprano para esto, Sammy.

El rubio siguió tomando su café y comiendo, demostrándole que no daría su brazo a torcer.

-Dean, ¿fuiste a ver a Castiel?

-¿Tengo que darte explicaciones de todo lo que hago?-preguntó indignado. Ante la afirmación con la cabeza de Sam, bufó.-¡Sí, fui a ver al bastardo que me mintió! Ahora, ¿me dejas comenzar bien el día?

Sam negó con la cabeza, molesto con las reacciones de su hermano, y preocupado por su falta de tolerancia con Castiel. No es como si fuese el primer sospechoso en mentirles, y menos cuando recién estaban comenzando el caso. ¿Por qué tanta ira, entonces? Dean se veía realmente molesto. O peor.

Se veía realmente dolido.

-Gabriel me contó cómo conoció a Castiel. Es una historia bastante curiosa, ciertamente.

Había dado en el clavo. Si Dean parecía distraído, esas simples palabras bastaron para que alzara la cabeza de la comida y le hiciera un gesto de que continuase, indudablemente intrigado por aquello. Sam le relató brevemente lo mismo que Gabriel le había contado: la conversación en el bar, la pelea, Castiel yendo a ayudarlo sin conocerlo, la propuesta de Gabriel, la duda del otro, su final aceptación. No permitió que Dean lo interrumpiese, aunque su hermano parecía tan compenetrado en el relato que quizás no lo hubiese hecho de todas formas.

-Eso es todo lo que Gabe...Gabriel, me dijo.-se corrigió.

Dean parecía tan sorprendido de todo lo que le había relatado que no reparó en la manera en la que su hermano había llamado al dueño del bar.

-Espera, ¿me estás diciendo que Castiel, el maldito mal humorado que conocimos, ayudó a Gabriel así como así?

-Eso me dijo Gabriel. Sinceramente no parecía estar mintiendo.-dijo honestamente.

-Tengo que creerte eso.-sabía que su hermano tenía un especial sexto sentido para ese tipo de cosas. Aunque aún no estaba convencido.-Pero es rarísimo. O sea, ya es extraño que un completo desconocido se meta en una pelea de bar.

-Bueno, recuerda que era Gabriel contra cuatro o cinco hombres más. Probablemente nosotros hubiéramos hecho lo mismo.

-Pero no somos unos bastardos como Castiel.-dijo en un bufido.-Además, eso puedo aceptarlo. Sin embargo, ¿ir al otro día a ayudarlo a ordenar y reparar todo? ¿Así como así? No lo creo. No parece ese tipo de persona, si es que existen realmente.

El asesinato de Anna Milton [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora