Capítulo 22 Reunión "inesperada"

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Por un momento me olvidé de todo. Olvide mis miedos, mis obligaciones, el lugar donde estábamos y el lugar donde se suponía que debíamos estar.

Solo quería seguir sintiendo los labios de Shirou en los míos, o poder recorrer su cuello y rostro con mis labios disfrutando de los suspiros y ligeros gemidos que se le escapaban. Había descubierto una de sus debilidades, Shirou era muy sensible en el cuello. Aunque él tampoco se quedó atrás al descubrir que me gustaban las caricias en mi cabello mientras el me dejaba besar y explorar todo su torso con mis manos.

— Mmm Akio — suspiró y él también se puso a explorar mi torso causando que se me erice la piel.

— Shirou — solo quería estar con él. No quería nada más.
De repente él se detuvo aunque no me importó mucho.

— Mmm Akio, espera tenemos que...—

— Cállate — le ordené e impuse el silencio besando sus labios, jugando con ellos mientras mis manos acariciaban su espalda y él soltaba un jadeo. Que no voy a negar me gustó mucho y quise repetirlo.

— A-Akio... Alguien viene — me dijo y aquello me hizo despertar del hechizo en el que estaba atrapado.

A lo lejos se escuchaba que alguien abría la puerta que habíamos forzado. Nosotros aún seguíamos en la pista de hielo aunque en un rincón. Teníamos que salir si no estaríamos en serios problemas.

— Tsk — a regaña dientes me separe de él. Y rápido nos quitamos los patines tirándolos por ahí.

— ¡Malditos mocosos! ¡¿Porqué vienen a allanar mi negocio!?— gritaba una mujer muy enojada.

Tome a Shirou y nos escondimos entre las gradas, esperando que la mujer se fuera.

— Akio — me susurró Shirou quien estaba debajo de mi — Tenemos que salir —

— No, espera un poco más— le susurre en respuesta. Cuando la mujer pasó lejos de nosotros nos levantamos y corrimos lejos.

— ¡Espera Akio! ¡Mi caja!—

— ¡Tienes que estar bromeando!— le reclame cuando ya estábamos fuera y solo teníamos que correr a su casa. Mire en su cara que de verdad estaba arrepentido de olvidarla y también vi que quería regresar por ella.

— Muy bien, tú quédate aquí. Iré por la caja — le dije y volví a entrar.

Esta vez tuve más cuidado ya que ahora una vieja loca estaba atenta a lo que sucediera.

Me acerqué sin problemas al lugar donde a Fubuki se le olvidó la caja.

«Fue más fácil de lo que imagine» pensé agachándome para tomar la caja y de repente una gran sombra apareció indicándome que tenía una persona detrás de mi.

Al voltear vi a una mujer, no muy alta pero que usaba una escoba en alto para defenderse (lo cual me pareció patético e innecesario pues yo podría solo tirarla y correr) tenía una mirada furibunda pero al verme su expresión cambió a una de sorpresa y luego a otra de alivio y algunas lágrimas se asomaron por sus ojos.
Estoy seguro que mi cara se descompuso también en cada una de las expresiones por las qué pasó ella pero mi rostro al final mostró coraje contra ella.

— ¡Akio!— soltó la escoba cosa que provocó un fuerte ruido — ¿Q-Qué haces aquí? No deberías estar aquí — susurró preocupada mirando para todos lados como si esperara la llegada de alguien más.

— ¡¿Solo eso tienes que decir?! — le dije molesto y me levante con la caja — ¡No me vengas con esas cosas! ¡Tendría que ser yo quien te pregunta qué haces aquí! ¡¿Desde cuando estas aquí?! ¿¡Porque nunca hiciste el intento de contactar conmigo!? — le gritaba muy molesto esperando respuesta pero esta nunca llegó. No podía evitarlo, todos estos años preocupándome por ella pese a que me abandonó, pese a lo mucho que sufrí ante las manos de Maito y ella había estado aquí muy tranquila — ¡No te interesa responder nada de eso por lo que veo!— le dije molesto empezando a marcharme.

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