Capitulo 17 Hospital

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Con el fin de la última clase del día, guardé mis cosas en mi casillero y me fui caminando (casi corriendo) hasta el hospital. Fubuki ya llevaba días despierto pero dijeron que tenían que hacerle algunas pruebas debido al tiempo en que estuvo en coma así que lo visito cada día después de la Universidad.

Al traspasar las puertas del hospital me topo con Fuyuka.

— Si buscas a Fubuki, está afuera — me señala el jardín donde está Shirou.

— ¿Otra vez? No se supone que debe estar en su habitación descansando. — dije un poco molesto y camine en la dirección indicada.

El jardín del hospital era grande y bastante agradable, había algunos árboles para sentarse a su sombra y también había una fuente en la que los niños jugaban lanzando piedras.

Encontré a Fubuki haciendo pases con un niño.

— Lo haces muy bien, Tsurugi — dijo animando al niño de pelo azul marino mientras hacía unas dominadas.

— Gracias — sonrió el tal Tsurugi — Ahí va, Fubuki — dijo haciendo un pase aéreo en dirección al peliplateado.

Sé que Fubuki quería hacer una recepción, primero de cabecita y luego bajarla por el pecho pero eso no lo permitiría. Me atravesé en el camino de la pelota y la atrapé.

— Hola Akio — dijo Fubuki sonriendo.

— Nada de "Hola, Akio" Se supone que deberías estar descansando en tu habitación — le reclame — Además, no deberías bajar de cabecita los balones —

— Te preocupas demasiado — dijo haciendo un gesto para quitarle importancia al asunto — Además solo estoy jugando —

— Jugarás cuando los doctores te den de alta —

— Para eso faltan días, yo quiero jugar ahora — me quito el balón — Vamos, a jugar — dijo pasándome el balón.

— No, tu regresarás a tu habitación — cuando iba a tomar el balón el Niño me lo quita.

— Será acaso que tiene miedo ya que no sabe jugar Fútbol — se burla.

— Si, tal vez sea eso, hace años que no juegas Akio — pone una mano en su cabeza y finge tratar de acordarse de algo — Creo que estoy empezando a olvidar cómo jugabas —

— ¿Va a dejar que lo olvide?—

Sabía que me estaban provocando pero... Igual caí tal como ellos esperaban.

Nos la pasamos corriendo por los jardines del hospital hasta que el niño se fue con sus padres.

Cuando me giro para ver a Fubuki, este se había escondido pues sabía que lo llevaría a su habitación otra vez. Pero veo dónde se esconde así que simplemente rodeó el lugar donde está escondido y lo acorralo para que no escape.

— A-Akio — susurra sonrojado y nervioso por tenerme cerca. Me empiezo a divertir con sus reacciones pero también empiezo a mostrar mis emociones por él, sentía mis mejillas arder y mi corazón latir como loco.

— Tienes que regresar a tu habitación — le dije sonriendo un poco.

— No quiero — me reta y se cruza de brazos.

— Bueno, porque tú lo quisiste así — me encojo de hombros y lo tomó de la cintura para cargarlo en mi hombro como un costal de papas.

Fubuki reía y no puedo decir que pasamos desapercibidos pues no lo hicimos, muchas enfermeras me regañaron por llevarlo así pero no les hice caso.

Al llegar a la habitación había un desorden, había muchos periódicos viejos, además de varios álbumes de los que había traído Midorikawa y algunos que le trajeron sus padres.

— ¿Qué te dijo el Neurólogo?— pregunte aún teniéndolo cargado como un costal de papas.

— No tengo amnesia — me dijo alzándose un poco — Tengo una Laguna, una Laguna de todo el tiempo en que estuve en coma y simplemente quería informarme de lo qué pasó ese tiempo y... Asegurarme que no olvido nada, el doctor dijo que estoy bien que sólo debo hacer un repaso de mi vida — lo baje y lo puse en la cama.

— Está bien, lo que digas está bien pero debes tener más orden. Este lugar parece un chiquero — era una de nuestras habituales discusiones cuando compartimos habitación en la isla Lotticon. Él siempre dejaba todo regado por ahí mientras que yo era muy ordenado.

Me agaché a levantar un periódico dándome cuenta de que era el de nuestro accidente.

— Perdón Fubuki — le dije sintiendo una opresión en el pecho — Por mi culpa perdiste mucho — tal vez dijeran que sólo eran días perdidos y que los repondríamos de alguna manera pero eso es casi imposible. El tiempo perdido no se puede recuperar, Fubuki no podría recuperar las clases que perdimos y, tampoco recuperaría las posibles salidas que debimos haber tenido en su momento.

Siento la mano de Fubuki acariciar suavemente mi mejilla.

— Tranquilo Akio, no fue tu culpa —

— Sentí que no volvería a hablar contigo — le confesé tomando la mano que tenía en mi mejilla.

— Ya ves que no, estamos hablando los dos aquí — sonrió de manera cálida para mi — ¿Cómo estuvo la escuela hoy?— pregunta cambiando de tema acomodándose en la cama. Me senté junto a él y empecé a platicarle lo que me pasó ese día.

Mientras avanza la tarde ambos nos acomodamos mejor en la cama, disfrutando de la compañía del otro. A veces nos quedábamos callados otras veces reíamos sin parar en otras discutíamos tanto que nos venían a callar.

Al final del día para despedirme me acerqué a él y bese su frente. Fubuki no terminaba de acostumbrarse supongo que lo ponía nervioso o confundido y no es para menos. Pero yo estaba seguro que le quería y está era mi manera de despedirme cariñosamente de él.

— Descansa, te veré mañana — sonrío mirándolo sonrojado. Puse mi mochila en mis hombros y cuando estaba por salir, él se acercó a mi y beso mi mejilla.

— N-Nos vemos mañana — sé que mi cara estaba ardiendo, y la de él también pero él se escondió entre las sábanas de la cama para que no lo viera y en parte me alegro porque así no vería mi cara de tonto enamorado.

Por desgracia al salir mi sonrisa se esfumó, frente a mi estaba al tipo que menos quería ver, el que destrozó mi familia. Maito.

Trate de esquivarlo e ignorarlo para irme a casa.

— Tenemos que hablar, si no, creo que tú lindo amiguito se verá involucrado —

— ¡No te atrevas a hacerlo!—

— Pruébame. No contestas mis llamadas, tengo que hablar contigo de alguna manera y esta parece ser la manera de hacerlo —

— Te daré 5 minutos, luego de eso te largas — por la calle vi llegar a Midorikawa y Hiroto, seguro venían a ver a Fubuki. Empecé a caminar y Maito me siguió, solo escucharía lo que tenía que decirme y ya.

Una Simple PreguntaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora