Capitulo 13 Mi pasado

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Bien, ¿qué puedo decir que no sepan ya? Mi padre fue un ingenuo y se dejó embaucar por alguien más listo y poderoso que él. Al no poder con la presión desapareció dejándonos solos a mi madre y a mi. Mi mamá, bueno ella quería lo mejor para mi y me enseñó a ser fuerte... Lo que no saben es que ella tuvo que hacerse cargo de la deuda y trabajaba mucho además de que desahogaba sus penas en alcohol lo cual nos hizo distanciarnos.

Luego pasó lo del Verdadero Instituto Imperial, cuando use a Sakuma y Genda para que hicieran las técnicas prohibidas.

Tiempo después el entrenador Hibiki me llamó para formar parte de la selección nacional. Ganamos, fuimos al FFI donde me fui acercando poco a poco al equipo y donde me hice más cercano aún de Fubuki.

Pasamos por muchas cosas en esa isla los dos juntos, sobre todo como compañeros de cuarto. Los dos éramos un desastre, ambos éramos tan diferentes que no había caso, igual nos las arreglamos para vivir juntos ese tiempo.

Discutíamos, jugábamos e incluso creamos una técnica especial juntos. Por desgracia FFI pasó muy rápido, de hecho casi me pareció irreal cuando regresamos a Japón con el trofeo en nuestras manos.

Supongo que estaba feliz por todo lo que pasamos. Nos enfrentamos a los mejores y ganamos ¿qué mas se necesita para demostrar que pude hacerme fuerte? Una despedida. Ahí fue cuando me di cuenta lo que en verdad cuesta decir adiós. Y para colmo lo estropeé de la mejor manera con Fubuki.

Al llegar la primera parada no podía ser otra que la del Instituto Raimon donde la escuela organizó una fiesta de bienvenida. Hablamos con muchas personas, algunas ni las conocía pero igual compartí momentos con ellos.

Cuando todo se acabo cada quién se fue a su casa, a Kidou lo recogieron en una limosina (vaya sorpresa). Mientras que el resto de nosotros nos fuimos a pie a nuestras casas. Pero antes de irme yo a mi casa acompañe a Fubuki a la estación del tren, el no pudo ocultar para nada que estaba triste porque nos separábamos así.

— Más te vale no llorar — le amenace cuando estábamos sentados esperando su tren. Veía sus ojos cristalinos y su sonrisa era muy triste.

— Perdón pero... Quisiera quedarme más tiempo conmigo—

Aquello me tomó desprevenido. Y como buen bocón sin sentimientos dije.

— Pues yo no, ya tuve suficiente tiempo contigo... Me alegra deshacerme de ti — ni siquiera recuerdo cuando le ordene a mi cerebro que dijera eso. Me crucé de brazos y fruncí el ceño para mirar a Fubuki — O-Oye, no te pongas así — le dije al ver que en serio de afecto lo que dije. Agacho la mirada y dejo que su cabello cubriera sus hermosos ojos grises además de que percibí su labio inferior temblar.

— Deseo concedido — susurro en el momento justo cuando llegó su tren y subió abordo sin mirar atrás.

¿Qué hice ahora? Me preguntaba mientras caminaba de regreso a mi casa y pateaba una lata vacía.

— Estoy en casa — dije abriendo la puerta y por un momento esperé escuchar a mi madre decirme "Bienvenido" y preguntarme cómo me fue en los partidos. Vaya que fui ingenuo. La encontré en el sillón de la sala principal con una botella de licor en mano y ella dormida completamente. La hice recostar y la abrigue con la sábana que estaba ahí.

Sin querer la hice despertar.

— Oh, ya llegaste — dijo con voz de pito mirándome con el ceño fruncido — Ya era hora, ¿porque tardaste tanto?—

— Mamá, estuve fuera en el FFI ¿recuerdas?— ella asiente — Por eso tarde —

— Si, bueno. Ya casi trae la cena así que no llegas tan tarde —

— ¿Quién trae la cena?—

— Mi novio, Maito — aquello me descoloco por completo — Quita esa mirada, tu padre me abandonó hace años y luego tú te vas a jugar tu fútbol dejándome sola también, necesitaba la compañía de un hombre y él apareció —

— Tsk... Vaya hombre resulta ser si te deja vivir en estas condiciones — mirando a mi alrededor todo era un asco, había periódico roto por todos lados, las plantas no estaban regadas, había recibos de luz que estaban próximos a vencer y sobre todo había muchas botellas de licor regadas por el lugar.

— No digas cosas malas de él — me regaña mi madre — Ve a tu habitación y desempaca—

Hice lo que me pidió de mala gana. Mi habitación seguía igual que como la dejé si acaso tenía una capa de polvo más que en el resto de la casa.

— Maito ya llegó — dijo mi madre cuando escuchó que una moto aparcó en el jardín de la casa — Espero se lleven bien ¿si? Se amable aunque te cueste la vida —

Apenas entro ese tipo supe que tendríamos problemas pues nunca nos podríamos llevar bien.

Tras una cena muy incómoda llena de miradas de odio y comentarios horribles fui a mi habitación.

Abrí la ventana y mire la luna un rato. Me empezaba a preguntar si Fubuki habría llegado bien a su casa. Mi celular sonó en señal de que recibí un mensaje.

«Aún si no estás preocupado déjame informarte que llegue a mi casa sano y salvo» era de Fubuki.

«No quise lastimarte con aquello. Y me alegra que hayas regresado a casa bien»

« :)»

«¿A qué se debe esa cara sonriente?»

«Estabas preocupado por mi»

«Nunca dije eso»

«Pero tampoco lo negaste»

No valía la pena seguir discutiendo eso, me hizo sonreír esta situación.

«Me voy a dormir. Descansa tú también Fudou»

«Tu también»

¿Ven? Aún cuando estábamos lejos no podía dejar de buscarlo y él aparecía cada vez que tenía un mal momento. No podía separarme de él pese a lo que dije, nunca me podría cansar de él... Hasta accedí a que me llamara por mi nombre de pila y eso no lo gana cualquiera. Les contaré de eso más adelante.

Una Simple PreguntaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora