2. ·˚ ༘ ༉

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Roseanne Park, una niña nacida en Australia, ella era el frutito del amor de sus padres, con el paso del tiempo, se convirtio en una hermosa niña, salieron a la luz, dotes como él canto. A la edad de 16 años, su amado padre fallece de una enfermedad, dejando a ella y su madre solas.

Ella en ese tiempo prefería pasar tiempo a solas, y en su habitación. No le gustaba lidiar con su madre en estado de ebriedad. Meses después, escuchó como su madre hablaba, con su ya nuevo novio, Roseanne sintió su corazón siendo aplastado como una lata, lo unico que se le ocurrio en su mente fue, que ya ella, ya había superado la muerte de su amado padre.

Ambas se mudaron a Corea, en el humilde hogar de su ahora, padrastro. Al principio, Roseanne solo fingia caerle bien al hombre canoso, pero de a poco, cuando su madre, estaba tranquila trabajando, ella sufria los abusos de su pareja, golpes, dejando marcas, moderudas en su cuerpo, ella agradeció que él no llegará más allá.

Pero a la edad de 17 años, su bella vida, se quebró en miles de pedacitos.

Su padrastro la había vendido a un prostibulo.

Unos hombres ese día, la sacaron a la fuerza, ella vio con sus ojos rojos a su madre, pero ella, no mostraba ninguna pizca de tristeza, ni mucho menos de arrepentimiento, ahí fue cuando, ella, ya no tenía padres. Ahora en la actualidad, con 18 años, vivia de atender, servir, bailar, y en algunas ocasiones, follar. En ese mundo oscuro, apareció un angel, y su ahora mejor amiga, Kim Jennie.

Roseanne le contó su vida a esa castaña, de ojos gatunos, ella la comprendió, en cambio a ella, la secuestraron, y la trajieron a ese mundo, con el tiempo, la amistad se hizo fuerte y duradera. Roseanne agradecía a dios, que Jennie haya llegado a su vida.

—Qué triste que te pase lo tipico en las historias, ver a una persona que no volverás a ver.— hablo la rubia mientras se acomodaba su corto uniforme, dejando ver su redondo trasero.

—Mucha lectura Rosie, mucha lectura. Pero no te niego que me encantaría volver a ver a ese lindo chico rubio.— dijo Jennie mientras se veía al espejo, suspiro al ver su lindo cuerpo en ese pegado uniforme, el escote en forma de corazón.

—Algún día lo verás Nini...— dijo ella para sonreírle.— ¿a veces no te gustaría salir de esta mierda de lugar?

—Claro que si, y tener una vida normal de mujer joven, pero no, estamos en esta mierda...

—Pero al menos te tengo a ti Nini.— dijo con su dulce voz la australiana y mirar de reojo a su amiga.

—¿Te he dicho que te quiero mucho Rosie?— la castaña abrazó a su amiga y le dió un beso en su mejilla.

—Muchas veces Nini, muchas veces.— rió un poco Rosé, la puerta se abrió abruptamente, dejando ver a ese hombre que tanto odiaban Rosé y Jennie.

—Dejen su espectáculo lesbico, y salgan a ordenar el lugar, en horas abrimos.— se fue del lugar y Jennie levanto su dedo de al medio.

Ambas chicas salieron de su camerino, y se fueron a él gran salón, habían sillones de cuero negro, con algunas decoraciones en dorado, el piso de alfombra de un rojo italiano, y lo que caracterizaba el nombre del lugar, el techo iluminado con un montón de clasicas lamparas de cascada, la paredes del mismo color que los sillones.

En el centro, yacía un mini escenario y una pasarela, en el centro un largo tubo de metal, Rosé saludo al barman, YoungJae, él aparte de la castaña, eran sus amigos, hablando de las otras mujeres que trabajan con ellas, olían a arrogancia. Se creían las reinas del prostibulo, algo que a Rosé y Jennie no les interesaba.

Mientras ordenaban, su jefe, observaba a sus sirvientas, como ordenaban su negocio, se paseaba y algunas veces le pegaba en las nalgas a las chicas, algo que Rosé a experimentado, y querer cortar su piel tocada por él asqueroso hombre.

Ella al terminar de limpiar, se acerca al bar y le sonrie a su amigo.

—Hola YoungJae.

—Hola Rosie, ¿Que tal todo?— pregunto el chico de cabello azul mirando a la rubia.

—Pues ¿Que decirte? No querer trabajar.— dijo alzandose de hombros la chica. YoungJae le extendio un vaso con liquido amarillento.

—Entonces, ¿Un jugo de mango no te hará un poco feliz?— a Rosé le brillaron sus ojitos, le arrebató el vaso a su amigo y bebio un poco. Le encantan los mangos.

—Tu presencia y tus jugos de mango me hacen feliz.— dijo Rosé para sonreirle al chico y este devolverle la sonrisa.

El canoso elevó su voz, dando la orden de preparar sus habitaciones especiales.

Algo que Jennie y Rosé odiaban.

¿Quien ordena una habitación para luego en unas horas más estar sucia con semen?

Exacto, Rosé y Jennie lo hacían.

La rubia miraba la habitación con cierto asco, recondando la vez en la que perdió su virginidad, con el viejo canoso. Recordar eso le daba nauseas, y ganas de morir. A los minutos, sonrio un poco al ver todo ordenado, y respiro el dulce olor que desprendían las velas aromaticas.

Estaba lista, para un nuevo día.

En City Lights.







𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚌𝚘𝚛𝚛𝚎𝚐𝚒𝚍𝚊.

City Lights┊Rosekook (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora