XXIII

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Se detuvieron entrando en otra casa, Clayton ya perdió la cuenta de cuántas veces lleva haciendo esto. Akiza puso un dedo en su propia boca para que se mantengan estáticos.

Creo que por esa calle hay unos dos soldados — Susurro.

¿Para donde nos vamos?

— Eso estoy pensado...podría distraerlos

— No, definitivamente no dejare que hagas eso

— No soy tan débil como tú pien...

— No es eso...no quiero que te pase lo mismo que a Joel o Vanessa

— ¿Joel o Vanessa?, ¿de que hablas?

Los dos se agacharon y fueron a una pared gateando cuando escucharon los pasos de las botas a un costado de la casa. Se pusieron en un lugar donde la oscuridad sea más nítida y evitar ser vistos.

Creo que están hablando... — Dijo ella.

¿Logras oír que?

— Déjame ver...

— No te arriesgues si no puedes oírles...

Akiza pegó la oreja en la pared, cerró ambos ojos y se concentró en esas voces apagadas. Dos hombres.
Intento pegarse más contra la madera.

No entiendo por qué tomarnos tantas molestias por un hombre, solo reemplácenlo y ya

— No es tan fácil. Son órdenes directas del doctor Lifer y ya sabes que no podemos ignorarlas

— Muéstrame de nuevo la tableta quiero ver al sujeto

— Aquí tienes.
Clayton Greco recién llegado hace unos días

— Quien diría que es el primer nuevo que consigue llegar tan lejos

— Creo que vi algo por allá

Los tipos se alejaron pero Akiza aguardó ahí mismo para no caer en una posible trampa. Cuando estuvo segura de que este todo a salvo le hizo una seña a Clayton para continuar el trayecto.

Para su suerte no hubo más soldados cerca, uno que otro pero a lo lejos y distraídos con otros habitantes o simplemente aburridos haciendo otras cosas que no sea vigilar.
Akiza sonrió cuando llegaron a la calle, Clayton en seguida reconoció el vecindario ya que es como lo recordaba.

Podemos ir tranquilos es imposible que ellos vengan aquí

Ahora si quédate detrás mío...es probable que ese hombre nos intente hacer algo

¿No dijiste que sabías lo que hacías?

— Lo que no estoy seguro es si me va hacer caso

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