Mañana del 6to día después del desembarco
-Mi señora, – protestó Illian – ¿Qué es lo que pretende? ¡Este hombre intentó matarla a usted y a toda su familia!
Intre ignoró sus palabras, tomó a Sai del brazo y se alejó un poco del resto del campamento. Illian intentó seguirlos, pero Dianne lo detuvo, increpándole que los deje hablar en privado.
-Veo que Illian sigue igual – le susurró Sai, mientras se separaban del grupo.
-Nunca se cansa – le respondió, riendo en voz baja.
Una vez se detuvieron, volteó a mirarlo. El tiempo en prisión no le había hecho ni un favor. Con el pelo y la barba desaliñada, cualquiera podría haberlo confundido con un mendigo.
-¿Cómo te están tratando? – preguntó Intre, mientras lo inspeccionaba. Sai notó su genuino interés por su bienestar.
-Mejor que en la prisión de Pietá, debo de admitirlo; aunque la comida en La Quimera es mucho peor. Pero, bien, ¿de qué se trata todo esto, Intre?
-¡Señora de Alquist, para ti! – le gritó Illian a la distancia. Sai solo atinó a sonreír.
-Estoy llevando a un grupo de la vanguardia hacia el oeste. Queremos encontrar una ruta hacia Primer Desembarco, y ver de encontrar un lugar apto para fundar una ciudad. Quiero que me acompañes.
Sai la miró extrañado.
-Déjame ver si te entiendo. ¿Quieres que deje la comodidad de mi celda para acompañarte por territorio portencialmente hostil en una isla desconocida?
-Así es – replicó, con una sonrisa pícara en su rostro.
-¿Y qué pasa si me rehúso? ¿Tus hombres me arrastrarán todo el camino?
-Yo no te obligaré a nada, Sai. Quisiera que me acompañes como un hombre libre. Si aceptas, removeré tus grilletes y me aseguraré que nadie se atreva a ponerte un dedo encima por los crímenes que has cometido. Tienes mi palabra.
-¿Por qué a mí? ¿Sabes que intenté matarte, no?
-Porque confío en tus habilidades con la espada más que en las de cualquier otro soldado de esta expedición. Y no soy estúpida, se del riesgo que estoy corriendo. Creo que podrías ayudarnos en esta travesía.
Sai rompió a reír. Intre le sonrió de vuelta.
-Muy bien, mi señora. Acepto sus condiciones. Espero que no se aburra de mi presencia en este viaje.
-Entonces arrodíllate.
El asesino se postró ante ella. Intre desenvainó su estoque y lo colocó en su hombro.
-Como heredera de la casa de Alquist, yo, Intre, tercera de su nombre, absuelvo todos los crímenes de los que eres culpable. Sai, la hoja negra, ¿juras lealtad hacia mi casa y mi causa?
Sai levantó la mirada.
-No juraré ante tu casa, ni la de ningún noble. Pero juro lealtad a ti, Intre Alquist. Mientras estemos en esta Isole Senzafine, mi espada es tuya.
-Eso me basta. Levántate. Desde ahora en adelante no eres un esclavo del Imperio, eres mi vasallo. Partimos en media hora. ¡Illian!
-Mi señora – respondió el caballero.
-Por favor, consíguele algo de ropa a este hombre – le respondió, mientras se acercaba de vuelta al campamento.
-¿Es esto sabio, Intre? – preguntó Thomas, un tanto asustado – Ese hombre es conocido por haber asesinado a una escuadra entera por su cuenta.
-No te preocupes, no creo que sea tan estúpido como para intentar algo en contra nuestra – le dijo.
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Intre terminó unas coordinaciones con el Capitán Langley, y aprovechó para comentarle sobre la posibilidad de que la tripulación de La Almenara se encontrase aún con vida. Cada dos días, al mediodía, La Quimera haría señales de luz para comprobar que el estado de la partida de Intre esté en óptimas condiciones, y apoyarlos en caso sea necesario.
Una vez todos se encontraron listos, se dispusieron a partir. Para su sorpresa, el Hierofante Gregor se apersonó a despedirlos. Luego de otorgarle una bendición a la partida, se acercó a Intre para hablar personalmente con ella.
-Mi señora de Alquist – le dijo en su voz ronca, con un ligero olor a vino - mi aprendiz ya debe de haberle informado ya de los peligros que pueden existir en esta isla. Espero puedan retornar a salvo. Esta expedición va a necesitar de gente como usted si esperamos sobrevivir si quiera un año en Senzafine.
-Gracias por sus palabras, Padre. No se preocupe, regresaremos con vida, y con suerte encontraremos a Sorin.
-Cuide de Thomas. Es un poco estúpido a veces, pero es bueno en lo que hace. Por favor, tráigalo de vuelta. Tome esto.
Gregor le alcanzó un pequeño talismán, que tenía la forma de una tela de araña.
-Esto es... es un atrapasueños. No he tenido tiempo para preparar más, pero me parece importante que usted lo tenga.
Intre le agradeció. Una vez se lo puso, se despidió del Hierofante, montó su caballo y partió hacia el oeste, con Sai, Illian, Thomas y Dianne y 15 soldados siguiéndola a sus espaldas.
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Senzafine
FantasyPara evitar un matrimonio planeado, Intre Alquist se unió a la expedición de ultramar para colonizar Isole Senzafine, un territorio recién descubierto e inexplorado. Pero pronto descubrirá que la Isla alberga todo tipo de misterios y horrores, lo qu...