Capítulo 11: Te estás enamorando.

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Que a gusto se está en la cama un lunes sin tener que madrugar. Intento darme la vuelta en la cama, pero choco con algo. Maldita sea. Abro muy lentamente los ojos para que no me duelan con la luz del sol. Una espalda, que divertido.

Joder, es James. Yo quería que fuése Manu. Resoplo.

-Jameeees-intento hablar normal, pero suena más como un gemido con la 'e' más larga de lo normal.

-¿Mm?- afirmo que está todavía más adormilado que yo. Esto es algo que tenemos en común, somos los dos unas marmotas.

-¿Que hora es?

Resopla y automáticamente ruedo los ojos. ¿Tanto le cuesta mirar el reloj?

-Yo que sé. Mira el móvil, perezosa.

-Cállate ya.

¿Dónde estará mi móvil? He estado tan ocupada en imaginar mi boda con Manu que ni siquiera me he preocupado en llamar a mi familia. Mi madre tiene que estar de los nervios. Ni siquiera he visto a Lucas en un tiempo. Soy un desastre.

Con toda la pereza del mundo, y como si mi cuerpo pesara una tonelada, me levanto torpemente de la cama. No hace falta buscar mucho, ya que veo mi amado móvil encima del mueble-bar.Son las once y cuarto, y tengo cinco llamadas perdidas de mi madre, tres de mi hermano, una de una amiga mía de Barcelona, y más de trescientos whatsapps. ¿No puedo dejar ni un día tranquila el móvil? De repente llega el sentimiento de culpabilidad por no llamar a mi madre. Olvido a lo que más quiero por querer pasármelo bien. Decido llamarla. La echo muchísimo de menos. Es lo mejor que tengo. Y lógicamente a mi padre también, el caso es que siempre congenié mejor con mi madre. Mi padre es el típico empresario serio, que está igual de cortés en la oficina que en su propia casa. Sé que me quiere, y sabe que yo a él también, pero no tengo tanta confianza como con mi madre. Con él hablo mas de los estudios, de la universidad, es decir, cosas serias. En cambio a mi madre sé que puedo contarle absolutamente todo y siempre me apollará.

-¿Mamá?

-Hola cariño. ¿Cómo estás cielo? Te he llamado un montón de veces.-al escuchar su voz se me forma un nudo en la garganta. Y sé que me falta poco para romper a llorar. Suspiro, y hecho valor para contestarle firmemente, como si no pasara nada.

-Ya lo sé, mamá. Pero he estado muy ocupada, no sabes cuanto. ¿Cómo estáis vosotros?

-Como siempre, hija. -Suspira. Y sé que ella también tiene ese maldito nudo que no te permite hablar sin hechar un par de lágrimas.- Hablé con tu hermano el otro día. ¿Hay algo que quieres contarme?- y sé, y puedo asegurar, que está sonriendo de lado. Si es que somos dos gotas de agua.

Suelto una leve risa.

-Mucho estabas tardando. Sí, mamá. Creo que me estoy enamorando.

-No te hagas muchas ilusiones. Sabes que en amor, el primero en caer es el que sale mas dañado. No cantes victoria tan pronto, cariño, ve poco a poco.

-Ya lo sé. Y soy consciente. Pero es que me encanta...- y recuerdo la noche anterior. Nunca me he sentido más querida. Creo que fué la mejor noche de mi vida. Aunque nos pillaran y tuvieramos que recorrer semidesnudos todo el hotel para que no nos descubrieran. Fué perfecto.

-Lo digo por tu bien. Ya sabes que luego lo pasas muy mal. No dejes que te vuelvan a romper el corazón.

-No sabes cuanto echaba de menos tus consejos.-confieso.

-No sabes cuanto te echo de menos. Bueno, cuéntame sobre él. Tengo derecho a saber quien es el chico que le ha robado el corazón a mi hija, ¿no?-me dice burlonamente.

Enemigos íntimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora