Capítulo 25: No tardes.

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-Ariadna. Despierta.-susurra James en mi oído mientras me da cortos besos en los labios.

Aún tiene su brazo rodeando mi cintura firmemente, acercándome a él.

-¿Por qué?-gimoteo con los ojos cerrados. Anoche nos dormimos tarde y no he recuperado el sueño atrasado. Por mucho que me guste estar con él, quiero dormir. Pero a su lado, claro está.

-Son las doce del mediodía. Podríamos ir a dar una vuelta, hace muy buen día. ¿No?

-Jo James un poquito más, ¿vale?-le digo intentando que me deje dormir.

De repente, en un movimiento rápido, tira de las sábanas dejándome completamente desnuda, y con frío. Ah, y sueño.

-¡Eh tu!-exclamo abriendo los ojos mientras intento taparme un poco.

-No te escondas tontorrona, no es la primera vez que te veo desnuda.-Admite alzando una ceja mientras se levanta de la cama.

-¿Y tú por qué te has puesto calzoncillos? No te escondas tontorrón, no sería la primera vez que te veo desnudo.-Digo imitando su frase anterior alzando una ceja.

-No seas idiota.-Ríe.-Venga levántate.

Obedezco a regañadientes, y me dirijo al cuarto de baño dispuesta a darme una ducha. Supongo que saldremos a desayunar fuera, ya que aún no tenemos comida en la casa.

-Voy a ducharme.-Le digo a James mientras cojo la ropa que me pondré hoy. No es nada del otro mundo, un vestido blanco sencillo y unas cuñas marrones. Con el bolso a juego, como siempre.

Habréis podido notar que soy una fanática de los vestidos, de los tacones, y de los bolsos. Soy bastante femenina. Aunque os confieso, que cuando era adolescente era todo lo contrario a ahora. Solamente vestía faldas o vestidos para ocasiones especiales, y solía vestir en chándal prácticamente casi todos los días.

Jugaba al fútbol, al baloncesto, y prácticamente a todos los deportes que consistiera en tener un balón. Era mi pasión. Pero eso es otra historia que contaré pronto.

-¿Puedo ducharme contigo?-contesta haciendo pucheritos. ¿Y quién puede resistirse a esa carita de bebé?

Pero aún así, le haré sufrir un poco.

-No sé...-Imito un tono pensador.-Tú no me has dejado dormir más, ¿debería yo darte el placer de ducharte conmigo?

-Ariadna, Ariadna... Lo que te gusta hacerme sufrir.-Dice negando lentamente con la cabeza, sonriendo.-Hay que ahorrar agua, ¿no te lo han dicho nunca?

Ambos reímos, y nos acercamos para besarnos de nuevo. ¿He mencionado antes que estaría toda la vida besándole?

-Voy a llenar la bañera.-Susurro a centímetros de sus labios.-No tardes.

Desaparezco del salón y vuelvo a dirigirme al cuarto de baño. Enciendo el grifo y dejo que la bañera se llene, cosa que no tarda en hacer. Le hecho sales de baño y hago un poco de espuma.

-¿Te he dicho que te quiero?-Me susurra James al oído, de repente. Coloca sus manos alrededor de mi cintura y su cabeza en el hueco del cuello, tal y como estábamos en la discoteca en Italia.

-Creo que no.-Miento. Me lo ha dicho un millón de veces, al menos.

-Pues lo hago.-Admite.-Locamente.

Sonrío y puedo notar su sonrisa también. Beso su mejilla y me quito el albornoz que anteriormente me había puesto para no andar desnuda por la casa. Es algo que odio.

James se quita los calzoncillos, y nos introducimos dentro de la bañera.

-Esto es mejor que todo el chocolate del mundo.-Dice sonriendo.

Enemigos íntimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora