Capítulo 21: Vuelvo a España.

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-¿Si?-digo a través del teléfono.

-¡Hija!-escucho, y sonrío automáticamente.

-Hola mamá. ¿Cómo estáis?-Noto cómo se empiezan a inundar mis ojos y pestañeo varias veces para evitar llorar. Tengo que evitar derrumbarme, al menos, cuando esté mi madre presente. No quiero que piense (sepa, más bien) que lo estoy pasando mal.

-Que alegría volver a hablar contigo, cariño. Te echamos muchísimo de menos.-admite.

-Y yo a vosotros, mamá.-confieso. Cómo siga diciéndome cosas así romperé a llorar.

-¿Cómo estás?

-Estoy bien. Cómo siempre.-digo indiferente. Aunque no es así.

-Me alegro mucho cariño-suspira.-Y...¿cómo vas con tu supuesto príncipe azul?

-Rompimos hace una semana.-confieso.

-Lo siento muchísimo cariño, ¿estás bien?

-No pasa nada mamá. Ya lo he superado, no era tan perfecto como yo pensaba.

-Ariadna, ¿hay otro, verdad?-me pregunta sin andarse por las ramas. ¿Cómo puede saberlo a través de un maldito teléfono?

Suspiro, y no hace falta decir más para que mi madre sepa que es un sí rotundo.

-Cariño, no hace falta que me ocultes nada, sabes que siempre vas a poder confiar en mí.-me dice tiernamente. Que alegría poder presumir de tener a la mejor madre del mundo.-¿Quién es?

-Es italiano.-miento.- Pero...no estamos pasando por un buen momento. Tú ya me entiendes.

-Hija, te tengo que dejar.-dice apenada.- Llámame cuando necesites algo. Lo que sea.

-Sí mamá, lo haré. Os quiero muchísimo.

-Y nosotros a tí.- escucho y cuelgo rápidamente.

Sigo andando por los enormes pasillos del hotel hasta llegar a mi habitación. Contemplo la puerta, la maldita puerta. Miles de recuerdos vuelven a aparecer y niego rápidamente evitándolos. No he pasado muy buena noche, he estado pensando en James. En él, en su forma de ser, en sus besos, sus tonterías, sus piropos... Pero sobretodo, esperando a que volviése a por mi.

Y lógicamente no lo ha hecho.

Golpeo la puerta un par de veces, y al cabo de unos eternos segundos, un muy despeinado y sexy James aparece. Lleva únicamente unos bóxer negros, y es muy, pero que muy tentador.

-Hola.-susurra mirándome fijamente, cómo si no se creyera que fuése yo la que acaba de llamar a la puerta.

-Hola.-susurro tímidamente.-¿Puedo pasar?

-Claro.-dice apartándose de la puerta, dejándome pasar.

-Vengo a cambiarme.-explico.

-No tienes que excusarte, es tu habitación también.

Asiento, y me dirijo al armario en busca de la ropa que me pondré hoy. Después de coger unos shorts y una blusa, me doy la vuelta y puedo notar como me derrito.

James en bóxers, fumando al lado de la ventana, despeinado, mientras me mira fijamente, puede resultar muy sexy. No os hacéis una idea de el calor que tengo ahora mismo. Madre mía.

-¿Qué?-dice sonríendo, intentándo peinarse un poco con los dedos.

-No hagas eso.-digo seria.

-¿El qué?

-Nada. Déjalo.-digo mientras desaparezco por la puerta de la habitación.

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Enemigos íntimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora