Día 66

21 2 2
                                    

Canción: No Promises - Cheat  Codes (Ft. Demi Lovato)

Hoy, 24 de agosto, fue el cumpleaños de Carlos. Estaba cumpliendo diecisiete, no podía creer que ya era mayor que yo; a mí me faltaban aun unos meses para cumplirlos. El 21 de noviembre para ser exactos.

Así que, Carlos y yo decidimos vernos en una feria de globos aerostáticos, que había en el parque estatal y desierto de Anza- Borrego. Como el lugar se encuentra al sur de California tuve que irme en un autobús para llegar hasta acá.

La temática de esa feria era ir como hippies, por ello, me vestí con unas sandalias, unos shorts negros, una bandana celeste, una camiseta sin mangas azul y un collar con un colgante del símbolo de la paz. Después de unos 5 minutos, finalmente visualicé a Carlos, fui corriendo hacia él. Llevaba una Bermuda negra, unos zapatos también negros y una camiseta, sin mangas, azul que dejaba a la vista los músculos de sus brazos; y me percaté de que también tenía un colgante con el símbolo de la paz .

—Sé que visto bien ¿Pero era necesario copiarme? —Le hablé para que notara mi presencia

—Muy chistosa —dijo con una sonrisa de boca cerrada.

—¡Feliz Cumpleaños! —grité abrazándolo—. ¿Cómo la has pasado?

—Excelente, mi cumpleaños es el único día del año donde puedo decir cualquier comentario sarcástico u odioso, sin que me juzguen —habló encogiéndose de hombros. A pesar de su típico aire de “me da igual todo”, se veía muy feliz ese día.

—Debe ser el paraíso para ti —le dije mientras comenzábamos a caminar.

Al fin llegamos a la venta de boletos.

—Dos boletos para un globo aerostático, por favor —pidió Carlos.

—Identificaciones, por favor —nos dijo el señor tras el mostrador con un tono nada cortés.

Sacamos nuestras identificaciones y el señor nos dio una cara de muy pocos amigos.

—Tal como lo pensé —habló asintiendo—, no pueden pasar.

—¿Por qué? —Inquirí.

—Porque son menores de edad .

—¿Qué dice? —dijo Carlos, obviamente molesto y frunciendo el ceño—, vamos a montarnos en un globo aerostático, no a inhalar cocaína.

—Lo lamento, no pueden entrar —Con esas cinco palabras, ese señor se ganó todo mi odio.

Gruñí y le volteé los ojos al señor.

—¿Qué haremos ahora? —le pregunté a Carlos cuando nos habíamos alejado de la vista del señor.

Carlos pareció pensarlo un poco, cuando finalmente me habló sonriendo.

—Sígueme la corriente —siseó él, y me agarró la mano. No tuve tiempo de reaccionar, cuando ya me estaba arrastrando para saltar las vallas de seguridad.

—¡Deténganse! —nos gritó el señor de la venta de boletos.

Estábamos corriendo, fijándonos de si había un globo disponible, cuando nos dimos cuenta de que el malhumorado señor de la venta de boletos nos estaba persiguiendo; cosa que nos hizo acelerar el paso. Corríamos velozmente, tropezamos varias veces con algunas personas, les repetía “lo siento” al menos unas cincuenta veces, mientras otras nos miraban como los locos que parecíamos.

Y ahí estaba.

Por fortuna, habíamos encontrado un globo aerostático amarillo. Fuimos hacia a él y, mientras entrábamos en éste, Carlos le pagó al muchacho que estaba a cargo de él para que nos dejara entrar.

—¡No los deje subir! —gritó el señor de la venta de boletos, que se encontraba ahora cerca de nosotros; pero ya era muy tarde. 

Para nuestra suerte, el muchacho que estaba a cargo del globo era fácil de sobornar y ya había hecho ascender el globo para nosotros; mientras el globo subía a las alturas le saqué la lengua al odioso señor.

Mientras el globo más subía, más veía, y mientras más veía, más sentía. El cielo a nuestro alrededor tenía unos tonos amarillo debido a la llegada del atardecer. Era mágico y precioso. 

—Es hermoso —dije, mirando todo a mi alrededor.

—Definitivamente hermoso —Me habló Carlos, aunque no estaba mirando el cielo exactamente. Me miraba a mí.

Nos acercamos a un extremo del globo. Carlos le estaba dando la espalda al cielo, y yo al chico a mi lado. Me volteé para mirarlo, era una cabeza más alto que yo, y el amarillo a nuestro alrededor le daban un tono casi verdoso a sus ojos.

—¿Terminaste el libro, Mia? —me preguntó —, ¿El diario de Ana Frank? —le di un asentimiento—. ¿Y qué te pareció?

—Muy bueno —contesté—, pero es muy triste. A pesar de que sabía que ella moría, aún tenía fe de que viviera ¿Sabes? Que matara a Hitler o algo así —Él ríe por lo que acabo de decir —. Ya en serio, parece que todo lo que vivió fue en vano, porque murió.

—No fue en vano —me dijo, negando con la cabeza.

—¿Por qué no? —inquirí.

—Si todo por lo que le pasó no lo hubiese vivido, ella jamás habrí escrito el diario. Y si ella nunca lo hubiese escrito, nadie se hubiese dado cuenta de lo que en realidad los judíos tuvieron que vivir por los nazis —me explicó—. Ese diario hizo que muchos abrieran los ojos, que mucha gente supiera lo que la segunda guerra mundial causó.

—No lo había visto de esa manera —admití.

—Descuida —dijo, para darme una sonrisa de boca cerrada—. Como yo lo veo, Ana Frank tuvo la valentía de documentar lo que vivía, sabiendo los problemas que podía tener por ello —dirigió su mirada al cielo—. Es toda una heroína. Quiero ser un héroe algún día, también—dijo, encogiéndose de hombros, y mirando hacia abajo.

Me pareció muy adorable que dijera eso.

—Seguro ya eres un héroe para alguien —le dije.

—¿Eso crees? —preguntó, mirándome con una sonrisa ladina; sus ojos se veían realmente hermosos. Yo asentí—, ¿Para quién?

No sabía que responder, así que le dije otra cosa.

—No puedes decir que este no fue un buen cumpleaños —hablé, sonriéndole.

—No, jamás —Sacudió la cabeza de un lado al otro, y me agarró de las manos —. Pues, estas aquí.

Sentí como toda la sangre subió a mis mejillas y le mostré una sonrisa. Él me la devolvió, una hermosa sonrisa. Muy despacio se acercó más a mí, su rostro se acercaba cada vez más al mío y podía sentir su respiración mezclarse con la mía. Y ya cuando nuestros labios iban a rozarse, paso una paloma y defecó en el hombro de Carlos.

Ni él ni yo nos vimos venir eso.

—¡Gracias por cagar el momento! —le gritó Carlos—¡Literalmente!

Yo estallé en carcajadas, y aunque el trató de resistirse, finalmente se rindió para reirse conmigo. Y jamás había sentido tantas mariposas en el estómago, como las sentí hoy en las alturas, riéndome con él.

--------------------------------

¡Hola! Espero estén bien y que les haya gustado este capítulo, porque este es de mis favoritos.

Sé que estuve un tiempo sin publicar, de verdad, lo siento, tengo varios problemas para estar activo aquí en wattpad. Pero créanme que ya estoy encargándome de eso.

Sinceramente suyo, Roberto.

instagram: robertostuch

Twitter: robertostuch

80 Días de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora