Canción: Revival - Selena Gómez
No.
No iba a morir.
No ahora, y no por este patán.
Soy más fuerte que esto.
Soy más fuerte que estos hombres que intentaron acabar con mi vida.
Soy más fuerte que la foto que me tomó Alexis.
Soy más fuerte que la supuesta infidelidad de Julio.
Y aún más importante, soy más fuerte que el arma de Gabriel.
Con mi pierna derecha, pateé la pistola de Gabriel hacia mi izquierda, una bala perdida de su parte salió del arma.
Y no logró darme.
La pistola cayó a mi lado, la agarré, me puse de rodillas, la cargué, apunté el corazón de Gabriel y apunté a su pierna. El cuerpo de Gabriel cayó como un árbol recién talado, pero no estaba muerto, él seguía respirando, y yo aún lo apuntaba con la pistola. Me pare con mi pierna sana, y salté en ella hasta quedar en frente de Gabriel; la adrenalina que sentía era más fuerte que el dolor en mi pierna izquierda, quizá por eso no sentía más que repulsión hacia Gabriel.
-Mia, no lo hagas -dijo, parecía que se quedaba sin aire, y me mostraba sus manos, en señal de rendición. Sus mirada se tornó triste y el resto de su rostro me parecía indicar que sentía miedo.
-Dame una buena razón para no hacerlo -hablé, mi corazón cada vez más rápido
-Todo lo que quería era enorgullecer a mi papá ¿Es eso un delito?
-En éste caso, sí lo es -escupí.
Su respiración era agitada, la mía también.-¿Recuerdas lo que me dijiste el otro día? -me preguntó Gabriel, causando que frunciera el ceño-, Si me dejas vivir, escaparemos juntos. Tú y yo, por siempre.
«No le creas, Mia -dije para mis adentros-. R ecuerda que sabe fingir, recuerda lo que en realidad es, recuerda todas las veces en las que actuó como si nada después de que se besaban, recuerda todas las cosas bonitas que te dijo para engañarte. Y recuerda que todo lo que te hizo sentir fue una vil mentira».
Me estaba engañando, lo vi en su mirada; quería utilizarme otra vez y eso me hizo sentir destrozada. Pero no dejo que las lágrimas escapen de mis ojos, cargué el arma nuevamente y le dije:
-Vete al infierno.
Apunté a su corazón, para luego apretar el gatillo. Antes no me había dado cuenta de la satisfactoria vibración de la pistola, cuando escupía una bala. Gabriel se quedó quieto cuando la bala llegó a él, la camisa de botones color blanco se empezó a tornar roja por la sangre que emanaba de su pecho. Tosió y sangre salió de sus labios; parecía que quería hablar, pero la muerte llegó a él primero.
Supe cuando dejo de respirar y se quedó muy quieto, reflejando una mirada fría y vacía, que miraba hacia mí.
Escuché sirenas a lo lejos, mis ojos se sentían pesados. El mi cansancio me ganó y caí en el césped, deseando que el dolor que sentía en mi pierna cesara finalmente.
Y antes de cerrar mis ojos, sólo podía pensar en una sola cosa. Yo, Mia Stewart, había acabado con "La Magda", la red de trata de blancas más grande de América.
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80 Días de Verano
Teen FictionCada día es un nuevo capítulo... ¿Lo vas a desaprovechar?