Canción: The Only Exception — Paramore
Me encontraba en la habitación de Tyler. Él estaba muy cansado, porque estuvo desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche en una clase de computación. Su excusa para quedarse tanto tiempo allá, era que el chico que le gustaba era quien daba las lecciones; mientras, yo le contaba los sucesos del día anterior.
—No puedo creer que te haya pasado eso —dijo, preocupado —¡Debí haberme ido contigo!
—¡No digas eso! —exclamé, mientras colocaba mi mano en su hombro —Tú me dijiste que me quedara y no te hice caso.
—No justifiques lo que te pasó, nadie se merece eso —habló—. De verdad, lamento lo que te pasó ayer.
—Ya pasó. —lo calmé, encogiéndome de hombros.
Tyler cierra sus ojos, y da un largo bostezo.
—Tengo algo que te animará —dijo.
—¿Nudes de otros chicos otra vez? —Bromeé.
Él sonríe.
—Aún mejor.
—¿Qué? —inquirí.
—Ésta en la bolsa que se encuentra en el escritorio; sí esa.
Miré la bolsa marrón e introduje mi mano en ella, lo que había ahí era duro como la madera. Cuando saqué el objeto, mis ojos no podían creer lo que veían
Cuando teníamos 11 años, Tyler me rompió accidentalmente una caja musical que mi padre me había comprado en sus muchos viajes de trabajo. Cuando eso pasó comencé a llorar inmediatamente. Tyler, para calmarme, me dijo que la repararía por mí. Hasta la fecha no me acordaba de ella, pero en ese instante la tenía en mis manos
Estaba como nueva, el rosa pastel del artefacto estaba más reluciente que nunca. De una vez, la abrí; y salió la bailarina que por un tiempo quise ser, girando, mientras la caja producía la música por la que llevaba su nombre. La bailarina nunca paraba de girar, y yo, de niña, asumía que era porque amaba tanto hacerlo, que simplemente nunca podía tener suficiente de ello, porque le apasionaba. Me inspiraba aquella muñeca.
—Tyler...— suspiré— Gracias.
—Te mereces todas las cajas musicales del mundo, Mia Stewart —habló con los ojos cerrados.
Inevitablemente me acordé de mi papá. Cuando me tapó los ojos con una mano, y con la otra puso frente a mí esta caja. Me sequé la lágrima que rodaba por mis mejillas, y me volteé para agradecerle nuevamente a Tyler. Cuando lo hice, me di cuenta que estaba dormido; me reí para mis adentros, y miré por la ventana de la habitación de mi mejor amigo. Era una noche muy oscura. El agua de la piscina parecía brillar debido a las luces que había abajo.
De repente, mis ojos se posaron en alguien frente a la piscina de la casa de Tyler. Carlos. Llevaba una camiseta azul oscuro y unos pantalones cortos. Cargaba un vaper en su mano derecha, mirando a la piscina, acercó el objeto a sus labios para inhalar, acto seguido, salió una nube de humo de su boca. El sólo ver aquello, por poco me quita el aliento, pero no tanto como lo que hizo a continuación.
Carlos, aún mirando a la piscina, se quitó su camiseta, mostrando su tonificada espalda, quedándose solo en shorts. Sentía como la cara me hervía. Sin más, Carlos se lanza a la piscina y comienza a nadar, muy excelentemente; me pregunto si habrá asistido a clases de natación, como yo. Cuando Carlos llegó al otro extremo de la piscina, de un bolso que había en ese lado, sacó su teléfono y comienzó a hacer algo con él.
De repente, mi celular sonó; cuando lo miré, era un mensaje.
"Carlos: ¿Vas a bajar o solo te quedarás ahí mirando?"
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80 Días de Verano
Teen FictionCada día es un nuevo capítulo... ¿Lo vas a desaprovechar?