Día 3

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Canción: Someone you loved - Lewis Capaldi

Desde la muerte de mi papá, tenía pesadillas regularmente, casi todas relacionadas a asesinatos.

Y ésta madrugada no fue la excepción, ya había comenzado a gritar cuando mi mamá, que llevaba una bata para dormir, me había despertado. Me sentí algo desorientada, era ese momento en el que te das cuenta que todo fue producto de tu mente; mi respiración era agitada, y mi cabello estaba pegado a mi rostro a causa del sudor.

En cuanto volví a la realidad, abracé a mi mamá y me aferré a ella y lloré sobre su hombro, mientras me abrazaba.

—¿Qué soñabas, Mia?

—Mi papá... —Quería continuar, pero era muy difícil decirlo en voz alta. Afortunadamente mi mamá me dio una mirada dándome a entender que sabía de lo que yo estaba hablando.

»Ese día había salido del colegio —comencé a contar—. Presenté un examen, el último antes de las vacaciones de primavera, Vee y yo lo aprobamos y fuimos a celebrar en un restaurante...

—Mia —me interrumpió mamá—, sé lo que pasó ese día, no tienes porqué contarme si no quieres.

—Sí quiero, tengo que hacerlo, porque creo que me volveré loca si no lo hago —Mi mamá me miró serena por un rato, suspiró, y luego me hizo un movimiento con la cabeza dándome a entender que podía seguir—. Llegué a mi casa a las ocho de la noche, algo así, y abuela estaba durmiendo. Subí las escaleras de mi enorme casa y corrí en silencio hasta el cuarto de mi padre, para saludarlo y lo vi...

»Papá estaba acostado boca abajo sobre la cama, la habitación hecha un desastre, sabes muy bien que él siempre había sido muy ordenado, habían baratijas por todo el cuarto; pero lo que más me había impactado, era la cantidad de sangre que derramaba, manchando por completo la sábana blanca de su cama.

Mi madre se tapó la boca con su mano cuando conté lo último.

—Grité —continué la historia del peor día de mi vida—. Comencé a llorar, me tiré en la cama y lo volteé, con esperanza de que no se había ido del todo, pero cuando vi su mirada, perdida en el vacío, supe que ya no había vuelta atrás. Mientras lloraba pateé todo lo que estaba en la habitación, papeles, relojes, un arete, anillos, zapatos... Luego mi abuela llamó a la policía y, bueno, ya sabes los demás.

Vi el rostro de mi mamá lleno de lágrimas. No quería que sintiera que debía cargar con mis traumas, pero en serio quería desahogarme.

—Tu padre fue un muy buen hombre, Mia —dijo, mientras acariciaba mi pelo—, no se merecía eso; pero sé que donde esté te está cuidando, mi vida. Pronto el culpable pagará lo que hizo, ya verás. Pero mientras, te pido que seas fuerte e intentes seguir adelante —le di un asentimiento ante ésta petición.

Sabía que dejarlo ir era lo correcto, por mucho que me doliera; pero eso no iba a pasar de la noche a la mañana.

Abracé a mi mamá en cuanto comencé a llorar, la amaba inmensamente y le agradecía el hecho de escucharme porque a veces necesitas que alguien simplemente lo haga.

Me acostó en la cama y rodeó sus brazos sobre mí, mientras tarareaba una canción de cuna que me cantaba cuando era niña.

Y antes de quedarme dormida, recordé lo de Julio, y sentí que aparte de mi papá, había perdido alguien que quería otra vez.

****

—¡Es un imbécil! —Me repite Verónica por enésima vez esa tarde —, No puedo creer que te haya hecho eso.

A eso de las cinco de la tarde, mis dos mejores amigos del mundo vinieron a ver como estaba. Estábamos en mi habitación, los tres sentados en la cama.

—Come helado, Mia, quizás te distraiga un poco —Intenta animarme Tyler entregándome un tazón con el frío postre.

—No tenían por qué hacer esto —les dije.

—No te preocupes, le gusto al de la heladería, por ello obtengo helados gratis —Me dijo Tyler guiñándome un ojo.

Aún con toda esta tristeza, Tyler logró que riera un poco. Mis dos mejores amigos habían venido para animarme un poco, luego de enterarse de mi inesperada ruptura con Julio, y lo estaban logrando. Estar con ello siempre me levantaba el ánimo o lo elevaba.

—Me refiero a estar aquí, no es necesario. —Insistí.

—¿De qué hablas? —preguntó Vee—, Claro que vamos a estar aquí, no te dejamos en las buenas y no te dejaremos en las malas.

—Mia, no es por ser suspicaz —Empezó Tyler, entrecerrando los ojos—, Pero ¿Cómo estás tan segura de que Julio no te dijo eso solo para molestarte?

Le di a Vee una mirada para darle a entender que quería que se lo dijera ella, ya que si lo hacía yo, terminaría llorando.

—No eran inventos de él, me enviaron una foto de él besando a una chica en Miami —le dijo Vee, enseñándole la foto.

—Lo lamento, Mia, no debí preguntar eso —dijo Tyler, secándome las lágrimas que no me había dado cuenta que estaban corriendo por mis mejillas. A continuación, Tyler y Vee me dan al mismo tiempo un cálido abrazo y pensé que soy muy afortunada de tenerlos en mi vida.

Se fueron una hora después; pero, lamentablemente, aún sigo pensando en el imbécil de Julio.
Este verano no había empezado para nada bien.

80 Días de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora