Epílogo: Día 80

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Canción: I get to love you - Ruelle

El dulce sonido de los pájaros cantando me había despertado. Revisé el reloj a mi lado y eran las diez de la mañana. Me encontraba en mi habitación de toda la vida en la casa de mi padre, que cuando cumpliera dieciocho iba a ser mía; mi abuela había traído las cosas que había dejado en la casa de mi madre para acá. Amaba mi cuarto, pero de alguna manera me daba mucha melancolía estar ahí. Tantas cosas habían cambiado desde la última vez que estuve aquí, hace ya dos meses. Y no hablo de las cosas de mi cuarto las que cambiaron; hablo de mi vida

Las paredes estaban pintadas de rosa pastel, y antes solían ser celestes, a mi izquierda se encontraba el hermoso ventanal que tenía en mi cuarto, que a los lados tenía estantes donde estaban colocados mis libros, fotos de mis viajes y de cuando era más pequeña. En frente de mi, tenía un televisor pantalla plana, que debajo de él estaba un escritorio, donde tenía guardado varios de mis discos favoritos y a su derecha un corcho donde con tachuelas había puesto frases de mis canciones y libros favoritos, varias fotos mías con Tyler, mi abuela, mi padre y con Verónica. Lágrimas comenzaban a salir de mis ojos, hasta que los sequé.

Y a mí derecha tenía mi baño, a su lado tenía un armario, cuyas puertas corredizas eran un espejo y, a su lado, se hallaba la puerta para entrar a mi cuarto. Arriba de mi cama, cuyas fundas y almohadas eran blancas, estaban pegados en la pared los posters de las muchas bandas que me gustaban: Caramelos de Cianuro, Oasis, Nirvana, The Neighbourhood, 5 seconds of Summer, Pink Floyd, The Fray e incluso tenía varios de One Direction, que habían sido mis primeros afiches; mi papá me los había comprado a los 8 años por buenas notas. En ese entonces estaba en quinto grado, así que en verdad no era tan complicado.

Mi abuela entró a la habitación con una bandeja que llevaba mi desayuno, ese domingo estaba compuesto por dos sándwiches y un jugo de naranja.

Desde que me habían dado de alta en el hospital, hace 2 días, mi abuela se había tomado la molestia de traerme el desayuno, el almuerzo, la cena e incluso la merienda a mi cama; ella no quería que moviera ni un solo musculo.

Durante los últimos días me enteré de que el difunto Derek Magda, 5 días antes de mi secuestro, se comunicó con la madre de Candace y le ofreció 12 millones de dólares por llevarse a su hija. Desgraciada y descaradamente, su mamá aceptó la propuesta. Por ello, Candace estaban en el prostíbulo; después de su autopsia, la madre de la chica fue arrestada y se dice que podrían darle cadena perpetua. Ninguno de los Magda quedó vivo, solamente Alexis que, después de despertar por el golpe que le proporcionó Carlos, fue llevado a una correccional de menores.

Otra cosa importante que destacar, es el hecho de que absolutamente todas las chicas que eran víctimas del negocio de los Magda volvieron con sus familias, y todo aquel que apoyó o que era participe de los planes de la familia fue arrestado; escuché que fueron alrededor de 200 hombres los que fueron encarcelados, pero no estoy del todo segura. Lo positivo es que ya ninguna chica será utilizada contra su voluntad, cosa que me alivia bastante.

Agatha, la madre de Verónica, seguía devastada por saber cómo en verdad había muerto su hija, espero se encuentre mejor pronto.

—Finalmente despiertas, Mia —me dijo mi abuela cuando dejó la bandeja en mi cama, sacándome de mis pensamientos. Llevaba un cárdigan gris, sobre una camiseta blanca —, ¿Te sientes mejor hoy?

—Sí, gracias abuela —contesté.

Unas minutos después, mi telefonó sonó, cuando revisé, noté que tenía un mensaje de Carlos. Habíamos estado hablando desde que salió del hospital; tuve que salir primero que él, ya que su anestesia lo durmió un tiempo más, y mi abuela quería traerme a mi casa lo más pronto posible. Estábamos locos por vernos, pero sus padres y mi abuela insistían en que merecíamos reposo. Sin más, revisé su mensaje.

80 Días de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora