Aquella astilla en su mente molestaba de vez en cuando en los momentos menos esperados. Era de esperarse, pasa la mayor parte de su tiempo encerrado, ahogando su casa en un sinfín de cuadros, que más podría hacer, ¿salir a fuera?, no gracias, ya estaba satisfecho.
Se sacaría aquella astilla de una vez por todas.
Empezó buscando en la habitación de su madre (del cual ahora él se había adueñado). No sabía qué buscaba con exactitud, pero tenía la esperanza de que encontraría algo, cualquier cosa.
Debajo de la cama, en el velador, ¿en el tocador quizá?, nada. Quizá estaba buscando algo que no iba a encontrar, quizá, debería simplemente aceptar que fue una curiosa coincidencia su apellido en aquel cuadro y dejar de alimentar su propia locura. El último lugar por buscar era el pequeño velador de apenas 2 cajones. No encontró más que lápices, pinceles, un poco de pintura en polvo junto a sus respectivos aglutinantes (ya secos por tanto tiempo sin uso) y también: un par de cuadernos,
El primero estaba lleno de bocetos con pequeñas anotaciones en francés en las esquinas de las hojas. No entendía lo que decía, podía hablar francés, no leerlo. Pudo reconocer fácilmente la firma de su madre al final de cada hoja, Lo que más le llamó la atención fue la gran cantidad de rosas y flores dibujadas y coloreadas en muchas de las hojas -si no es que en todo el cuaderno-, muy diferente de los pocos bosquejos (algo borrosos debido al tiempo) de jardines, junto a un único dibujo a punto de desaparecer de una gran casa, apenas y se lograba distinguir las ventanas. Una sonrisa suave se plasmó en su rostro sin saberlo, sentía cierta nostalgia y una extraña sensación otoñal y cálida en cada pieza, era como ver un diario personal, el diario secreto de su madre.
Tomó el siguiente cuaderno, éste era bastante diferente. La pasta era dura, hecha con el cuero de algún animal, las hojas se veían mucho más añejas portando colores amarillentos en las esquinas. Era otro cuaderno de dibujo, sin embargo, las piezas realizadas portaban un estilo notablemente diferente, mucho más marcado. Eran dibujos a grafito y solo un par estaban coloreados. Estaba completamente maravillado, se notaba la fluidez en cada trazo, entre las hojas habían retratos y algunos dibujos enfocados en la naturaleza, reconoció sólo dos dibujos apenas: los campos en los que trabajó alguna vez y la antigua iglesia del pueblo.
Admiraba cada obra al pasar las hojas, tratando de escudriñar en cada detalle y trazo hecho por el artista desconocido. llegando al punto de sentirse lleno de una inspiración monumental. Las ideas empezaron a fluir en su cabeza, como una cascada idílica, brotando miles de imágenes y paisajes por pintar, sus dedos cosquillean de lo ansioso que estaba por querer intentar imitar el estilo del autor desconocido. No fue hasta que llegó más allá de la mitad del cuaderno donde solo había hojas vacías, al parecer, aquel artista detuvo su trabajo de manera abrupta.
Cuando estaba a punto de guardar el cuaderno, de entre las hojas del final cayó un pequeño papel doblado, instintivamente lo abrió. Había dos retratos: uno de su madre hecho en el estilo tan marcado de aquel desconocido, y otro de un esqueleto, al cual no reconocía, dibujado en el estilo de su madre. Al final había dos firmas con un corazón debajo:
"Myebi Comyet & Paint Fraiche"
Aquel cuaderno pertenecía a su padre.
El corazón se le hizo un nudo y como un golpe en el estómago sintió por un momento la respiración irse. Durante muchos años quiso saber de su padre, daría lo que fuera por saber cómo siquiera era su voz, por platicar una sola vez con él, de abrazarlo y saber lo que es tener un padre aunque sea por unos instantes.
Cuando era pequeño, sentía una clara envidia por los otros niños al verlos con sus familias, completas, unidas; él no estaba completo, algo estaba mal en su familia. Le inundaba una tristeza que a tan corta edad tuvo que aprender a manejar y que nunca supo cómo sacar. Hubo un tiempo en el que la culpa cayó sobre él, creyendo con fuerza que su padre lo había abandonado porque no lo quería, que era su culpa, que debía de afrontar que su padre jamás regresaría.
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Corazón de tinta || FallacyxEncre
Acak- La vida está llena de sorpresas, algunas más grandes que otras, llena de sentimientos extraños o curiosos como el amor. Amor. Una palabra que al parecer no se encontraba en el vocabulario del azabache. Fallacy, vampiro temido y odiado por varios...