Las enseñanzas de la vida.

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―¡Hwang! ―Gritó con fiereza una adulta mujer con el cabello rubio ―¿En algún momento traerás tu cabeza a esta clase o estás esperando una invitación? ―Ironizó aquella mujer que respondía al nombre de Kim Hyoyeon, la maestra de danza en la Escuela de SM quien miraba con enfado como Tiffany había errado por segunda vez en su coreografía.  


―Lo siento, no volverá a pasar ―Se disculpó la pelirroja tragando un poco de saliva al sentir los cuantiosos ojos de la iluminada sala sobre ella.


―Claro que no volverá a pasar, porque al próximo error, serás excluida de mi impecable coreografía, mis enseñanzas están hechas para la excelencia, no puedo aceptar mediocridad ―Sentenció con dureza la presumida maestra haciendo que un nudo se afianzara en la garganta de la joven pelirroja.


―Nadie es perfecto ―Respondió la bailarina con fastidio en su tono.

Un incómodo silencio reinó aquel salón de baile, todos mantenían su desmesurado asombro en un perfil bajo. Era bien sabido que una de las silenciosas reglas de oro en SM era NUNCA cuestionar lo que alguno de los prestigiosos maestros dijese, por más hiriente que lo dicho fuera.  

―Tienes razón, nadie es perfecto, y tú mucho menos ―Dijo con una ligera satisfacción la mujer al ver que la pelirroja agachaba la cabeza ―¡Vamos! ¡Desde el comienzo!

La pelirroja estaba teniendo uno de esos días grises en los que todo parecía ir en su contra. Primero ―por algún paranormal motivo ―no había encontrado agua caliente para ducharse; segundo, su atractivo Chevy se había quedado sin gasolina ―nuevamente por un motivo desconocido; tercero, no podía lograr concentrarse de lleno en su clase de danza, lo que ocasionaba que los dolorosos ataques de Kim "necesito- vacaciones- porque- todos- son- mediocres" Hyoyeon sean dirigidos plenamente hacia ella, haciendo que su pujante deseo de algún día ser una renombrada bailarina se desintegre a pedazos.


Era un mal día que, lamentablemente, aún estaba empezando y del cual pelirroja tenía conciencia que estaba por empeorar en unas horas.


En unas horas, su no muy lejano pasado -conocido también como Lee Soon Kyu- , pisaría Seúl y, a diferencia de la última vez, no sería para jurarse amor eterno, sino, para dar por terminado lo que la pelirroja podía llamar "su más larga relación".

― ¡Tiffany! ¡Vamos muñeca, concéntrate! ―Esta era una voz ronca y muy varonil, y el lugar ya no era ninguno de los salones de SM, este era el club nocturno ―Insomniac al mediodía.

―Lo lamento Brad, ¿podemos reiniciar? ―La pelirroja sentía menos presión en los ensayos dentro de su recinto de trabajo que en las prácticas de SM. Acá Tiffany era la estrella, la dueña del escenario, y ni siquiera Brad, su jefe, tenía la capacidad para corregirla.


―Llevamos reiniciando la canción 3 veces ―Dijo el hombre musculoso de prominente barba ―¿Qué pasa hoy? Te veo muy desenfocada ―Aseveró mientras le acercaba a la pelirroja una botella de agua.


―Es solo el estrés de SM y el divorcio ―Contestó con cansancio la bailarina mientras le daba un sorbo a su botella.


―Apuesto que si te hubieras casado conmigo no tendrías estos problemas ―Bromeó el hombre tratando de levantar el ánimo de su empleada ―Hoy la casa estará llena así que te necesito en tus 5 sentidos, pequeña ―Dijo pasando una de sus toscas manos por el hombro de la pelirroja en señal de apoyo ―¡Vamos! ¡Se acabó el descanso! ―Vociferó Brad para llamar la atención del resto del cuerpo de baile que acompañaba a Tiffany.


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