Capitulo 1: El despertar.

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Los rayos de luz se filtraban intensamente a través las finas cortinas, hasta finalizar su recorrido justo en los párpados cerrados de Jungkook, quien se despertó inmediatamente, moviéndose molesto entre las suaves sábanas.

-Mmmh... -Jungkook se desplazó unos centímetros en esa amplia cama y gruñó instintivamente al chocar contra un cálido y conocido cuerpo.

El joven abrió los ojos perezosamente como si de piedra se tratasen y lo primero que observó fue la piel de tonalidad canela de la espalda del mayor. Observó adormilado el leve movimiento de sus hombros; que se mecian rítmicamente hacia arriba y hacia abajo. Seguía profundamente dormido.

Miró por el rabillo del ojo el reloj despertador que se encontraba en la amploa mesa de luz de madera de roble oscuro y vio que aun era desmesuradamente temprano.
Y ya sin intención alguna de levantarse, volvió a acomodarse entre las lujosas sábanas de seda para retomar su sueño y volver al reino de Morfeo.

Cómo si de karma se tratase, en el momento en el que cerró sus ojos, demasiados pensamientos molestos llegaron para ocupar su mente, abatiendo con éxito su posibilidad de dormir nuevamente.

Jungkook estiró el brazo intuitivamente hasta alcanzar la desnuda piel de la espalda que tenía ante sus ojos, la cual conocía a la perfección.

Suavemente trazó líneas uniendo sus lunares, como si de un mapa se tratase, buscando despertar a Taehyung.

Conocía de memoria la ubicación de todos los lunares del chico y cualquier tipo de mancha de nacimiento o cicatriz que tuviera en la piel, fueran de su propia autoría o no.

Taehyung había sido mejor amigo desde que tenía uso de razón.
El padre del moreno, durante muchos años, había vivido su vida siendo maestro de finanzas del Señor Jeon, convirtiendo la relación de los dos adultos en una muy cercana y habitual.
De esa forma, cuando el primogénito del Señor Jeon, Jungkook, finalmente llegó al mundo, el pequeño Taehyung quien ya pasaba la mayoría de su tiempo deambulando en la mansión Jeon.
Rápidamente se volvieron cercanos, tan cercanos al punto de compartirlo todo.

Hasta la cama, pero eso era algo que sus padres no habrían aprobado nunca.

Jungkook había intentando (para el, durante demasiado tiempo) contentar a su padre y cumplir sus mandatos compartiendo cama con varias mujeres, pero nunca el, en el fondo nunca lo había sentido correcto.

Jungkook solamente lograba excitarse si alguna de ellas resultaba ser masoquista y dejaba que jugará con ella un poco.

Hasta el día de su cumpleaños número diecisiete, después de emborracharse y drogarse de una manera monumental, terminó cogiéndose a su mejor amigo.

Y vaya que lo había disfrutado.

En ningún momento había sentido necesidad alguna de golpearlo ni muchos menos verlo derramar siquiera una gota de sangre. No quería hacerlo llorar, quería hacerlo gritar. Gritar su nombre.

Jungkook sonrió vagamente ante el recuerdo de sus primeras veces en la cama, sus primeras noches de sexo.

Eran tan jóvenes, tan inexpertos, tan curiosos.

Recordó cuando se armó con el valor suficiente para contarle a Taehyung que sentía verdadero placer cada vez que veía sangre, aún más cuando él mismo era el causante de la herida.

Estaba totalmente aterrado por la reacción del mayor, ya que adoraba genuinamente a Taehyung. Él era su confidente, su único amigo en toda la mierda que lo rodeaba, la única persona con la que disfrutaba y él único que creía digno de estar cerca suyo.

The Hills 📍 GANG AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora