Capítulo VII: Sábanas de seda.

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Jimin se despertó con un fuerte y a la vez punzante dolor de cabeza, sorprendido por la tremenda suavidad de sus sábanas.
Poco tardó en darse cuenta que no estaba en su cama con su viejo colchón cubierto de sábanas baratas, sino en una lujosa cama king size con sábanas de seda de un bonito color negro azabache.

El joven torpemente se llevó una mano a la cabeza al sentir un fuerte dolor al costado de su sien, producto de su resaca.

Ahí lo entendió todo... Se había quedado dormido en la mansión Jeon.

Las imágenes de la noche anterior comenzaron a inundar sus recuerdos pero después de la tercera botella de champagne todo comenzaba a ser borroso. Recordaba el momento cuando Jungkook le había preguntado si estaba asustado y el había contestado que no.

Luego de eso, Jungkook lo había mirado fijamente y había sonreído por primera vez desde que él había llegado a la estancia y después, Taehyung había dicho que Jimin estaba demasiado ebrio para volver sólo a los barrios bajos donde residía, así que luego de unos cuantos pucheros consiguió que él aceptara quedarse.

No sabía si los dos dueños de la casa se habían acostado luego pero él había caído rendido en la cama, sin siquiera desvestirse, o eso creía él.

Jimin miró la habitación con cuidado; era muy bella, con enormes ventanales que le otorgaban una magnífica vista de la ciudad, todo se veía tan pequeño desde las colinas...

Su mirada se detuvo en una silla en la cual su ropa se encontraba cuidadosamente doblada.

¿En qué momento se había desvestido y doblado todo?

Comenzó a vestirse un tanto preocupado por eso pero no quiso darle mucha importancia, y cuando olió su ropa notó que tenía perfume a limpio, o sea que la habían lavado y secado para él.

Sin pensarlo más, se encaminó hacia la sala, porque supuso que estarían ahí ya que era la hora del desayuno, pero la escena que vio lo dejó totalmente deslumbrado.

Taehyung estaba de espaldas, picando algunas verduras sobre la mesada de mármol, vestido sin más que con una camisa blanca que le quedaba bastante grande y dejaba ver sus esculturales piernas. Jungkook estaba a su lado cocinando algo que olía espectacular, posiblemente huevos revueltos con tocino.

Le costó entender que la linda melodía que escuchaba salía de los labios de Taehyung, el joven estaba tarareando una canción de Frank Sinatra y Jungkook sonreía al escucharlo.
La escena se veía demasiado familiar, demasiado cariñosa y eso lo confundió casi tanto como los recuerdos de su familia lo entristecieron.

Jimin se sentó en la gran mesa de roble luego de darle una gran reverencia a los dos que estaban cocinando, lo cual respondieron con una suave risa y siguieron en lo suyo.

El rubio observó la estancia un poco mejor que la noche anterior y vió que estaba decorada con grandes retratos de personas de rasgos fuertes, asegurándose totalmente de que era la dinastía Jeon.

Siguió observando los cuadros hasta que llegó a una sección donde colgaban pequeños cuadros con fotos dentro, tuvo que acercarse para ver una en particular, dónde se podía observar a un pequeño Jungkook luciendo una enorme sonrisa para la cámara.

En otra foto, se observaba a dos niños abrazados, mejilla con mejilla y en la inconfundible sonrisa cuadrada del más alto pudo notar que se trataba de Taehyung.

Así que se conocían desde muy pequeños... pensó Jimin.

Al volver a sentarse, notó algo que antes no había visto sobre la barra desayunadora, una carpeta de papel madera que contenía un archivo, podía notarlo por las hojas que sobresalían y la foto en el frente.

The Hills 📍 GANG AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora