El tiempo se había frenado para Taehyung.
Sólo podía ver los ojos de su amigo, esos ojos tan dulces y tiernos.
Taemin nunca debía haberse unido a Gangcheol Mae.
Taehyung lo sabía.
Pero desde el día en el que se habían conocido, Taemin le dijo que lo seguiría a donde fuera.
—A donde tú vayas, yo iré, Taehyungie. —Había dicho el pequeño Taemin luego de agarrar su manito y sacarle la lengua. —Seremos amigos, aunque vivas en aquella horrible mansión embrujada.
Taehyung todavía recordaba la primera vez que le había cortado el cabello: lo habían hecho a escondidas de Jungkook, en una habitación para huéspedes en esa misma mansión.
Taemin le había hecho un verdadero desastre en la cabeza, pero se lo veía tan apasionado, que Taehyung lo dejaba seguir intentando cada vez que el pelo le crecía lo suficiente.
Hasta que Jungkook los descubrió, y en vez de enojarse, le ofreció a Taemin mudarse a la mansión para que pudiera jugar con el cabello de Taehyung tanto como quisieran.
Sólo tenían doce años.
Jungkook ya no era el niño dulce que solía ser ni habían vestigios de él, se había convertido en un adolescente demasiado maduro para su edad.
Pero el heredero ya conocía a Taemin a la perfección, sabía cómo lo golpeaban en su casa, por los infinitos abusos que su maldito y adicto padre lo hacía pasar.
Por eso, cuando Taemin aceptó, se mudó aquella misma noche.
Y tan sólo al día siguiente, Jungkook ordenó a asesinar a su padre, para terminar de liberar al amigo de su Taehyung.
Lo cuidaron, lo sanaron mental y físicamente, hasta pagaron por sus estudios en el extranjero.
Aunque no debía, y ante los berrinches de Taehyung, Taemin le había jurado lealtad a Gangcheol Mae. Con tan sólo catorce años, se había arrodillado como un niño ante el padre de Jungkook y había recitado las palabras antes de levantarse como un nuevo hombre.
Al año siguiente, inmortalizó su lealtad en la piel con el halcón emblema.
Pero lo que el señor Jeon no sabía, es que también se había tatuado cerca del corazón las iniciales de Taehyung y Jungkook, los dueños de su eterna y verdadera lealtad.
Cuando Taemin cumplió los dieciocho, Taehyung y Jungkook le regalaron su primer estudio en el centro de Seúl, con el cual empezaría su grandiosa carrera.
A los diecinueve años, un llamativo joven había entrado al salón.
Él era millonario, con un encanto impresionante, carisma infinito y un aspecto perfecto, pero lo más importante, era prácticamente un ángel. Ni una gota de maldad habitaba en su persona.
Y se había enamorado perdidamente en el momento en el que sus ojos se posaron en Taemin.
Luego de eso, salieron durante unos meses, hasta que el encantador chico lo invitó a recorrer el mundo junto a él antes de que tuviera que convertirse en CEO de su compañía.
Jungkook lo permitió, así que dejó a alguien encargado de su tienda y simplemente se fue.
Después de trece meses, Taemin volvió a tomar su lugar junto a la pareja más aterradora de Corea, trayendo consigo no sólo muchísimas anécdotas divertidas acerca de su viaje como personas normales, como dos chicos que no eran más que adolescentes, pero eso no era lo único que traía consigo.
Una alianza se lucía en su dedo anular.
Se había casado con Jonghyun.
En el medio del océano, en una pequeña isla, ellos dos habían jurado su amor eterno con las estrellas y la luna como sus testigos.
Su vida había sido enormemente feliz hasta ese maldito día.
El fatídico día cuando aquella maldita enfermedad lo había alejado de los brazos de su amado.
Luego de eso, las únicas razones que lo mantuvieron a flote fueron su hermano pequeño, sus dos amigos y la promesa de que en la próxima vida se volverían a encontrar.
Jungkook había llegado al lado de Taehyung, mandando al demonio todo lo que sucedía a su alrededor.
—Bebé...
Taehyung no escuchaba, sólo podía observar como Taemin comenzaba a morir entre sus brazos, cómo la vida de su amigo empezaba a alejarse de él, pero antes de que la fuerza abandone totalmente su cuerpo, Taemin intentaba darle algo.
—D-déjame ir con él, Taehyungie... —pronunció el rubio con dificultad, escupiendo un poco de sangre mientras le entregaba un anillo dorado.
—¡No, no lo haré, maldita sea! Te quedaras con ese anillo. —Por primera vez, Taehyung se giró para mirar a Jungkook con los ojos completamente bañados en lágrimas. —A-ayúdame, por favor. Jonghyunie me hizo jurarle que lo cuidaría. N-no puedo fallarle, Jungkook, no puedo dejarlo ir.
—Cariño, mírame. —Jungkook tomó la mandíbula de Taehyung con fuerza y lo obligó a mirarlo. —Si sacas el puñal, Taemin no va a tardar más de cuatro minutos en desangrarse. Aunque le duela y grite, vas a tener que hacer presión contra la herida, ¿lo entiendes, Taehyung? Hay que detener la hemorragia.
Los ojos de Taehyung volvían a brillar.
Había esperanza.
El moreno arrancó de un tirón la manga de su precioso saco rosa e hizo de él un manojo de tela, y sin más la presiono, cubriendo la unión de la cavidad ocular de su amigo y el maldito puñal.
Lo único que logró acallar los dolorosos y devastadores gritos de Taemin, fué el increíble estruendo que anunciaba la llegada de los sobrevivientes del escuadrón Andrómeda.
Mientras terminaba de eliminar a un enemigo, Jimin se sobresaltó al escuchar el estruendo que provenía del pasillo, y en unos cuantos segundos, otro estruendo acompañado de una llamarada que lo tomó por sorpresa.
¿Fuego?
¿Qué mierda?
Luego de que ese brillo sangriento se esfumara un poco, Jimin logró ver a Jeno acompañado por Hyunjin, quien tenía una diabólica sonrisa en el rostro.
Los dos chicos sostenían enormes armas.
Lanzallamas.
DEMONIOS, SÍ.
Hyunjin le guiñó un ojo mientras pegaba su espalda contra la de su líder y apretaba el gatillo.
Las llamaradas rojas empezaron a devorar todo lo que tocaban, como si fueran el fuego de un hambriento dragón.
Los más jóvenes del escuadrón, Jeno y Hyunjin, se estaban cargando a esos malditos.
Los gritos de los enemigos inundaron el lugar mientras que Jimin y Hoseok se unían a Jungkook para proteger a Taehyung y a Taemin, a la vez que Chungha y Wonho volvían a formarse con sus compañeros.
Jimin sonrió al ver como Jongin entraba al salón, con un consciente Baekhyun en brazos.
Estaba vivo.
La cruel matanza duró unos pocos minutos hasta que los gritos por fin cesaron.
Jimin escupió sangre mientras se tambaleaba hasta llegar hacia las personas que más le importaban en el mundo.
Sonrió al ver que Taehyung había logrado que Taemin estabilizara un poco su respiración.
Cuando se desmoronó contra la pared, lo último que sintió antes de desmayarse fueron unos cálidos lengüetazos en su mano.
Antes de cerrar los ojos pudo ver a esa hermosa bola de pelo negro mirarlo con sus enormes ojos.
Deiji, la preciosa flor de Taehyung.
Por fin todo había terminado.
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The Hills 📍 GANG AU
FanficJeon Jungkook es la definición de peligro. Luego de la muerte de su padre, se convierte prematuramente en el líder de la mafia más poderosa de Asia, Gangcheol Mae. Jimin sólo es un joven siguiendo su sueño de ser cantante, luchando por el día a día...