Capítulo IX: Por Gangcheol Mae.

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Jimin había golpeado la gran puerta que presentaba la mansión Jeon hace apenas unos segundos, pero cuando se abrió no pudo contener el impulso de abrir la boca ante la imagen que lo recibió.

Taehyung estaba sosteniendo la pesada puerta, solamente cubriendo su cuerpo con una fina camisa de seda negra que le quedaba grande que solamente tapaba una pequeña parte de sus muslos. También iba descalzo, parecía que le gustaba usar ese tipo de atuendos cuando estaban en la intimidad de su casa.

—Jimin, que gusto verte.  —El mayor le hizo un gesto para que entrara.  —Pasa.

Jimin lo vio cerrar la puerta y hacerle un gesto para que lo siguiera, a lo que obedeció inmediatamente y empezó a caminar tras él por una serie de pasillos diferentes al del otro dia.

El chico no podía resistirse sus bajos impulsos de mirar las piernas del moreno, tenía un movimiento único y especial, caminaba como si fuera una especie de modelo en una pasarela, totalmente gatuno. Su piel tenía cierto brillo que le resultaba hipnotizante. Observó también su cabello, que se veía un poco más claro que la última vez y mucho más alborotado, así que no pudo evitar pensar que quizás había estado teniendo sexo hasta hace poco tiempo, a lo que ese pensamiento hizo que sus mejillas se ruborizaran.

LLegaron a una puerta totalmente negra que Taehyung abrió y Jimin lo siguió sin decir nada. Al verse dentro le pareció obvio que era la habitación de Jungkook, o al menos la que compartía con el moreno. Todo en aquella habitación era extremadamente lujoso y de colores oscuros o simplemente negro. Las cortinas, el edredón de la gigantesca cama, hasta las preciosas arañas de cristal que colgaban del techo.

Taehyung se acomodó directamente sobre la cama, con la cual su camisa hacía juego, creando una postura que Jimin no pudo evitar pensar que se veía bastante sensual.

—Ven, tendremos que esperar unos minutos, Jungkook se está bañando. —Taehyung palmeó el colchón a su lado. —Podemos charlar y conocernos un poco más.

Jimin estaba escuchando atentamente los consejos que Taehyung le estaba dando; necesitaba cualquier cosa que lo ayudara a prepararse mentalmente para lo que viviría en las próximas semanas.

—...Siempre debes mirarlo a los ojos, ¿entiendes, Jimin? Aquí no hay lugar para los débiles, tienes que demostrar que no sientes miedo.

Jimin no pudo seguir concentrado cuando escuchó el ruido de una puerta abriéndose, específicamente la del baño en suite que tenía la habitación.

El chico rubio sintió como sus mejillas comenzaban a arder del calor cuando vió a Jungkook salir del baño solamente cubierto de la cintura para abajo por una toalla negra.

Su cuerpo todavía tenía rastros de humedad, gotas de agua corrían por sus abdominales perfectamente marcados debido a que el menor estaba secando su cabello con otra toalla más pequeña.

Cuando sus miradas por fin se encontraron, Jimin sintió como un escalofrío le recorría  todo el cuerpo ya que ese chico tenía la mirada más especial que hubiera visto en su vida. Era caliente como el fuego, pero helada como un gigantesco glaciar. Transmitía demasiadas cosas, y a la vez, ninguna. Era como si su mirada contuviera mil almas distintas, por lo que Jimin se preguntó si serían las almas de todas las personas que había matado.

 ¿A cuántas personas habría asesinado Jeon Jungkook?

—Jimin, estoy encantado de que hayas aceptado nuestra propuesta. Disculpa por haberte mandado a llamar tan pronto, pero necesito que empiecen a entrenar mañana mismo. —Jungkook tomó una camisa negra que había dejado en una mesa de luz y se la empezó a abotonar lentamente, logrando hipnotizar a Jimin.

Jungkook se sentó en la cama al lado de Taehyung, quien no tardó en arrodillarse y colocarse detrás suyo, enroscándose en su cuello como si de un gato se tratase. Jimin cada día se convencía más de que ese joven se asimilaba demasiado a un gigantesco felino.

—¿Qué fué lo que hizo que te decidas? —Preguntó el joven heredero mientras tomaba una de las manos que el moreno tenía en su pecho y le besaba suavemente los anillos.

—Quiero venganza, quiero el poder de vengar a mis padres. —Jimin sonó mucho más firme de lo que esperaba.

—Lo tendrás, Park Jimin. Pronto me aseguraré de eso. —Jungkook se levantó de la cama y caminó unos pasos hacia él. 

Unos segundos de un intenso silencio cortó el delicado ambiente

—Arrodillate.

Jimin no dudó ni preguntó nada, solamente obedeció, como se suponía que debía hacer. Desde el día de hoy, Jeon Jungkook sería su jefe, su maestro, su amo.

Jungkook llegó a su lado y puso una mano en su cabeza, hundiendo sus dedos el cabello rubio y sedoso del chico.

—Te conocí como un niño, llegaste a esta casa como un niño, incluso te arrodillaste como un niño. —Jungkook deslizó su mano hacia la mandíbula del chico e hizo un poco de presión hacia arriba para que el chico lo mirase. —Pero ya no más, Park Jimin. Te esperan grandes cosas a mi lado, así que deja cualquier miedo atrás, igual que los recuerdos de tu antigua vida, y júrame lealtad. Te levantarás como un hombre, un hombre de Gangcheol Mae.

Jimin lo miró fijamente unos segundos y le sostuvo esa intensa mirada, intentando descifrar lo que el futuro le depararía dentro de la mafia más poderosa del continente.

—Lo juro, daría mi vida por tí. —Jimin se llevó la mano al lado izquierdo de su pecho con solemnidad. —Por Gangcheol Mae.

The Hills 📍 GANG AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora