Unknown Powers ✧ Henry Danger y Tú.

d i e c i s é i s

Henry se había levantado temprano también debido a que Ray como costumbre lo había levantado.

—¿Sabes? Me estoy hartando de que me despiertes para preguntarme que te recomiendo de desayunar. —dice Henry rodeando los ojos.

—¿Y qué quieres qué haga? Charlotte no me responde nunca las llamadas y no quiero las recomendaciones de Schwoz son horribles, la otra vez que comí lo que él me recomendo tuve digestión por 17 días.

—De acuerdo, de acuerdo. ¿Y si desayunas en la nueva cafetería que abrieron a dos cuadras de la tienda?

—¿Esa? Pero... no quiero ir solo, me vería raro... ¿tu mamá está libre ahora?—preguntó.

—¡Adiós Ray!—grito Henry quitando el holograma del antes mencionado.

Él menor suspiró y se levantó para cambiarse.

Mientras que en la capi-cueva, después de hablar con Henry, Ray, fue hasta las pantallas para buscar esa cafetería.

Después de unos minutos entro Schwoz yendo al microondas.

—¿Qué haces?—preguntó Ray.

—Hago palomitas. Haré un maratón de películas con mi hermana. —respondió esperando a que las palomitas esten listas.

—¿No deberías estar trabajando?

—Vamos Ray, déjame divertirme un rato. Ya termine de fabricar las armas y lo que en mi respecta no pude encontrar a los mutantes ni a dónde huyeron con el Dr. Minyak así que la solución más obvia en ese momento fue rendirme... y eso hice.

—¿Qué? ¿y porqué hiciste eso? Intentaron---...

—Si, si matarte, ya lo has dicho. Escucha, sólo hay que esperar a que la próxima vez que los mutantes ataquen para acabarlos con mis armas.

—¿Y esa es tu solución?

—Es la más fácil, así que sí. —dijo sacando las palomitas cuando estas fueron hechas.

—¿Y qué maratón de películas verás con tu... hermana?—preguntó.

—La saga de los X-Men. Hay que estar preparados. —respondió antes de irse.

—Le dije que no siguiera viendo esas películas. —murmura para si mismo Ray.

【•••】

Henry guardo sus libros en su mochila antes salir de su salón de clases pero su profesora lo llamo antes de salir.

—Henry, ven un momento. —pidió. Él obedeció.

—¿Si? ¿qué necesita?—preguntó acercándose a ella.

—Necesito que alguien limpie el salón de clases, y como tú fuiste el último en quedarte aquí, ¡tú lo harás!—responde levantándose de la silla.

—¿Qué? ¿y porqué no limpia el conserje?

—Si... cuando salí del salón luego de la falsa alarma del incendió lo empuje al caminar a la salida porque bloqueaba el paso y desde entonces no le agrado.—respondió.

—Eso responde mi pregunta. —murmura—. ¿Y no lo puede hacer usted?

—Por supuesto que no, ya es tarde y me tengo que ir: tengo una vida. —dice antes de salir del salón.

—En eso... no le creo. Bueno, supongo que esto me pasa por no guardar mis cosas rápido he irme de aquí. —dijo para si mismo dejando su mochila en su asiento.