Capitulo 26

5.7K 350 28
                                    

jujuju mis queridas lectoras, se nos viene el capitulo caliente e.e, si les gusta voten y si les gusta mucho comenten!!!! las quieroooooo :****

--

 Camila pasó todo el rato en un duermevela. Por culpa de las pesadillas, que la despertaron en dos ocasiones. Había soñado que se ahogaba, que volvían a asfixiarla. Ambos sucesos habían sido tan similares que no era sorprendente que se hubieran mezclado en sus sueños. Sin embargo, se recordó que Lauren le había salvado la vida. Y que había capturado al hombre que la había atacado. A su lado, se sentía segura, y saber que estaba cerca la ayudó a conciliar el sueño una vez más.

Aunque también ayudó el hecho de que la cama fuera muy grande. Y cómoda. Ni siquiera sentía la estrechez de la bata como cuando se acostó. Seguro que se la había quitado de forma inconsciente cuando entró en calor bajo las mantas. En ese momento, la temperatura era perfecta, pese a la presencia del cuerpo de Lauren, cuyo calor corporal se sumaba al de las mantas. De la misma forma que había sucedido esa mañana junto a la chimenea de la casita cuando su calor corporal le puso fin a la pesadilla, el resplandor anaranjado del fuego iluminaba la estancia.

No era de extrañar que quisiera rememorar los besos que Lauren le había dado, pero se preguntó cómo era posible que recordara su sabor de forma tan precisa. Pero lo comprendió de repente. Seguro que había gritado y la había despertado. Y esa era su forma de disipar sus temores para que volviera a dormirse. La aterciopelada suavidad de sus labios, el roce de su lengua y los acelerados latidos de su corazón… ¡no eran precisamente relajantes!

Captó el olor de su pelo cuando Lauren movió la cabeza para besarla en el cuello. Sus besos le provocaron escalofríos en los brazos. Estaba sintiendo lo mismo que sintió esa mañana, y tal vez un poco más.

Notó una mano en el pecho. ¿La estaba besando también allí? Sintió un calor repentino que le arrancó un gemido mientras sus besos dejaban una placentera estela que se extendía hasta su entrepierna. De repente, notó un roce justo en ese punto, en la entrepierna… “¡Ay Dios!”, pensó. Lo que sucedió esa mañana no era tan emocionante como lo que estaba sucediendo en ese momento. Contuvo la respiración un buen rato. Fuera lo que fuese lo que le estaba sucediendo, la sensación era tan maravillosa, tan increíblemente placentera, que ni siquiera podía respirar, atrapada como estaba en ella. Y cuando se dejó llevar, experimentó un placer erótico inimaginable. Un placer que la bañó en oleadas mientras soltaba el aire con un gemido que más bien fue un grito.

Sonrió mientras estiraba las piernas, consciente del placer palpitante que aún sentía en la entrepierna. Pero estaba agotada. Muy cansada, demasiado cansada como para reflexionar sobre lo que había pasado. Al día siguiente…

Pero, de repente, el acogedor lugar en el que se encontraba se tornó bastante pesado. Separó las piernas para librarse de dicho peso. Sintió una mano deslizándose sobre el lugar donde había sentido la placentera sensación y eso la sobresaltó al recordarle que aún no había desaparecido.

--Camila, abre los ojos. Te has derretido una vez. Ahora, derrítete conmigo. Quiero seguir dándote placer y quiero que veas lo mucho que lo disfruto… haciéndote el amor.

Cuando abrió los ojos, Camila vio el hermoso rostro de Lauren sobre el suyo. Esos brillantes ojos verdes. Una sonrisa en los labios que bien podría derretir la nieve.

--Mejor así—la oyó decir—empezaba a pensar que ibas a dormirte otra vez.

El comentario estuvo a punto de arrancarle una sonrisa. ¿Dormirse mientras experimentaba todas esas cosas? Todavía estaba flotando en el delicioso sopor que había dejado el placer tras de sí. Hasta el peso de Lauren le parecía maravilloso, y en absoluto incomodo, ya que agradecía poder tenerla a su alcance para variar.

Cedió ante el deseo de acariciarla y le colocó las manos en sus pechos desnudos, escucho a Lauren soltar un gemido ante el contacto, ese simple sonido le arrebato una sonrisa de inmediato. Deslizó sus manos por sus hombros desnudos y acaricio sus firmes brazos, con los que se apoyaba para mantenerse alzada sobre ella. Lauren seguía desnuda. ¿No le había dicho que se vistiera? ¿En qué había estado pensando para objetar su desnudez? Ese cuerpo atlético era magnifico y un estímulo para todos los sentidos. Los movimientos que hacia le otorgaba un aspecto delicado y muy femenino provocando que su belleza aumentara aún más. Se preguntó si sería capaz de hacerle una descripción exacta a Henry para que la tallara en madera. Le encantaría.

Lauren la miraba fijamente, soltando varios gemidos ante las caricias que le hacía por su cuerpo. Parecía fascinada por el movimiento de sus dedos, que seguían explorándola. A Camila no le importó. No sentía timidez alguna.

De hecho, le sonrió y comentó de forma pícara:

--Me encanta este sueño.

Lauren rio entre dientes.

--Ojalá los míos fueran tan eróticos—y con un timbre más grave añadió—en realidad sí lo son, pero será mejor que sigamos con este y no nos despertemos, ¿eh?

La besó con tal rapidez que Camila supuso que no le interesaba su opinión en absoluto. De todas formas, se dejó llevar y le devolvió el beso. Sin embargo, tal vez no hubiera sido una buena idea compartir un beso tan apasionado con ella. Porque el sopor no tardó en desparecer. En un abrir y cerrar de ojos, la pasión las consumió, y no solo a Lauren. Porque ella tenía la impresión de que necesitaba algo más, de que debería intentar conseguirlo.

El momento era tan abrasador que bien podrían estar entre llamas. Lauren tenía la espalda sudorosa allí donde ella la acariciaba, de modo que no encontraba un lugar donde aferrarse, decidió echarle los brazos al cuello. Notó que ella también estaba húmeda… entre los muslos. La mano que había notado antes comenzó a acariciarla en ese lugar palpitante con una gran facilidad, aumentando la rapidez de sus movimientos. Y sabía muy bien adónde iba a conducir todo aquello. Lo sabía…

--Camila, ¿estás segura?

Como siguiera hablando, se echaría a gritar, pensó ella. Sentía una gran urgencia rayana en la locura. Tiró de Lauren para que volviera a besarla en los labios y después jadeó un par de dedos penetrándola. ¿Le había dolido? No estaba segura, porque la sensación había desaparecido con rapidez.

La pasión la abrasó nuevamente y con ella… y con ella…

--¡Dios!

El crescendo que había experimentado antes volvió a repetirse, aunque en esa ocasión de distinta forma. Mucho más gratificante, ya que Lauren la acompañaba, moviéndose con ella y prolongando el exquisito clímax. Una oleada de ternura la abrumó de repente. Ternura por la mujer que le había entregado ese regalo. Era un lujo poder entregarse a esa sensación por unos instantes. En realidad, le encantaría que no desapareciera…

Y el hechizo continuó. Después de que compartieran el éxtasis y de que Lauren se desplomara sobre ella, Camila siguió abrazándola. No obstante, Lauren recordó su peso y después de darle un tierno beso en el cuello y otro en la mejilla, se apartó de ella y se tendió en el colchón. Claro que todavía no había acabado con ella. La atrajo hacia su costado y la instó a colocarle una pierna sobre los muslos, tras lo cual le pasó un brazo por la espalda, lista para dormir. Camila notó que le apartaba el pelo de la mejilla que no tenía apoyada en su torso. Camila observo por un momento el femenino cuerpo de Lauren y ese hermoso cabello largo castaño que caía por su espalda y grabó ese maravilloso momento en su memoria.

Soltó un suspiro satisfecho, relajada y muy cómoda, acurrucada junto a Lauren.

--Ha sido estupendo—dijo con voz adormilada un momento antes de que la invadiera ese maravilloso sopor y se rindiera al sueño.

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora