—Durante todos estos años he tenido la certeza de que te había raptado para matarte.
Aunque lo dijo con voz desapasionada, era el primer indicio de que Helga comenzaba a creerles. Sin embargo, tal parecía que la noticia la había sorprendido tanto que era incapaz de demostrar alegría alguna.
Camila consiguió que Helga se volviera a sentar en el sofá. Lauren le ofreció el pañuelo para que se secara las lágrimas antes de incorporarse de nuevo, ya que prefería quedarse de pie. Sin embargo y tras limpiarse la cara con el pañuelo, Helga lo soltó sobre su regazo y se olvidó de él,
como si no se diera cuenta de las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.
Camila se sentó al lado de la mujer e incluso intentó tocarle la mano para consolarla, pero se dio cuenta de que Helga se tensaba cada vez que lo hacía, de modo que cejó en su empeño.
A esas alturas se sentía un poco rechazada. La brevísima burbuja de alegría que había sentido al ver a la sonriente Helga había desaparecido. Esa reunión no tenía un ápice de feliz... todavía. No obstante, Camila conservaba la esperanza de que una vez pasada la sorpresa inicial las dos se alegrarían.
Con la esperanza de que una explicación pudiera ayudar en ese sentido, dijo:
—Me raptó por ese motivo. Pero fue incapaz de hacerlo y acabó criándome. Ha cambiado. Ya no es un asesino.
—¿Era un asesino? —preguntó Helga con un jadeo asombrado.
—¿No lo sospechaba? —quiso saber Lauren.
Helga bajó la vista a su regazo al punto. Era evidente que no le gustaba mirar a Lauren a los
ojos. Era una militar y había sido ruda con ella.
Al cabo de un momento, Helga contestó:
—Sí, pero acaban de confirmarlo, algo que no había hecho nadie.
—Ha sido como un padre para mí —le aseguró Camila—. De hecho, durante todos estos años creía que estábamos emparentados, que era mi tío de verdad. Me contó la verdad hace un mes.
Helga puso los ojos como platos.
—¿Sigue vivo?
—Sí, pero...
Helga miró con nerviosismo la puerta situada detrás de Lauren.
—¿Está en el pabellón?
Era evidente que tenía miedo de Poppie. ¿Miedo en vez de odio hacia el hombre que le había arrebatado a su hija?, se preguntó Camila. Y se dio cuenta de que Lauren también fruncía el ceño.
—Estoy segura de que lo ocurrido hace años te aterrorizó —se apresuró a decir Camila—. No pasa nada si no quieres volver a verlo. Cuéntame cosas de mi padre.
Los ojos azules de Helga la miraron, pero el miedo no terminó de abandonarlos.
—Era un buen hombre. Apenas llevábamos un año casados cuando murió de una fiebre, así que nunca conoció a nuestro bebé. —Como si se le hubiera ocurrido después, añadió—: Tenía el pelo castaño oscuro.
Camila se echó a reír.
—¡Por fin un pariente con el pelo oscuro! Menuda guerra me ha dado con eso... la capitana. —Señaló hacia Lauren con la cabeza.
—¿Por qué?
—Porque intenté convencer a la capitana Jauregui de que era la princesa, que era quien mi tutor
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Las reglas de la pasión - Camren
FanfictionCamila Farmer vive con su excéntrico tío en Londres, donde disfruta de unos privilegios y una educación dignos de una princesa. En vísperas de su presentación en sociedad, descubre un secreto acerca de sus orígenes. ¿De verdad es la princesa perdida...