Ese día llegaría a Lubinia. Aunque el viaje había sido largo, Camila seguía creyendo que era demasiado pronto para llegar a su destino. Estaban en las montañas, rodeados por la nívea blancura del paisaje. De repente, una tormenta de nieve pareció salir de la nada, ya que se cernió sobre ellos en un abrir y cerrar de ojos. El paso montañoso por el que debían transitar se volvió más angosto a medida que ascendían. Era tan escarpado que todos, incluido el cochero, tuvieron que apearse y caminar delante del carruaje. La nieve caída convirtió el sendero, resbaladizo de por sí, en una senda traicionera.
--Es un paso muy antiguo, ya que apenas se usa. Gritó Poppie para hacerse oír por encima del viento que soplaba de cara. Abría la marcha delante de ella, ¡y aun así tenía que gritar! A su espalda, el cochero obligaba con paciencia a los caballos a continuar—Muy pocos llegan a esta ruta. Añadió.
--Eso da igual, debería arreglarse para que fuera menos peligroso. Protestó ella mientras se aferraba a las rocas, en el lado seguro del sendero—Poner un vallado o…
--Podrás ordenarlo cuando seas reina.
Camila se percató de la nota jocosa de su voz.
--Podré comentárselo a mi padre. Replicó. El comentario le arrancó una carcajada a Poppie.
Hacía tanto frío que se alegraba de no llevar un vestido, lo que habría sido muy incómodo con ese vendaval. Tenía el pelo recogido en una trenza que se había metido por el abrigo y llevaba el cuello levantado. También llevaba un gorro de lana bien calado, cubriéndole el resto de la cabeza. Sin embargo, debería haber sacado un pañuelo de uno de sus baúles para protegerse la cara. Sentía los copos de nieve cayéndole en la cara, aunque eran más hielo que otra cosa. Por suerte, los pantalones estaban pensados para ese clima. Eran tan gruesos que parecían tener relleno.
Mantuvo una mano enguantada sobre las rocas mientras aferraba con fuerza a Henry con la mano libre. Le parecía escucharlo silbar, aunque bien podría ser el viento. Sin embargo, sabía que el muy tonto consideraba que era una aventura. Se lo estaba pasando en grande durante ese viaje, haciendo preguntas y demostrando su admiración por todo lo que veían. Por supuesto, Poppie y ella le habían hablado del motivo de ese viaje, pero le habían dado una explicación simplificada sin mencionar siquiera la existencia de la monarquía. Simplemente le habían dicho que Camila iba a reunirse con su padre, a quién no había visto en la vida.
Henry también había conseguido ropa de invierno nueva en Múnich. Nada demasiado elegente para ellos. Parecían un par de campesinos, tal cual se había burlado ella misma antes.
Justo cuando doblaban una curva muy empinada, estuvieron a punto de que los aplastaran. En mitad de la ventisca, se encontraron de golpe con unos caballos que se dirigían hacia ellos y que se encabritaron. Uno de los caballos casi se cayó por el precipicio. Camila gritó al ver que el caballo intentaba recuperar el equilibrio, pero en ese momento se vio aplastada contra las rocas por otro de los caballos y perdió el aliento. Más caballos relincharon y se encabritaron, ya que los jinetes tiraron con fuerza de las riendas para evitar el choque, pero la inercia impidió que se detuvieran de inmediato.
El pánico invadió a Camila cuando Henry se soltó de su mano, pero el niño se había subido a las rocas para que no lo aplastaran y para ver mejor el caos. Aunque no podía ver demasiado por la nieve que seguía cayendo copiosamente. Claro que ella tampoco podía ver, dado que seguía aplastada por uno de los caballos. Consiguió salir del atolladero y retrocedió hacia su propio carruaje, ya que todavía quedaba un poco de hueco. Poppie la imitó y le rodeó los hombros con un brazo.
--No hables. Le advirtió—Tu acento te delata.
Debido a la brusca parada, los caballos de los recién caballos ocupaban el estrecho sendero. Camila contuvo el aliento. Cabía la posibilidad de que alguien se cayera por el precipicio, o tal vez lo hiciera uno de los animales.
ESTÁS LEYENDO
Las reglas de la pasión - Camren
Hayran KurguCamila Farmer vive con su excéntrico tío en Londres, donde disfruta de unos privilegios y una educación dignos de una princesa. En vísperas de su presentación en sociedad, descubre un secreto acerca de sus orígenes. ¿De verdad es la princesa perdida...