Capítulo 47

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Pese a lo cansada que estaba después de las emociones del día, Camila se quedó esa noche hablando con su padre mucho más rato del que debería. Sin embargo, no quería marcharse porque temía que Lauren estuviera esperándola para escoltarla a su dormitorio y no quería que advirtiese lo decepcionada que estaba por no haber encontrado un motivo de peso para negarse a

contraer matrimonio con un Mahone sin provocar una discusión con su padre, cosa que estaba fuera de toda discusión. ¿Sabría Lauren lo que su padre planeaba? No, por supuesto que no. De otro modo, habría dicho algo. Estaba segura de que por lo menos la habría avisado a fin que

atenuar el impacto.

Al final, funcionó su estrategia para no ver a Lauren, porque cuando salió no estaba esperándola. Dos guardias reales la acompañaron a su dormitorio.

De todas formas, no logró dormir mucho con todo lo que tenía en mente. Poppie le había advertido que su padre elegiría a su futuro marido, pero no había previsto que sucediera tan pronto. Nadie lo había previsto. Pero, por raro que pareciera, no fue eso lo que la mantuvo en vela.

Ni siquiera intentó desterrar los recuerdos de las noches pasadas con Lauren. Antes los había mantenido alejados de sus pensamientos porque, tal como le había asegurado, nunca

volvería a compartir ese tipo de intimidad con ella. Así que habría sido una tontería recordar algo

tan maravilloso. Pero, en ese momento y por algún motivo que no alcanzaba a entender, se permitió disfrutar con los recuerdos por tonto que fuera.

Su padre le había prometido enseñarle el palacio a la mañana siguiente. Cuando escuchó que

llamaban a la puerta, ya estaba preparada. Una criada hizo ademán de abrirla, pero se lo impidió con un gesto de la mano. A primera hora de la mañana se había presentado en su dormitorio, junto con otra muchacha, ambas muy sonrientes, para llevarle las bandejas del desayuno. Y

después se habían quedado con ella para atender todas sus necesidades. Tendría que acostumbrarse a eso, porque parecían dispuestas a no apartarse de su lado. Intentó despacharlas, ¡pero la miraron como si las estuviera castigando!

Al otro lado de la puerta la esperaba un guardia, no su padre. Los dos guardias que la escoltaron por la noche también estaban presentes, ¡junto con otros cuatro! Ni se le había ocurrido que pudieran haber estado toda la noche en su puerta. Sin embargo, el guardia que había

llamado se limitó a entregarle una nota. Al abrirla, descubrió una larga parrafada en lubinio, de modo que le preguntó al hombre por el contenido.

Lauren apareció en ese mismo momento por el extremo del pasillo y le espetó una orden al soldado, que se marchó a toda prisa. Debía de haber estado en el exterior porque llevaba el abrigo del uniforme y el gorro de piel.

—¿Algún problema? —le preguntó.

—Sí, me han dado esto sin ofrecerme la menor explicación —contestó Camila, tendiéndole la nota.

—Es del rey. Lamenta mucho no poder atenderte y sugiere dejar la cita para mañana. Yo ya estaba avisada de este cambio de planes y venía para informarte. Pero ese guardia no está al tanto de nada. No debes hablar con la guardia, a tu padre no le gustaría —añadió a modo de reprimenda.

Ofendida, Camila exigió saber:

—¿Por qué?

—Porque eres la princesa y los soldados están muy por debajo de ti. —Lauren suspiró—. Creo que habrá que hacer algunos ajustes en el palacio ahora que tenemos una princesa entre nosotros.

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora