Capítulo 37

5.1K 277 21
                                    

Camila necesitaba unos minutos a solas para adecentarse un poco antes de volver a salir. Los Jauregui tenían un pequeño aseo en la planta baja. Entretanto, Hendrik se adelantó para despejar el camino de nieve. La madre de Lauren le dio las indicaciones precisas para que se reuniera con ellos cuando estuviera lista, posiblemente porque quería pasar unos minutos a solas con su hija.

Lauren, esa bruta, le preguntó si necesitaba ayuda. Así que le cerró la puerta del aseo en las narices. No esperaba encontrar un aseo equipado con los lujos ingleses, puesto que ni siquiera en

Inglaterra se podía acceder a un retrete con cisterna, pero encontró algo parecido: un robusto

bloque de madera pulida en cuyo interior se escondía un orinal de cerámica, afortunadamente

limpio. Lo usó con rapidez, y se estaba lavando las manos cuando se abrió la puerta. Se volvió al punto, aunque no le sorprendió encontrarse con Alexa.

La mirada que la rubia le había lanzado en la sala de estar había sido tan hosca que puso de manifiesto lo mucho que tenía que decirle.

Camila debería haber mantenido la boca cerrada, pero Alexa la había atacado al decir que era la amante de Lauren. Y ella había replicado enfadada y sin pensar. Así que tendría que enfrentarse a las consecuencias.

Pensó en apartar a la muchacha de un empujón para pasar a su lado, pero la curiosidad que sentía la obligó a comprobar si Alexa era tan mala como Lauren había insinuado o si solo había ido para disculparse por su horrible comentario. Camila comprendía por qué estaba tan enfadada cuando la vio en el palacio. Al parecer, Lauren le había dicho que se marchara, ella se había

negado y Lauren había ordenado que la echaran. ¡Pero eran vecinas! ¿Habrían tenido una relación muy

estrecha antes de discutir? Lauren no había mencionado qué tipo de amistad habían mantenido.

Alexa se lo dejó claro al decirle con tirantez:

—No creas que va a casarse contigo. Porque dentro de nada será mi esposa. Es lo que esperan nuestras familias.

Si no hubiera añadido el último comentario sobre la familia, Camila habría descartado sus palabras al tomarla por una arpía celosa. En cambio, se sintió bastante... abatida.

—Es una bruta, así que puedes quedarte con ella —replicó, aunque de repente la invadió la furia y

añadió—: Aunque si mis ojos no me engañaron, presencié cómo te echaba del palacio, así que dudo mucho que esté pensando en casarse contigo.

¿¡Qué bicho le había picado para hablar así!?, se preguntó en silencio. Parecía tan celosa como Alexa. El recordatorio hizo que la muchacha se pusiera muy colorada. Sin embargo, Camila no esperaba que la abofeteara y agradeció haber disfrutado de tantas lecciones de esgrima cuando vio que su brazo se levantaba de forma automática para desviar el de Alexa.

—Te lo advierto, solo ha sido una discusión entre amantes —masculló Alexa —. No es la primera vez, pero siempre nos reconciliamos y volveremos a hacerlo esta vez.

—Entonces ¿por qué estás tan preocupada?

—No lo estoy.

Camila soltó una carcajada irónica.

—Pues me tenías engañada. A lo mejor deberías convencer a Lauren de que siempre hacéis las paces. A mí me da igual. Y ahora, si me disculpas, tengo que conocer a unos lobos, una idea que me apetece mucho más que escuchar lo que tú tengas que decirme.

Y con esas palabras pasó por su lado, esperando que Alexa le cortara el paso para poder decirle cuatro cosas más. Saberse en mitad de una pelea de enamoradas la había puesto furiosa. Porque había sido inesperado. Pero claro, Lauren jamás le diría que la estaba utilizando para poner celosa a su amante. Sin embargo, si Alexa había llegado tan rápido a esa conclusión, se debía a que no era la primera vez que Lauren lo hacía.

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora