Capítulo 51

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Un criado ataviado con librea acompañó a Camila, a Lauren y a Leonard al salón de la enorme residencia de los Ferrer. Camila todavía no había tenido la oportunidad de hablar con

Poppie a solas, pero mientras se dirigían al salón, aprovechó un instante para decirle al oído:

—Le has mostrado tu cara. ¿Ha sido sensato?

—Tengo un buen presentimiento sobre ella—contestó Poppie—. No me traicionará.

Ella tampoco creía que Lauren pudiera traicionarlo. Era demasiado directa, demasiado sincera y demasiado franca como para hacer algo así. A menos que se tratara de un secreto real, por supuesto.

Ninguno de los tres se sentó mientras esperaban a que Alexa apareciera. Camila se apartó un poco porque solo quería observar. Ni siquiera debería haber ido. Iban a tratar un asunto de la casa real. El deseo momentáneo de ver cómo Alexa recibía el castigo merecido ya había pasado. En ese

instante, comprendió que los culpables de ese deseo eran los celos y deseó que Lauren no se diera cuenta.

La amiga de la infancia de Lauren apareció haciendo una gran entrada. Su expresión alegre se tornó en simple curiosidad al ver que Lauren no había llegado sola. Iba vestida con atrevidos tonos oscuros: rojo oscuro mezclado con negro y con un morado intenso. Colores que en Inglaterra estaban reservados para las mujeres casadas, ya que las solteras y las jovencitas solo vestían con tonos pastel. Pero en Lubinia no existía dicha costumbre, se recordó Camila.

Todavía se sentía invisible con su abrigo gris. Una sensación que no habría desaparecido de habérselo

quitado, ya que llevaba un vestido color azul claro, elegante, sí, pero excesivamente discreto.

—¿Qué te trae por aquí? —le preguntó Alexa a Lauren—. Hace tanto tiempo que no nos visitas que casi he perdido la cuenta de los años.

Lauren se había acercado a ella en cuanto apareció en el salón. Y no se detuvo hasta estar casi interpuesta entre la puerta y Alexa, a fin de que su afán por bloquearle la salida no fuera demasiado obvio. La posición obligó a Alexa a darle la espalda a Poppie, que se encontraba en el otro extremo de la estancia.

—Hemos venido para discutir tus actividades y tus amistades más recientes —contestó Lauren. Alexa se echó a reír.

—No, no vamos a discutir nada. Porque no es de tu incumbencia.

—En realidad, Alexa, sí que lo es, porque acabo de descubrir que tu amante mató a uno de sus secuaces. Tampoco es que fuera una gran pérdida, porque se trataba de un simple matón, al igual que él. Pero también sé que trabaja directamente para los Mahone.

—No es un rebelde —se apresuró a negar Alexa. Lauren replicó con mordacidad:

—No he dicho que lo fuera, pero es muy curioso que relaciones a los rebeldes con los Mahone.

Si no lo supiera, tendría que darte las gracias por haber establecido dicha conexión.

Alexa se sonrojó, furiosa.

—¡No tengo nada más que decirte! —exclamó mientras caminaba con paso resuelto hacia la puerta.

No avanzó mucho, porque Lauren la aferró por un brazo. Alexa estaba a punto de gritar para pedir ayuda, pero ella la zarandeó con fuerza.

—Alexa, será mejor que cooperes o las cosas se van a poner muy feas para ti. Si me veo obligada a llevarte al palacio...

—¡Suelta a mi hija!

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora