Narra Camila
Terminé de hacer las palomitas de maíz y me dirigí nuevamente hacía la cabaña de Lauren, cuando entré estaba solo con una polera que le llegaba hasta las rodillas y el cabello mojado.
-No sueñes que dejaré que te acuestes con el cabello húmedo – dejé los refrescos y las palomitas en una mesa pequeña que estaba en la habitación – siéntate en la cama, te secaré el cabello pero primero tómate esto – le pase las pastillas que me dijo al enfermera que le diera – buena niña –besé su mejilla, malditos impulsos.
-Aún me siento mal – dijo sentándose por fin y dejándome hacer mi trabajo – no sé como no me di cuenta de que trotaba hacía un lago.
-Era de noche, suele pasar.
-No debería haber salido.
-Lo sabemos – acaricié su cabello, desenredé sus puntas y comencé a peinarla – tienes el cabello suave.
-¿Qué película veremos?
-Traje musicales y unas de deporte que creo que te puedan gustar, como haces deporte.
-Gracias – dijo de la nada.
-¿porque?
-Por venir a cuidarme, no era tu responsabilidad.
-SI lo era, soy tu profesora el venir acá fue mi idea por ende si era mi responsabilidad.
-Podría haberme quedado con la enfermera pero tu decidiste quedarte…
-Eres mas que una alumna – se hizo silencio en todo el cuarto – deberías saberlo.
-Se siente bien – dijo después de un rato.
-¿Qué se siente bien?
-Tenerte a ti acá, después de lo de ayer yo creí que…
-Es mejor que no hablemos de eso – la detuve de inmediato – no aguantaría hablarlo sin llorar – ella volteo y quedó frente a mí - ¿Qué? ¿Qué tengo?
-Tenemos que hablar.
-No ahora, ahora estás mal y la enfermera debe estar por llegar – ella frunció el ceño – anda a colocarte cómoda a la cama, pondré la película y me acostaré a tu lado.
-¿enserio?
-Obvio, no te dejaré sola Lauren – ella me quedó mirando y como si nos hubiéramos conocido de toda la vida supe que en ese momento me quería besar, sonreí y besé su frente – ve acostarte, voy en un minuto – noté su cara de frustración pero me hizo caso. Se acostó y me dirigí a la televisión cuando se abrió la puerta.
-Volví - era la enfermera – ¿Cómo está?
-Mejor traté de bajarle la fiebre como pude.
-Muy bien la voy a inyectar.
-¡ODIO LAS AGUJAS! – gritó desde la cama.
-¿cómo puedes odiarlas si tienes tatuajes?
-Eso es una cosa diferente, enserio las odio
-OK – me acerqué a ella y me senté a su lado – solo durara un segundo, mañana te sentirás mejor ya verás.
-No me gustan señorita Camila enserio que no.
-Tu profesora tiene razón no durara nada, anda date vuelta – Lauren volteó y la enfermera le bajo el pijama hasta las rodillas junto con su ropa interior y noté como se tensó.
-Toma mi mano, todo estará bien Lauren – no quise mirar la aguja solo me preocupé en hacer que ella se olvidara de todo. Noté como apretó mi mano y se la llevo a sus labios, la recorrió con pequeños besos y por poco me la quiebra cuando la pincharon – viste no era para tanto – comenzó a soltar mi mano de a poco.