Narra Lauren
Los días pasaban y mi progreso también, los doctores estaban muy contentos porque había avanzado demasiado desde el accidente. Podía pararme pero no por mucho tiempo, mis piernas perdían sensibilidad muy pronto y me decían que todo eso iba a desaparecer con mas terapia, terapia que dolía como no tenían idea pero todo era mas fácil con Camila, ella había estado ahí conmigo desde el principio. Cada vez que veía sus ojos algo en mí reaccionaba, todo mi cuerpo temblaba cada vez que la tenía cerca y todas las noches antes de dormir trataba de concentrarme en recordarla pero nada ocurría y entonces venían los dolores de cabeza.
-¿Estas bien? – me preguntó Dinah.
-Si, solo pensaba – miré por la ventana del auto.
-¿En quien? – sonreí – te conozco ojitos, se que cuando sonríes de la nada es porque te acordaste de la flaca.
-Tienes razón – miré mis manos - tu crees que ella… bueno ¿Aún me ame?
-¿Qué clase de mala broma es esta Jauregui? – sonreí.
-No sé, el mundo… esta ciudad está repleta de mujeres hermosas que la harían feliz. Yo… yo ahora solo soy una chica en silla de ruedas que no puede ofrecerle mucho.
-Creo que te equivocas en algo – dijo Dinah mientras manejaba mirando hacia adelante.
-¿En que?
-Camila no es lesbiana – el auto frenó lentamente por el semáforo, Dinah me miró directamente a los ojos – a Camila solo le gustas tú – mi corazón casi se salió después de esas palabras, no quise seguir hablando y decidí recordar lo que había pasado con Camila durante este mes, desde que la vi en la sala de recuperación del hospital hasta cuando… bueno, casi nos besamos ¡mierda como quería besarla! – llegamos – me dijo Dinah y me ayudo a salir de su coche y a ponerme en la silla de ruedas.
-Me llegó un mail de mi fisioterapeuta y me dijo que me cambiaran de terapeuta.
-¿Por qué?
-Creo que la que me hacía los ejercicios tiene una convección fuera del país.
-Oh ya veo ¿y quién es la nueva entonces?
-Hola – esa voz la conocía, era la voz con la que venía soñando hace unos días… era Camila – disculpa la tardanza pero Michelle no quería ir al jardín – se veía hermosa, traía una camisa holgada, transparente que dejaba a la vista sus hermosos pechos y el color de su ropa interior; el cual era negro, traía pantalones ajustados que hacían ver muy bien su trasero y unas zapatillas - ¿estas bien Lauren? – su voz me hizo salir del trance.
-Eh… si lo siento yo… solo pensaba – dije bajando la mirada, ojala no me haya visto mirarla.
Entramos a la clínica y Camila llevaba mi silla, miera porque estaba tan nerviosa, ni siquiera la estaba mirando, solo la tenía atrás mío con su cuerpo hermoso, su olor esquicito y su personalidad que me tiene por las nubes.
-Iré a preguntar a qué hora podemos entrar – dijo Dinah y me quedé ahí con Camila.
-¿Por qué estas tan nerviosa? – Camila cruzó sus brazos por mi cuello y besó mi mejilla.
-Camila… - susurré, era increíble lo que me hacía sentir ¿Cómo pude olvidarme de ella?
-¿Qué pasa? – susurró en mi oído, no conteste y entonces a la flaca se le ocurrió la grandiosa idea de colocarse frente a mí – no me mientas Jauregui.
-Me pones nerviosa, muy nerviosa – sentía como mis mejillas se ruborizaban – y… y te ves hermosa hoy – ella sonrió – muy hermosa joder – bajé la vista y miré mis manos.