Epílogo

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—Hija ya llevas una semana sin llorar ni estar deprimida, me siento tan orgullosa de ti— me dijo mi padre dejando un cálido beso en mi frente

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—Hija ya llevas una semana sin llorar ni estar deprimida, me siento tan orgullosa de ti— me dijo mi padre dejando un cálido beso en mi frente. Le sonreí.

—Ya es tiempo de que vuelvan a sus viajes, estoy bien y voy siendo la misma cada día, voy mejorando con el tiempo y así será hasta que todo esté como antes—les dije orgullosa.

—Que bueno porqué ya hace falta dinero— dijo mi mamá aliviada riéndo.

Reí un poco con ella, mi padre se nos unió.

—Gracias, sin ustedes no podría haber salido adelante, sin Ana tampoco lo hubiera logrado y lo aceptó, tuvieron razón en la psicóloga, me ayudó mucho— hice una mueca, le daba justo en mi orgullo. Sonrieron mirándose con superioridad, me reí.

—Te apoyaremos siempre hermana— me sonrió Joel.

—Tengo hambre— dije riendo.

—Tenías que arruinar el momento— me dio Joel riendo rodando sus ojos— si que estavolviendo la Tn de antes.

Reí ante aquello que era verdad y no iba a negarlo.

—Entonces vamos, Tn, Joel, ayúdenme a poner la mesa— nos dijo mamá parándose del sofá.

—Genial y yo voy a... — decía nuestro padre mientras tomaba un periódico.

—Ni lo pienses, sígueme, tú me vas a ayudar a servir la comida— mi madre lo tomo del hombro.

Mi padre dejó el periódico en la mesa de centro decepcionado. Se paro y la saludo como sargento, mi madre río por aquello y comenzó a caminar hacia la cocina, con mi padre detrás. Joel y yo nos fuimos al comedor.

Estaba poniendo los basos y Joel los platos. Estábamos charlando de nombres que podría tener mi futuro hijo o hija, hasta que me callé de pronto cuando logre escuchar los sollozos nuevamente, sonaban muy distantes y lejanos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo erizandome la piel de pies a cabeza, hace una semana había dejado de escucharlos y pensaba que ya habían acabado. Los sollozos se hicieron cada vez mas fuertes  retumbando en mis oídos dejandome un dolor terrible, haciendo un eco enloquecedor, se hacían agudos picando mis oídos. Mi cabeza comenzaba a doler y sentía que colapsaria. Era como si taladraran mi cabeza.

Dejé caer los vasos rompiéndose en pesados al impactar con el suelo de madera, pero era lo que menos me importaba. Cubrí mis oídos con mis manos pero era en vano, aquello sonaba  dentro de mi cabeza, cualquier cosa que hiciera para callar esos sollozos y llantos era inservible. Grite desesperada, Joel dejó los platos en la mesa con rapidez y me tomó de la cintura, evitando que cayera al suelo porqué mis piernas estaban debilitandose. Estaba mareada. Mis padres entraron corriendo, acercándose a mí.

—¡¿Tn qué pasa?!— me tomo de los brazos intentando quitarlos de mis oídos pero me negué.

—¡Ya no puedo más, que se callen de una vez por todas!— grite perdiendo total equilibrio, dejando de sentir mis piernas, pero Joel me cargo. Agarra mi cabeza con ambas manos, esto era horrible— ¡Haz que se calle por favor!.

—¡Hija mírame! ¡Tranquilizate y dinos que es lo que pasa!— me dijo mi padre tomando mi rostro, lo mire unos segundos pero baje la mirada adolorida, mi cabeza explotaria.

—¡¿Qué se callé qué?!— dijo Joel sugetandome fuerte.

Comencé a llorar de tanta desesperación, aumentaba cada vez mas fuerte y sentía que moriría, aunque en este momento, prefiria morir.

Empuje a Joel, logrando que me soltara y caí al suelo, enterrandome los vidrios del anterior vaso que dejé caer en mis rodillas, pero no sentía dolor, el dolor que dominaba era el de mi cabeza y mis oídos.

Comenzaba a perder la razón de donde estaba, la visión se me hacia borrosa evitando que siguiera viendo a mis padres, incluso comenzaba a dejar de escuchar sus gritos, lo último que escuché era que mi padre sacaría el auto en ese mismo instante y me llevarían al hospital lo más rápido posible. Joel que quería cargarme en brazos era lo último que recordaba, no sabía que estaba pasando, es como si todos mis sentidos se hubieran apagado o solo se concentrarán en la voz en mi cabeza que estaba a nada de matarme. Me dolía, dolía mucho, podría morir del dolor y desesperación.

—¡Haz que pare! ¡Por favor! ¡Te lo suplico! ¡Que se calle!— grite lastimado mi garganta.

Tn.

Tn.

Tn.

Noo.

Tn.

No puedes dejarme.

Te necesito.

—¡No! ¡Ya vasta!- seguía gritando, me sentía como si estuviera en un lugar negro, solo yo y mi sufrimiento, sin nadie más.

Tn.

Tn.

Por favor Tn.

Yo se que puedes, te esperó con ansias.

No puedo seguir sin ti, necesito que vuelvas a mi.

Tn.

Tn.

¡Ven conmigo!.

¡Tú puedes!.

Tn regresa.

Tn tú puedes.

Estas cerca mi niña.

¡TN ABRE LOS OJOS POR FAVOR!.

Abrí mis ojos de golpe viendo un techo y paredes completamente blancos, la luz me cegó, provocando que cerrará mis ojos nuevamente, apretandolos con fuerza. Respiré el olor de ahí, era un olor muy peculiar que reconocía... un pequeño sonido se escuchaba. Solté un quejido de confusión pero mi garganta dolió.

Pip... pip....pip...

—Tn.

Escuché nuevamente la voz, pero esta vez suave, no parecía estar en mi cabeza, no me taladraba los oídos ni la cabeza y no parecía querer matarme. Abrí mis ojos poco a poco para verla.

—Hija despertaste al fin.

Comenzó a llorar.

Comenzó a llorar

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Mi vida sin ti- 2 temporada C.V y tú/Terminada/TrilogíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora