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Sandra

Después del turno llegué muy cansada a casa, Nagore ya me había dicho que estaba en casa, ella había salido unas cuantas horas antes que yo, también había empezado antes a trabajar. Entré a casa y estaba todo oscuro, fui directamente al dormitorio y me encontré a Nagore profundamente dormida, dejé las cosas sin hacer ruido y me fui al salón.

Estuve mirando las redes sociales y hablando con unos amigos por Whatsapp antes de tumbarme en el sofá y quedarme dormida. Me desperté con un agradable aroma a comida, me desperté y mire a Nagore a través de la puerta. 

Sandra: ¡Huele que alimenta! 

Nagore se giró con una sonrisa en la boca. Estaba preciosa recién despertada. Vino hacía a mi y me abrazo, su olor me embriagaba, me encantaba colocar mi cabeza en el hueco de su cuello y empaparme de su olor. 

Nagore: Mmmm... ¡Qué gusto! No te he querido despertar porque estabas tan dormida...

Sandra: A mi me ha pasado lo mismo cuando he llegado, te he visto acurrucada en la cama con esa carita de bebé. 

Después de una pequeña sesión de mimos, llena de abrazos y besos nos pusimos a cocinar para preparar casi toda la comida para la semana porque íbamos a tener poco tiempo para cocinar con tanto trabajo como teníamos. 

Nagore

Hoy me tocaba turno de noche en el hospital, no me gustaba especialmente porque normalmente eran turnos bastante aburridos o si no, la gente que acudía al hospital era porque estaban muy graves. Así que tocaba estar en alerta. 

A las diez de la noche estaba entrando en el hospital, fui directamente al vestuario y subí a la novena planta que era donde estaban los pacientes que tendrían que quedarse ingresados en el hospital. Después de verlos, bajé a Urgencias porque me habían llamado porque traían a un paciente que le había dado un ictus. 

Así que teníamos que organizar un quirófano para actuar rápido y que al paciente no le quedasen secuelas. Nada más bajarlo de la ambulancia lo metieron corriendo en el quirófano, el paciente no hablaba así que había que actuar rápido. 

Tras hacerle una resonancia de urgencias, pudimos ver que zona estaba afectada y actuar con más precisión. La doctora Díaz y yo lo operamos, le tuvimos que quemar un trombo, que le estaba impidiendo que la sangre circulase correctamente por todo el cuerpo y cuando acabamos pudimos comprobar que el paciente volvía a hablar. 

Por estas cosas valía la pena venir a trabajar, porque veías que tu trabajo valía para salvar vidas. Cuando pasaban estas cosas era bastante emocionante, para mi era la primera vez que me pasaba esto, que un paciente entrase al hospital tan grave y que se marchase por su propio pie y hablando. 

El resto del turno trascurrió con normalidad, entraron varios paciente más pero no tan graves. A las seis de la mañana volví a casa con muchas ganas de dormir. Pero antes me encontré en el salón con el desayuno recién hecho y una nota. 

"Esto es para que recargues las pilas después del turno de noche. Un desayuno de campeona para ti. Disfrútalo y te espero en la cama chiquitina. Te amo muchisimo."

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