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Sandra

Nos despertamos listos para afrontar un día cargado de aventuras. Hoy íbamos a la granja a ver y a hacer actividades con los animales. Hugo estaba nervioso porque no paraba de moverse, era un niño inquieto pero cuando le apasionaba algo no paraba de ir de un sitio para otro. 

Nos montamos en el coche y nos pusimos rumbo a la granja. Cuando llegamos fuimos directamente a ver a las gallinas. Les estuvimos echando maíz a través de las rejas. Después fuimos a ver a los conejos. 

Tras recorrernos toda la granja, fuimos a comer a un restaurante dentro de la propia granja. Por la tarde, fuimos a ver ovejas y cabras. Hugo no paraba de sonreír, estaba flipando con todo lo que veía. 

Hugo: ¡Mamá, mamá! Es un guagua

Nagore: No cariño, es una cabra. 

Nagore tenía infinita paciencia con Hugo, le encantaba enseñarle cosas nuevas. A mi también me gusta que aprendiera pero a veces no tenía tanta paciencia como ella. Era un sol, tanto con Hugo como con los demás niños que conocíamos. 

Tras pasar un gran día rodeados de animales, volvimos a nuestra casita. Había sido un día agotador, no habíamos parado un momento. Nos sentamos en el sofá y nos quedamos dormidos a los pocos minutos. 

Me desperté con el brazo dormido por el peso de Hugo, su cabeza estaba apoyada en mi brazo y su cuerpo en mis piernas. Lo levanté sin que se diera cuenta y lo dejé cuidadosamente en la cama. Después desperté a Sandra poco a poco para avisarla de que nos fuéramos a la cama. 

Nagore

Esta misma mañana volvíamos a casa. Después de desayunar recogimos la casa y nos marchamos. 

Sandra: ¿Te lo has pasado bien enano?

Hugo: Sí, mami. Ha sido muy guay. ¡Yo quiero un guagua! 

Nagore: Bueno, ya veremos, un perro son muchas responsabilidades cariño. 

Hugo: Pero yo lo voy a querer mucho. 

Miré a Sandra mientras conducía, iba con una gran sonrisa, a ella también le encantaban los perros, así que seguramente acabaríamos con uno en casa. Una vez en casa, recogimos todas las maletas ya que mañana tocaba volver al trabajo y Hugo volvía a la guardería. 

Volvíamos a esa rutina que tanto odiábamos a veces pero que era importante volver a retomar. Volvíamos al estrés del hospital y al estrés de cuadrar los horarios de Hugo con los nuestros. El hospital había cambiado mucho desde que habíamos entrado a trabajar. Cada vez teníamos más guardias y más trabajo. 

Pero como a mi el trabajo me gustaba pues me gustaba ir a trabajar, aunque el estrés no me venía bien para mi problema de salud. Desde el episodio que me había dado hace unos años no me había vuelto a dar, solamente de vez en cuando me dolía la cabeza pero estaba dentro de la normalidad. 

Así que me levanté para afrontar otro día más en la oficina, así era como le llamaba yo al hospital. 


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¿Os ha gustado este capítulo?

El FINAL será en el próximo capítulo, espero que os guste. 

Twitter: EresRefugio

Hospital Marie Curie #SangoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora