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Nagore

Tener a Sandra entre mis brazos en medio de este pequeño paraje natural, con el agua de la cascada casi cayéndonos encima. 

Nagore: Es mucho más bonito ahora que tú estás aquí.

Nos estuvimos bañando, buceando por debajo del agua y también estuvimos tomando el sol, disfrutando de la tranquilidad que nos rodeaba. 

Nagore: Ven que te quiero enseñar algo. 

Ambas nos levantamos y fuimos andando por un pequeño sendero que había al lado de la cascada, esto te llevaba por detrás del agua, podíamos ver la grandeza del agua sin mojarnos ni una gota. 

Era sin duda un gran espectáculo, yo había venido muchas veces pero cada vez era especial y única y enseñarle este sitio tan mágico a Sandra me hacía recordar todas esas veces, pero esta era la mejor, por el paisaje y sobretodo por la compañía. 

Después de disfrutar un poco más de la cascada y del baño, recogimos las cosas y volvimos a casa, llegamos justo a tiempo para comer. La verdad es que después de la ruta teníamos un hambre atroz. 

Sandra

Después de comer nos merecíamos una buena siesta, mis piernas lo iban a agradecer mucho, así que Nagore y yo nos tumbamos en los sofás que había en el jardín y disfrutando de la suave brisa poco a poco mis ojos se fueron cerrando y sucumbiendo al cansancio. 

Cuando volví a abrir los ojos, descubrí que estaba tapada con una pequeña manta pero seguía en el mismo sitio. A los pies tenía a Nala, la perra que Nagore tenía aquí, se la cuidaban sus padres durante todo el año.  Me levanté y fui hacía el salón, allí estaban los tres sentados en la mesa jugando a cartas.

Nagore: ¡Hombre la bella durmiente ha aparecido! 

Sandra: La caminata de esta mañana me había dejado muerta.

Fui a la cocina servirme un vaso de zumo y volví al salón para jugar con ellos a las cartas. Estuvimos toda la tarde entre risas y recordando viejos momentos. Después por la noche nos arreglamos y nos fuimos a cenar con sus padres y su hermana, era nuestra última noche aquí, mañana por la tarde volvíamos a Madrid. 

Habían sido unos días increíbles sobretodo para Nagore que había estado con su familia y amigos, ella era muy familiar y se notaba que con ellos era muy feliz. Y yo mientras ella fuera feliz yo también lo era. 

Nagore

Nunca me habían gustado las despedidas y menos si era despedirme de mi familia, pero tocaba volver al trabajo. El deber nos llamaba. Así que después de estos días tocaba volver a la capital en AVE, nos esperaban unas cuantas horas de viaje.

Aunque después de unas cuantas semanas nos íbamos a ver a la familia de Sandra que también tenían muchas ganas de vernos. Pero antes, nos tocaba varias guardias así que nos iba a tocar trabajar muchas horas para otras pequeñas vacaciones.  

Estos días me habían servido para recargar las pilas completamente. La casa de mis padres siempre sería mi hogar, mi casa, aunque tardase en volver siempre me daba la sensación de que vivía allí todos los días.


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