24

828 31 3
                                    

Sandra

Tras el momento de la barca volvimos a la casa a preparar la comida. Con lo poco que teníamos en la nevera, pudimos hacer una tortilla y algunas verduras a la plancha. Después de comer fuimos a comprar comida al supermercado más cercano. 

Por la tarde, sobre las siete, teníamos la excursión a caballo por la montaña para ver el atardecer desde un sitio privilegiado. Nunca me había montado en un caballo, siempre me habían gustado y me parecía un animal muy elegante. 

Cuando llegó la hora, nos fuimos hacía el sitio que nos habían indicado, cerca del lago. Allí nos estaba esperando Alicia junto a tres caballos, uno de color marrón con el pelo negro y otro negro con el pelaje gris. Y el que estaba más cerca de Alicia, que presumiblemente sería el suyo era blanco con el pelo negro. Eran dos preciosidades de animales.

Alicia: ¿Preparadas chicas? 

Nagore: Creo que sí. ¡Son preciosos! 

Alicia: Este se llama Cappuccino, el otro se llama Cebra y el mío se llama Capricho. 

Sandra: ¡Son preciosos! 

Alicia: ¡Muchas gracias! ¿Es la primera vez que montáis a caballo?

Nagore: Sí... Somos unas principiantes.

Alicia nos estuvo explicando durante un buen rato el manejo del caballo y también nos explico la ruta que íbamos a hacer. 

Nagore

Íbamos con los caballos por medio del bosque, también atravesamos un río y pudimos observar unas vistas increíbles que solo se podía acceder en caballo. Sin duda la ruta estaba yendo de maravilla. 

Nagore: Esto es precioso, es una sensación única. 

Sandra: Pues sí, entre la paz que se respira aquí e ir en caballo, es una auténtica gozada. 

La verdad es que ir paseando con los caballos entre tanta naturaleza recargaba a cualquiera. Aunque poco a poco llegaba a su fin, tras casi dos horas de paseo volvimos a donde habíamos empezado para dejar allí los caballos. 

Después Sandra y yo volvimos a nuestra casita, donde nos duchamos, después de pasar varias horas al sol estábamos empapadas en sudor. Tras refrescarnos un poco decidimos quedarnos en casa y preparar una cena romántica. 

Yo me acerqué en la moto al súpermercado más cercano para comprar unas botellas de vino blanco, también un poco de chocolate y fresas. Y también acabé comprando unas velas para decorar la mesa. 

Volví a casa y me encontré a Sandra en la cocina atareada preparando muchos platos. Me acerqué por detrás y la abracé.

Nagore: ¡Esto huele de maravilla! ¿Qué estás preparando?

Sandra: Es un plato nuevo a ver si te gusta. 

Nagore: Si lo has preparado tú seguro que sí. 

Le dejé un beso en el hombro, serví dos copas de vino y empecé a poner la mesa en la terraza. La decoré con las velas que había comprado. Y le puse también varias piñas de los arboles que se habían caído de los pinos.

Sandra: ¡Qué mesa más bonita!

Nagore: ¡No te mereces menos pero tú sí que eres bonita!

La agarré de la cintura y la acerqué a mi. Le dí un beso apasionado en los labios. La verdad es que estaba preciosa, brillaba más que nunca con luz propia. 

Sandra

Mientras cenábamos no parábamos de hablar de todo un poco, con nosotras la conversación jamás acababa. Después de cenar recogimos un poco la mesa y la cocina y nos sentamos en el sofá contemplando a través de las ventanas, la belleza de la naturaleza. 

Me senté en el sofá y apoyé mi cuerpo encima de Nagore. Ella me paso un brazo por encima de los hombros y me acarició el brazo con las yemas de los dedos. Poco a poco su mano iba bajando por mi cuerpo, y siguió haciendo acariciándome por el abdomen y la tripa. Era una zona que me gustaba mucho que me acariciase, me ponía siempre los pelos de punta. 

Me giré para mirarla, me encantaba la cara que ponía cuando quería algo más que unas simples caricias. Le salía una sonrisilla muy picante. Me acerqué a su cara.

Sandra: ¿Qué quieres? (le susurré)

Nagore: Yo... Nada, simplemente quería acariciarte

Sandra: Claro claro. 

Y la besé, mi lengua luchando contra la suya para ganar la batalla de los besos. Nuestras manos recorrían el cuerpo de la otra en apenas segundos. Nuestra ropa acabó en el suelo en poco tiempo. Así que completamente desnudas, la agarré para llevarla a la cama y hacerle el amor hasta que nuestros gemidos se escuchasen por todo el bosque.


----

¿Os ha gustado este capítulo?

Twitter: EresRefugio


Hospital Marie Curie #SangoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora