Capitulo 32: Regreso

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Me recuesto en la cama y hago todo excepto dormir. Lo que Jeonghan dijo se repite en mi mente como un carrete de película girando.

Seungkwan cambiará el mundo. Seungkwan. Él chico durmiendo sólo a unas puertas abajo, envuelto en un edredón blanco, probablemente roncando, probablemente babeando en su almohada. Y él va a cambiar el mundo.

Con mi centavo apretado en mi puño, me levanto de la cama y camino de un lado a otro en el piso. Luego prendo la televisión y cambio de canal, buscando normalidad. 

No hay nada, y nada ayuda.

Seungkwan no debería de sere el que esté en esta posición. Él no debería ser el chico en medio de una lucha del cielo y el infierno. Pero él lo está. Y como dijo Jeonghan, necesito tomar una decisión.

Y tengo que estar seguro de que tomaré la correcta.

En orden para hacer eso, hay cosas de las que me tengo que hacer cargo. Cruzo la habitación y levanto el teléfono color crema cerca de mi cama. Suena dos veces antes de que alguien lo levante en el otro extremo.

—Conserje. ¿En qué puedo ayudarlo, Sr. Chwe?

—Necesito cambiar mis boletos de avión —digo el teléfono.

—Por supuesto. Tendré a alguien subiendo por los boletos y tomando sus solicitudes de cambio. ¿Eso estaría bien?

Incliné mi cabeza en un puño. —Sí. Eso funcionará. ¿En cuánto tiempo?

—Tendríamos a alguien allá arriba en diez minutos.

—Perfecto. Gracias.

Cuelgo el teléfono y continúo mis vueltas. Entonces hago mi cama. Dos minutos después, la deshago. Cuando el empleado del hotel toca la puerta, estoy esperando a menos de quince centímetros. Mis músculos se sacuden con el sonido. Entonces me estiro y dejo entrar al empleado. Un tipo de cuatrocientos años está parado al otro lado.

Genial. Enviaron a una especie en peligro de extinción para hacer mi cambio de boletos.

—Sabes, creo que he cambiado de opinión. Me los voy a quedar —digo. No hay forma de que confíe en un tipo quien probablemente olvide su propio nombre en el elevador subiendo. Si el maneja esto, terminaremos volando a Arabia Saudita.

—Entonces, uh, puedes regresar ahora.

El tipo me mira con ojos de contorno púrpura. Sus manchas de la edad se funden en su frente, y me imagino mensajes ocultos deletreados en los patrones. 

—Es porque ¿soy viejo? —dice en una sorpresivamente voz alta.

—¿Qué? —pregunto, fingiendo asombro. —Ni siquiera sé de lo que estás hablando. ¿Qué hora es? Necesito ir a la cama. Buenas noches.

Me muevo para cerrar la puerta, pero él la detiene con su pie de anciano. 

—Todos me despiden. Nadie quiere sus bolsas cargadas. Nadie necesita la lámpara de sus baños revisadas. Y tú... —Me señala con un dedo que estoy seguro que se desprenderá. —Ahora tú no quieres tu cambio de boletos.

El viejo comienza a arrastrar sus pies alejándose por el pasillo.

Dejo salir un suspiro y ruedo mis ojos. 

—Oye, espera —digo—. He decidido ir a casa. Entonces supongo que necesitaré tu ayuda.

El hombre se da la vuelta, pero tiene los ojos tristes. 

—Es por lo que dije. Sientes pena por mí.

—No, es porqué me asustaste, y quiero estar tantos kilómetros lejos de ti como pueda.

El Coleccionista - Verkwan (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora