La noche se acercaba y el naranja comenzaba a tornarse violeta en el horizonte. Gabriel seguía de brazos cruzados y ceño fruncido en el asiento de atrás. De a ratos, su miraba terminaba en el peluche que Luci había sentado sobre el tablero frente a él. Ojos de falso brillo cosido le juraban que era suyo, pero el rubio no le permitirá ponerle un dedo encima a su premio.
Enojo o no, el silencio en el auto era algo agradecido por el ángel, quien conducía con tranquilidad a un lugar abandonado del que había escuchado comentarios en el pueblo que pasaron. No parecía muy lejos, y les serviría para esconderse en lo que recuperaban fuerzas.
La paz que tanto disfrutaba el morocho fue turbada. Lucifer tomó al peluche, solo porque notó una pelusa sobre su cuerno multicolor, y Gabe estalló con todo ese rencor que estaba conteniendo.
- Como si supiera cuidar algo. – Se burló por lo bajo, pero lo suficientemente alto para que su hermano mayor escuchara.
- ¿Qué dijiste? – Giró a mirarle el rubio.
- Que no sabes cuidar nada, ¿Para qué demonios lo quieres? – Desafió el menor.
- Porque me lo gane y haga lo que haga con él es mi problema, perdedor.
- ¿Perdedor? Tú eres el más grande perdedor del universo.
- Chicos, es suficiente. – Cas notaba como una pelea infantil, se tornaba demasiado personal e hiriente.
- ¡Al menos yo no me escondo de mis problemas como un maldito cobarde! – Lucifer estaba girado casi completamente en su asiento hacia atrás.
- ¡¿Enfrentar tus problemas significa destruirlo todo porque sí?!
- ¡¿Tú qué sabes si no estabas ahí?!
- ¡Me imagino lo orgulloso que estará tu hijo cuando le cuentes esa historia! – Ironizó.
Algo caló fuerte en el rubio, que respiró con fuerza, haciendo temer a Castiel de su próximo movimiento.
- ¡AL MENOS MI VIDA TIENE SENTIDO! ¡¿ADONDE VA LA TUYA?!
Lucifer detuvo el auto con lo poco de gracia que tenía y salió de él.
- ¡Lucifer, espera! – Le llamó Cas, pero no voltearía.
La puerta de atrás sorprendió al ángel, viendo a Gabriel alejarse hacia el otro lado, ambos perdiéndose entre los árboles. Castiel trato de entender lo que había pasado tan de repente, recuperando el aliento perdido en medio de la tensión. Sus hermanos le dejaron solo en medio de la carretera, arriesgándose a los peligros de un bosque que no conocían, y ni siquiera estaba el unicornio sobre el tablero.
Dejó el auto a un lado de la carretera y salió en su búsqueda. ¿Derecha o izquierda? ¿Gabriel o Lucifer? Gabriel era sin duda el más cercano a él, y probablemente quien estuviese más fuerte para encontrar al mayor de los tres. Pero Lucifer seria con quien mejor razonaría del tema, últimamente se entendían mucho mejor, y era más propenso a ser perseguido por Asmodeus. Que suerte tenia Dean de solo tener un hermano a su lado.
Eligió seguir a Lucifer tirando una moneda al aire, estúpido pero efectivo. La noche se ponía fría y la niebla se espesaba poco a poco. No creyó que ninguno de los dos se alejará demasiado, no eran tan idiotas para hacer eso.
Reconoció un brillo multicolor a lo lejos y no dudo en perseguirlo. El famoso unicornio yacía entre las raíces de un árbol, sucio y con el relleno escapando por un costado de su cuello. Seguramente Lucifer era el causante. Intentó devolver el relleno a su lugar, inútilmente, pero no lo dejaría allí.
- Aaww, miren eso chicos. – La voz detrás suyo le hizo saber que estaba en problemas. – El unicornio de la nena se rompió.
Un vampiro con su grupo detrás se burlaban de él sin remordimiento. Sacó su espada sin dudarlo, manteniendo al peluche en su mano libre.
- No quiero problemas. – Dijo el ángel. – Solo estoy buscando a alguien.
- Lastima. – Fingió pesar, era el mismo tipo que habló antes, el alfa. – Este ahora es nuestro territorio, y no nos gustan las nenas con unicornios.
Gabriel y Lucifer se estremecieron al escuchar un grito desgarrador a lo lejos, dirigiéndose inmediatamente hacia allí. No fue difícil para los vampiros descubrir la fragilidad del ángel, era ágil pero sus golpes carecían de fuerza. Ahora, como una burla, Castiel yacía en el suelo, con un corte largo y profundo en su cuello, hecho por su propia espada.
- ¡Otro unicornio se rompió! – Rio el grupo.
- ¡Oye! Yo soy el único que puede hacerle bullying a ese ángel. – Intervino Lucifer.
- Se metieron con el Little Brother equivocado. – Sonrió Gabriel desde el otro lado.
Al final, el trio de celestiales reclamó el territorio como suyo, apropiándose de ese lugar abandonado que tanto Cas deseaba. Era una vieja casa, tuvieron que espantar a un par de fantasmas irónicamente, y sacudir un poco la tierra, además de protegerla con todo tipo de símbolos y formas.
Castiel se sentó en una mecedora antigua, obligado a descansar por sus hermanos mayores. Había sangre en su camisa y en el blanco unicornio de colorido cuerno, pero Gabriel se había encargado de la herida y le daría un extra. Apenas parpadeó y el peluche estaba como nuevo, Gabe le guiño un ojo desde las escaleras, apoyado contra el barandal.
Lucifer volvió a la sala, notando al peluche sano y salvo. Cas, sin dudarlo, se lo extendió desde su lugar.
- Es tuyo. –
- No, quédatelo. – Sonrió, bajando la mirada.
- ¿Por qué no se lo das a Jack? – Propuso el ángel, llamando la atención de ambos arcángeles. – Le gustan estas cosas.
El mayor finalmente acepto. Sería bonito, y el primer regalo que Jack obtendría de su padre, era un excelente final para el unicornio multicolor.

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Tres Hermanos.
FanfictionLas vueltas de la vida vuelve a juntar a los tres rebeldes de la familia, ¿Cómo harán para no matarse en el proceso?