Krunch Cookie Crunch

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Esto era incomodo, aunque ya hubiesen dormido en la misma habitación antes. Cas sobre su cama, y los arcángeles a cada lado, en improvisadas camas sobre el piso. Los tres miraban al techo, imposibilitados para dormir.

- Me aburró. – Se quejó Gabe.

- Tengo hambre. – Dijo Luci.

- Duérmanse. – Ordenó el ángel.

Otro minuto de silencio y comenzaron a hacer ruidos raros con su boca, excepto Cas que parecía bastante hastiado.

- No son niños, duérmanse.

- Es incomodo, Cassie. – Objeto Gabe.

- El bunker es como tratar de dormir sobre cuchillas. – Explicó Lucifer. – Nos odian.

- Incluso a mí, que no hice nada. – Chilló el castaño.

- Justamente ese es el problema, no hiciste nada. – Evidenció Satán.

- Oh.

Otro medio segundo de silencio, y Lucifer comenzó a tamborilear sus dedos sobre la madera de la cama.

- ¿Podemos tomar algo? – Gabe levantó su mano como un alumno en clase.

- No. – Sentenció el morocho.

- ¿Por qué?

- Porque Dean dijo que no los quiere ver vagando por el bunker.

- ¿Y si nos acompañas?

- No. – Repitió. – Puedo traérselos si quiero.

- Pero yo quiero ir. – Rezongó.

Gabriel no se detendría en toda la noche y terminó por colmar la paciencia del menor. Y allí estaban, caminando en silencio por el pasillo hacia la cocina. Encendieron la luz, topándose con algo inesperado.

- ¿Jack?

- ¿Cas?

El menor tenía su acostumbrado tazón de cereales, el cual tenía prohibido por Sam. Pero era testigo de un "crimen", Cas sacó a los arcángeles de la habitación.

- No deberían estar aquí. – Señalo el joven.

- Tú no deberías comer eso. – Desafió el ángel.

- Tienen más para perder que yo.

- ¿En serio? Recuerda que yo compró Krunch Cookie Crunch. – Sonrió Castiel.

Dos arcángeles, un nephilim y un ángel sentados en una pequeña mesa de la cocina, comiendo cereal, en absoluto silencio para no despertar a los cazadores. Una escena para recordar.

Finalmente los cuatro comenzaron a sentir sueño, por lo que volvieron a sus habitaciones, ocultando la evidencia de sus crímenes antes. Pero cuando Jack estaba por entrar en su cuarto, Lucifer le detuvo.

- Jack. – Susurró para no despertar a nadie.

- ¿Si? – Sonrió amable.

Para el mayor era impresionante lo simpático y dulce que era su hijo en el poco tiempo que llevaba con él, probablemente solo horas. Un par de veces notó que Cas se había vuelto su ejemplo a seguir, y creyó que sentiría celos del ángel, pero no. No necesito más que escucharlo hablar de Jack para saber que su hermano se desvivía por él, e incluso percibió un cambio. Cas tenía una nueva razón para vivir, al igual que Lucifer.

- Ten. – Alargó el unicornio que paso por tanto.

El chico lo tomó sin desconfianza, más bien con curiosidad. Era blanco como la nieve, pero con pelo y cuerno multicolor, además de su brillo. Levantó la mirada, buscando una razón al objeto.

- Es un regalo de parte de Cas y mío. – Guiño un ojo antes de meterse nuevamente a la habitación compartida.

- Gracias. – Sonrió en soledad el nephilim, acariciando la suave textura. 

Tres Hermanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora