Dios proveerá. - Parte 1.

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El teléfono reposo sobre el asiento del piloto, las llaves cayeron a su lado. Castiel cerró la puerta, despidiéndose del Pimp. Abandonaría su auto en medio del pastizal, esperando que nadie le encontrara, con muy pocas probabilidades de salir victorioso.

- ¿Estás seguro? – Interrogó Gabe. – Quizá...

- No hay opción.

- Sera más lento el camino, pero el auto es una huella fácil de seguir para esos imbéciles. – Apoyó Lucifer. – Vamos.

Caminarían, sin rumbo fijo, lo más apartado de la carretera y la civilización que se les permitirá. No iban a ser invisibles para siempre, teniendo en cuenta que sus gracias se recuperarían pronto, pero al menos no serían tan fáciles de perseguir.

Lucifer lideraba el camino, cargando el bolso de Castiel que traía asomando el unicornio. Gabe y Cas caminaban hombro a hombro. Era bastante temprano, y tenían todo el día para caminar sin rumbo, pero quizá deberían detenerse en la noche para descansar, y no había donde.

Gabriel pensaba en dulces, mientras su hermano menor se preocupaba por el lugar para pasar la noche. Pero ambos sospechaban que Satán no estaba de buenas. Lo habían notado en el pisar fuerte, el silencio impropio de él, y en los animales que parecían huir de su presencia.

- Lucifer. – Llamó Cas.

El castaño se giró a reprenderlo con una mirada, sabiendo que hablarle a su hermano en esos momentos era un suicidio seguro.

- ¿Qué? – Contesto desganado.

Gabe elevó ambas cejas de la sorpresa, parecía hasta amable el supuesto Satanás.

- ¿Estás bien? –

Lucifer se detuvo en seco, paralizando del terror al arcángel menor, pero Cas siguió hasta pararse a su lado.

- ¿Crees que Jack realmente quiera conocerme? – Interrogó, lleno de preocupación.

- No sabe mucho acerca de ti, no creo que tenga alguna opinión acabada sobre tus actos pasados. - Dijo sin tapujos el menor. – No creo que debas estar nervioso.

Mientras, Gabe se preguntaba quiénes eran esos sujetos y dónde estaban sus hermanos. Lucifer era abierto sobre sus sentimientos y Cas lo comprendía, e incluso le brindaba un consejo. Solo esperaba que su tiempo prisioneros no le hayas afectado para convertirlos en esa especie de... hermanos unidos.Continuaron el camino en silencio, con el Príncipe de las Tinieblas mucho más tranquilo. 

Dios les había escuchado, o eso pensaba Cas, cuando una iglesia abandonada se cruzó en su camino como puesta allí a propósito.

- Dios proveerá. – Dijo el ángel, orgulloso de su padre, adelantándose hacia el edificio.

El par de arcángel suspiró y blanquearon los ojos ante las palabras del menor, pero ¿Por qué romperle sus ilusiones? 

Tres Hermanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora